¿Por qué se celebra hoy el Día Internacional de la Mujer por la Paz y el Desarme?

Lejos de rememorar eventos trágicos, este Día destaca la labor fundamental que cumplen las mujeres al liderar los procesos de paz.

 

Desde 1982, cada 24 de mayo se celebra el Día Internacional de la Mujer por la Paz y el Desarme. El origen de la fecha está basado en el activismo de las mujeres pacifistas a escala global y destaca su capacidad de iniciativa y participación en las discusiones referidas a los procesos de paz y desarme.

 

La celebración del 24 de mayo como Día Internacional de la Mujeres por la Paz y el Desarme comenzó a principios de los años 80, impulsada por grupos de mujeres pacifistas europeas y estadounidenses contra la OTAN y la carrera armamentística y nuclear.

 

Desde la celebración del I Congreso Mundial de Mujeres en La Haya, el 15 abril de 1915, el rol de las mujeres como agentes activos y visibles en la construcción de paz en el mundo ha sido imparable, aunque también ha quedado relegado en numerosas ocasiones.

 

Los años 80 fueron de gran relevancia para los movimientos pacifistas, en los que las mujeres lideraron importantes iniciativas y movilizaciones contra las políticas armamentísticas y nucleares. En este contexto se creó la Asociación de Mujeres Parlamentarias por la Paz, entre las que se encontraba Maj Britt Theorin quien fuera embajadora de Suecia por el Desarme y presidenta de la Comisión de Naciones Unidas sobre armas nucleares en esa década-, quien contribuyó a potenciar el imprescindible papel de las mujeres en el desarme y la paz.

 

Actualmente, tenemos todavía muy recientes las imágenes del 8 de marzo, donde millones de mujeres de todo el planeta salieron a las calles para exigir una sociedad que las visibilice, les dé su lugar, las incluya, no las violente  y las permita vivir en paz. Con referentes como Rigoberta MenchúRosa ParksWangari Maathai, algunos nombres de la larga lista de mujeres y colectivos que a lo largo de la historia han luchado por una sociedad más justa y pacífica para todas y todos. Hay que recordar también a figuras como Berta Cáceres, asesinada en 2016, que nunca abandonó la lucha por los derechos indígenas y medioambientales, denunciando asesinatos y amenazas de activistas en su país; a Malala Yousafzai, quien recibió el Premio Nobel de la Paz en 2014 por su defensa de la educación como pilar de la sociedad y el avance igualitario, y a Ellen Johnson-SirleafLeymah Gbowee y Tawakel Karman, galardonadas en 2011 «por su lucha no violenta por la seguridad y el derecho de las mujeres a participar plenamente en la construcción de la paz».

 

La creciente militarización y los innumerables conflictos y guerras están caracterizando estos primeros años del siglo XXI, y el papel de las mujeres, la mitad de la población del planeta, resulta crucial para luchar contra las violencias y sus profundas consecuencias. El enfoque de género en la gestión de las emergencias y conflictos es también fundamental. Si bien, y de forma indudable, toda la población sufre los estragos de la violencia, el impacto que esta ejerce es distinto en mujeres y hombres, niñas y niños.

 

La violencia sexual, los abusos y la explotación a los que muchas mujeres y niñas son sometidas durante y tras el conflicto, la perpetuación o incremento de roles sociales discriminatorios, el papel secundario al que se ven relegadas y la feminización de la pobreza son elementos que tienen que tratarse de forma intrínseca tanto en los primeros momentos de emergencia y respuesta humanitaria como posteriormente en todos los procesos de construcción de paz.

 

Según ONU Mujeres, cuando las mujeres asumen roles de liderazgo y participan en los procesos de paz, se logra una paz más duradera.

 

 

 

 

Fuente: El País.

 

A.C.

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