Niños y adultos mayores: ¿cómo lidian con la pandemia los sectores más vulnerables?

Niños y adultos mayores requieren de un plan de cuidados pertinentes para preservar su salud física y mental durante el periodo de aislamiento social. 

 

El miedo, la preocupación y los factores estresantes constantes en la población durante el brote de COVID-19 pueden tener consecuencias a largo plazo dentro de las comunidades y las familias. Sin embargo, existen dos grupos que requieren especial atención durante el periodo de aislamiento social: los adultos mayores y los niños. Ambos requieren de un plan de acción y de cuidados pertinentes para preservar su salud física y mental.

 

La experiencia de los países que están sufriendo la pandemia de coronavirus desde antes que Argentina, brinda conocimientos que podemos aprovechar para mejorar la atención de los casos en nuestro país. Desde el Observatorio Social, una asociación creada con el propósito de apoyar al sector público a mejorar la administración de sus programas sociales; y asesorar a las empresas y organizaciones de la sociedad civil para resolver problemáticas vinculadas con lo social, realizaron una propuesta de acción para los sectores más vulnerables y quienes trabajan con ellos.

 

“El trabajo que venimos haciendo en los últimos cuatro o cinco años es en pos de conseguir que las políticas sociales miren a la familia como el sujeto social. Tomamos conocimiento sobre las nuevas configuraciones familiares y desarrollamos un programa que pone su foco en el núcleo familiar. Nosotros sostenemos, basados en la evidencia de nuestra investigación, que tener una persona en cada familia que escuche, perciba, oriente, asesore y que los ayude a pensar un plan de resolución de prioridades desde la crianza de los menores hasta el cuidado de los adultos mayores, especialmente en familias vulneradas o vulnerables, es clave”, explicó en diálogo con Infobae Mario Mazzeo, director ejecutivo y psicólogo social de la Asociación Civil Observatorio Social.

 

Los adultos mayoresson particularmente vulnerables a COVID-19 debido a sus fuentes de información limitadas, sistemas inmunes más débiles y la mayor tasa de mortalidad de COVID-19 que se encuentra en la población de mayor edad. Por eso, prestar atención específica a los grupos de alto riesgo, es decir, personas mayores que viven solas o sin parientes cercanos; que tienen un bajo nivel socioeconómico y o condiciones de salud criticas como deterioro cognitivo, demencia u otras condiciones de salud mental, es fundamental.

 

Especialmente aquellos en aislamiento y con deterioro cognitivo o demencia, pueden volverse más ansiosos, enojados, estresados, agitados, retraídos o demasiado sospechosos durante el brote. Dentro de las principales medidas de apoyo, los especialistas recomiendan brindar apoyo emocional a través de redes informales (familias) y profesionales de la salud mental, compartir datos simples sobre lo que está sucediendo o brindar información clara sobre cómo reducir el riesgo de infección en palabras que las personas mayores con o sin deterioro cognitivo puedan entender.

 

Para las personas mayores en atención residencial (por ejemplo, viviendas asistidas u hogares de ancianos), los administradores y el personal deben garantizar que existan medidas de seguridad para prevenir la infección mutua y el brote de preocupaciones o pánico excesivos (lo mismo que en los hospitales). Del mismo modo, se debe brindar apoyo al personal de atención que puede estar encerrado o en cuarentena con los residentes y no puede estar con sus familias.

 

“Las necesidades médicas de los adultos mayores con y sin COVID-19 -aseguran desde la organización- deben satisfacerse durante el brote. Esto incluye el acceso ininterrumpido a medicamentos esenciales (para diabetes, cáncer, enfermedad renal, VIH). La telemedicina y los servicios médicos en línea se pueden utilizar para proporcionar servicios médicos”.

 

Durante la cuarentena, ajustar los servicios de relevo o de atención domiciliaria para usar la tecnología para brindar capacitación y/o asesoramiento a los cuidadores familiares en el hogar, que también incluye capacitación psicológica en primeros auxilios para los cuidadores familiares, es clave. La mejor manera de contactar a las personas mayores es a través de sus teléfonos fijos o mediante visitas personales regulares (si es posible).

 

Las personas mayores pueden no estar familiarizadas con el uso de dispositivos de protección o métodos de prevención o negarse a usarlos. Las instrucciones sobre cómo usar los dispositivos de protección deben comunicarse de manera clara, concisa, respetuosa y paciente. La distribución de bienes y servicios tales como materiales preventivos (por ejemplo, mascarillas faciales, desinfectantes), suministros suficientes de comestibles y acceso a transporte de emergencia pueden reducir la ansiedad en la vida cotidiana.

 

Por último, se aconseja alentar a los adultos mayores con experiencia, experiencias y fortalezas a ser voluntarios en los esfuerzos de la comunidad para responder al brote de COVID-19. Los ancianos pueden proporcionar apoyo entre pares, control de vecinos y cuidado de niños para el personal médico restringido en hospitales que luchan contra la pandemia.

 

 

Fuente: infobae.

 

 

A.C.

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