Diabetes y cuarentena: entre el encierro que agobia y la posibilidad de salida con más riesgos

El aislamiento social, preventivo y obligatorio, de por sí difícil para el común de los mortales, se vuelve un agravante más para gran parte de la sociedad actual, aquejada por otra pandemia, lenta y silenciosa: la diabetes, que es reconocida como la cuarta causa de muerte en la mayoría de los países desarrollados y la nueva epidemia para los países en vías de desarrollo y naciones recientemente industrializadas.

 

La relación de este tipo de enfermedad con los riesgos que implica la expansión del coronavirus en todas las latitudes obliga a reflexionar sobre los cuidados extremos que deben tener las personas con diabetes, incluidas en la categoría de “riesgo alto” si contraen este virus.

 

Las cifras de personas diagnosticadas con esta enfermedad aumentan con cada estudio y las causales se relacionan  en gran medida con un estilo de vida cada vez más sedentario de la población en general y de los niños en particular y a la alimentación, donde abunda la llamada “comida chatarra”; todos aspectos profundizados durante esta cuarentena.

 

La diabetes está definida como “una enfermedad crónica que se origina porque el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el cuerpo humano necesita, la elabora en una calidad inferior o no es capaz de utilizarla con eficacia”. La insulina es una hormona producida por el páncreas y su principal función es el mantenimiento de los valores adecuados de glucosa en sangre. Permite que la glucosa entre en el organismo y sea transportada al interior de las células, en donde se transforma en energía para que funcionen los músculos y los tejidos. Además, ayuda a que las células almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria. En las personas con diabetes hay un exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia), ya que no se distribuye de la forma adecuada.

 

La actividad física como parte del tratamiento

Caminar, ejercitarse de alguna manera, poner el cuerpo en movimiento debe ser el complemento necesario para quien sigue un tratamiento médico…y la cuarentena redujo drásticamente los espacios para hacerlo. Pero, con la autorización de salidas -aunque parciales-, se presentan también otros riesgos, ante los cuales conviene tener precaución.

 

Médicos y especialistas del Hospital Escuela “Ramón Madariaga” realizaron una encuesta entre pacientes que acuden al centro dedicado específicamente a esta patología, extendida a pacientes de consultorios particulares, para buscar profundizar en las consecuencias del encierro obligado por la cuarentena y el agravamiento del cuadro en cada caso.

 

El estudio se lleva adelante en todo el país y el análisis final en base a los resultados será presentado en el Congreso Argentino de Diabetes que se desarrollará a fin de año en Rosario.

 

Daniel Dionisi, médico clínico internista, especialista en diabetes en el hospital central de Posadas desde hace más de diez años forma parte del equipo que indagó sobre la relación del encierro obligado y sus consecuencias en los pacientes.

 

Aunque sin resultados finales aún, el profesional consideró que “se intenta siempre de pregonar la educación diabetológica, que implica la información necesaria para que el paciente pueda manejar mejor su patología; se caracteriza por el cumplimiento de la prescripción que le dio el médico, cumplir una dieta determinada, de hacerse los controles de glucemia y principalmente, cumplir con la actividad física”.

 

Entre dos “fuegos amigos”

No se trata acá de una necesidad de esparcimiento, sino de un aspecto importante para el estado de salud del paciente. “Este aspecto, el de la actividad física es muy importante para el paciente diabético porque es un mecanismo más para bajar la glucemia, no solo para bajar de peso. Es una herramienta no farmacológica para bajar la glucemia; uno gasta energía y ese gasto de energía, conlleva un gasto de glucosa”, explicó el médico.

 

Respecto de este contexto vedado a los pacientes por el obligado aislamiento, Dionisi afirmó que “al no poder hacerse de manera que uno pretende, cuando se pierde la posibilidad de salir al aire libre, uno tiene que intentar hacer todo lo que esté al alcance; acorde con la situación” y en este sentido recomendó: no permanecer mucho tiempo sentados, tratar de tener actividades cada 30 minutos y movimentarse durante cinco o diez minutos y tratando de mantenerse activo durante el día. En el caso de pacientes que tengan caminadoras o bicicletas fijas en la casa, sumar minutos en esos dispositivos.

 

“No es lo ideal, porque uno pretende que el paciente salga, camine y se distraiga; utilice también la actividad física para eso, aunque hoy por hoy, la salida a la calle también genera un riesgo extra para los pacientes diabéticos en general”, aclaró.

 

Ansiedad, nerviosismo, sensación de agobio, son aspectos que agravan los riesgos de subir el nivel de azúcar en sangre y son cuadros que en estos momentos se vuelven recurrentes; motivo por el cual Dionisi recomendó especial atención al grupo humano afectado por esta enfermedad.

 

“La angustia propia del encierro, la preocupación por si algún familiar contrae la enfermedad, miedo a contraerla, tener la incertidumbre de qué va a pasar con la salud, con la economía y la inquietud misma de sentirse encerrado y privado de libertad”, fueron señalados como algunos de los estados emocionales que agravan los cuadros de pacientes diabéticos.

 

Finalmente, el profesional afirmó que mientras dure el estado actual de la pandemia, sin alternativas de inmunización a la vista, es “deseable que el paciente permanezca en sus hogares, porque tienen más riesgo de contraer la enfermedad, tienen un sistema inmunológico más predispuesto a contraerla; con más razón si tienen otras enfermedades anexas como sobrepeso, edad avanzada, oncológicas, etc” y recomendó no salir, debido al alto riesgo de contagio al aire libre y la circulación en lugares con mucha asistencia de gente.

 

ZF

 

 

 

 

 

 

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