Coronavirus: la pandemia como fenómeno global desde una visión antropológica brindada por Roberto Abínzano

El licenciado en Ciencias Antropológicas, doctor en Geografía e Historia, profesor emérito de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) -entre otros importantes pergaminos académicos-, Roberto Abínzano, brindó un panorama general sobre la pandemia de coronavirus y sus implicancias en la sociedad que la sufre.

 

Roberto Abínzano-FM República

 

El catedrático comenzó afirmando que “nos encontramos con un fenómeno totalmente globalizado”, palabra que no exenta de polémica que optó por usar porque “todos sabemos lo que quiere decir”. Como fenómeno que ha abarcado todo el mundo, dijo Abínzano que “la pandemia puso en descubierto, dejó al desnudo, muchísimos otros problemas que también son fenómenos globalizados, pero quizás no tenemos la tendencia e evaluarlos como tales: la pobreza mundial, la exclusión, la deuda, ya que prácticamente todo el mundo está padeciendo el tema de la deuda;  incluso los grandes países, los países más desarrollados tiene deudas importantísimas, algunas de ellas -según los propios miembros de estas sociedades-, son prácticamente impagable”.

 

Precisó que con esa definición quiso significar que “estamos ante un problema grave, porque el problema de la pandemia es mucho más grave de lo que imaginamos; va a ser de más larga duración y de mucha extensión y vincula todos los aspectos de la sociedad actual; una sociedad que tiene crisis en muchos aspectos”. Y enumeró: “Económicamente vemos un enorme debilitamiento del sistema capitalista mundial; en la medida en que el capitalismo productivo, que generaba riqueza, trabajo, que permitía la existencia de Estados más justos, de Bienestar, etc, dejó paso al capitalismo financiero, que es un capitalismo especulativo, no productivo… que ejerce un enorme dominio sobre toda la economía mundial y que ha acaparado una riqueza de cifras inimaginables; un pequeño porcentaje de esa riqueza concentrada es equivalente a la suma total de lo que posee la mitad de la población del mundo y estamos hablando de miles de millones de habitantes”.

 

“Un poco de lo que vemos -continuó-, entre tantas cosas, son discusiones científicas muy interesantes de por medio: sobre estos virus, sobre las mutaciones de estos virus que nos acompañan desde que la sociedad existe y nos seguirán acompañando y agrediendo porque mutan, son imposibles de erradicar, son nuestros compañeros a lo largo de la historia biológica. Y esto se vincula con lo económico porque la pandemia tiene un efecto de parálisis de la economía, nos enfrenta a gravísimos problemas sociales…esto altera la sociabilidad, altera las relaciones entre personas, nos remite a comunicaciones indirectas digitalizadas, etc. que por supuesto son un logro importante de las tecnologías modernas, no se puede negar; pero sin que nos excluyan de las verdaderas relaciones interpersonales que toda sociedad debe conservar. Está separando afectos, amigos, compañeros de trabajo y también tiene fuertes matices culturales en el sentido de la cultura entendida no ya como la totalidad, sino en los aspectos ideológicos de valores, de proyectos, de sueños, de lo que uno espera de una sociedad”.

 

Insistió en la calificar a la pandemia como un “fenómeno muy complejo, donde todo esto está muy vinculado, muy interrelacionado, es como si tocáramos una pieza y todas las demás se modificaran” y ligado a esto, el reconocido profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales destacó que “hay una gran oportunidad para un gran debate, por ejemplo, sobre el papel del Estado. Personalmente creo que todos en el mundo le otorgan al Estado un rol de coordinación, de poder, de hegemonía, etc.; pero esto es muy variable de país a país, de potencia a potencia, de países emergentes a países en desarrollo… son variadísimas las funciones y los grados de pertinencia que se le otorgan a los estados. Hay que tener cuidado y no caer en algunas trampas sobre el papel del Estado. En primer lugar, una cosa que hay que decir es que todo aquel que defiende el rol del Estado está cayendo en una especie de engaño que puede ser inconsciente o no, pretendiendo que en el mundo hay libertad de comercio, que en el mundo hay un mercado libre, que se regula por unas especies de leyes tan férreas como la ley de gravedad, por ejemplo; y no hay nada de eso. La economía es una ciencia que estudia fenómenos humanos; por lo tanto, tiene las posibilidades epistemológicas y metodológicas que tiene la sociología, la historia, la geografía…es una ciencia social más, no es una ciencia exacta. Una cosa es la econometría que mide procesos y fenómenos, pero lo tiene también las ciencias sociales. Lo que existe en el mundo y cada vez más es un regreso del proceso y del experimento neoliberal, impulsado en sus comienzos por los Estados Unidos, Inglaterra y demás, y este regreso implica otorgarle más poder al Estado porque para que exista una economía proteccionista es necesario el papel del Estado como un árbitro entre los intereses privados y los intereses públicos”, afirmó.

 

Para Abínzano, la salida de esta pandemia va a estar signada por “una tendencia a fortalecer a los Estados, sobre todo porque los tenemos que preparar, tenemos que preparar a la acción pública, a la gestión pública para futuras catástrofes, que no sería nada raro que se reprodujeran. Creo que es una advertencia sobre el uso que estamos haciendo nosotros del Planeta, del ecosistema, etc. Si es cierto que algunos animales nos han transmitido el coronavirus en una parte del mundo, es porque hay animales que están siendo desplazados de su hábitat”.

 

Descartó de plano la posibilidad esgrimida desde algunos sectores sobre el origen del coronavirus y su relación con una creación desde un laboratorio. Dijo que leyó los informes científicos que hablan de la posibilidad de que este virus haya sido creado en un laboratorio y afirmó en este sentido que “eso está fuera de toda duda y solamente una mente afiebrada puede pensar que esto se trata de alguna especie de agresión hecha a través de un virus”.

 

Durante la entrevista brindada a FM República, profundizó sobre el “peligro” de que la fuerte acción estatal que se da a nivel mundial: “El control social no tiene nada malo, siempre y cuando sea democrático, esa es la diferencia. El control social lo tenemos siempre, no hay Estado que no lo tenga, incluso los más liberales. Pensemos por ejemplo en Estados Unidos, un modelo que se autoproclama como líder en temas como libertad, individualismo, etc…tiene, sin embargo, como Estado, el poder militar más poderoso de la Tierra. La suma de ese poder militar, el volumen de sus gastos militares supera la suma de los gastos de todos los otros países del mundo. Quiere decir que ese es un Estado activo en ciertos aspectos y es totalmente hegemónico y absolutamente autoritario en eso; sin hablar del complejo industrial militar norteamericano que gasta fortunas increíble y quién va a discutirle esa hegemonía”.

 

Añadió que “la palabra control no es en sí misma negativa; si tengo la herramienta democrática, puedo controlar si los jueces actúan correctamente, si los ministros actúan correctamente, si el Poder Ejecutivo lo hace, si la gente está de acuerdo con la ley. Vivimos en sociedades que son por definición, sociedades con reglas y tenemos que respetar esas reglas y para eso debemos tener normas de control y control para que esas reglas se adapten a esas nuevas circunstancias, que pueden ir cambiando…Entonces yo no tengo ningún miedo de que haya mayor control del Estado. Tendría miedo a un control autoritario del Estado, que se imponga a los mecanismos de la democracia. Tenemos sí que profundizar la democracia con más derechos, cada vez con más posibilidades, de una forma cada vez más igualitaria y ahí es cuando funcionan los mecanismos de control democrático”.

 

Sobre la educación virtual y la educación presencial

Sobre el proceso educativo que reemplazó la presencialidad por la mediación tecnológica durante la cuarentena obligada, Abínzano consideró que “todo este proceso de educación actual, a través de los mecanismos que conocemos tiene algo de positivo porque podría abarcar a gran parte de la población. Bien orquestado podría abarcar no solo a quienes se están educando en el sistema formal; podría llegar a infinidad de otras instituciones, de pequeñas organizaciones sociales, cooperativas, organizaciones comunitarias, grupos que viven en zonas rurales apartadas y que por supuesto tendrían que tener los dispositivos necesarios…creo que eso está muy bien; pero nunca…nunca esos sistemas deben reemplazar la relación entre docentes y alumnos, que debe ser personal y presencial”.

 

Dijo que cree firmemente en eso y que “hay que defenderlo porque hay una  forma de transmisión del conocimiento que no se puede lograr con estos sistemas, que tiene que ver con una interacción humana permanente, dinámica. Este sistema (mediado por tecnologías) lleva a una rigidez en estas interacciones. Como toda herramienta, es como un cuchillo Tramontina, con ese cuchillo se puede comer un guiso o se puede matar a alguien. Las tecnologías pueden ser extraordinarias, pero depende para qué se las usa, quién las usa, cómo las usa”.

 

“A mí me gusta ver las aulas llenas, me gusta ver los maestros bien pagos, que tengan todas las mejores condiciones de trabajo y que puedan tener un contacto humano con los alumnos; esto es fundamental porque los maestros, profesores de todos los niveles, no están solamente para llenar unos gabinetes vacíos de datos y de conocimientos…están para proporcionar una formación integral, con diálogos que tiene que ver con la visión de mundo, con los proyectos, con las ideas de Nación, los valores de la sociedad. Pienso que hay que manejarlo de forma muy armónica…pero de ninguna manera puede reemplazar el trato directo”, subrayó.

 

Al cierre de su exposición, coincidió en afirmar que seguramente, la experiencia vivida durante la pandemia en todo el mundo redunde en una sociedad con mejores personas. “La idea de que después de esto la gente sea mejor está en todos los ideales políticos; no hay ideología política que no tienda a algo similar, quizás sean diferentes en los métodos, pero no hay idea religiosa o doctrinaria que no tienda a buscar que los hombres nos tratemos mejor los unos a los otros. Es un vector que hay que tener siempre apuntando hacia una calidad de vida mejor y hacia una relación entre todos los seres humanos que sea igualitaria, respetuosa, que valore a los demás”, cerró.

 

 

ZF

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