El ejemplo de Finlandia

En la sociedad argentina nos encontramos en una encrucijada histórica. Desde 1930 venimos con una tendencia decadente, y en la última década no hubo crecimiento, sufrimos períodos de endeudamiento y default, y un aumento alarmante de la pobreza y la desigualdad.

La nueva República iniciada en el año 1983 no ha podido dar respuesta al desarrollo que aspira la sociedad, lo cual llevó al descreimiento de la dirigencia política a tal punto que el 41,3% de la población se considera independiente desde el punto de vista político (Giacciobe y Asoc; Encuesta de opinión 2974/2020), y este sector constituye la primera mayoría.

 

Tradicionalmente, el Estado argentino ha tomado el hábito de gastar más de lo que produce y de no honrar los compromisos que asume, especialmente los créditos que toma y la moneda que emite para financiarse.  Este comportamiento se traslada y se observa casi idénticamente en parte de la sociedad argentina.

No se ve en perspectiva ningún cambio de situación y todas las políticas económicas aparecen como “más de lo mismo”. Es necesario aplicar medidas que sean disruptivas respecto de lo que se viene haciendo.

 

Para reflexionar un camino a seguir voy a tomar el ejemplo de la situación de Finlandia al final de la Segunda Guerra Mundial, y cómo este país superó las diferencias políticas internas y transformó su derrota en un camino de desarrollo económico, educativo y social.

 

Es poco conocido que Finlandia, durante el mencionado conflicto bélico, hizo su propia guerra contra la Unión Soviética. En una primera etapa pudo avanzar y ocupar los territorios que tenía en disputa, y en una segunda, la Unión Soviética recuperó sus territorios, incluso algunos que ya estaban en manos de Finlandia, razón por la cual tuvo que relocalizar a 400.000 finlandeses.

 

Como consecuencia de los tratados:

«Las pérdidas causadas por Finlandia a la Unión Soviética por operaciones militares y la ocupación del territorio soviético serán indemnizadas por Finlandia a la Unión Soviética por la cantidad de trescientos millones de dólares pagaderos durante seis años en productos (productos de madera, papel, celulosa, transporte marítimo) y embarcaciones fluviales ( maquinaria diversa). » Artículo 11 del Tratado de paz Finlandia-URSS|1944.

 

Esos 300 millones de dólares eran en dólares oro. Este valor actualizado es de US$ 14.700 millones. Considerando que Finlandia tenía unos 4.000.000 de habitantes, la deuda per cápita sería hoy de US$ 3.675.

Llevado a la población actual de Argentina equivale a una deuda de US$ 161.000 millones, muy similar a nuestra deuda pública externa actual.

 

La estructura productiva de Finlandia en 1944 era:

·      Industria Metalmecánica: 14%

·      Madera, pulpa y papel: 33%

·      Otros: 53% (principalmente agropecuaria)

 

La URRS le exigió que la proporción de productos a entregar fuera la siguiente:

·      Industria Metalmecánica:66%

·      Madera, pulpa y papel: 33%

·      Otros: 5%

 

Contrariamente a lo que podría pensarse, las importantes indemnizaciones derivadas de la guerra tuvieron un claro efecto positivo: Finlandia se vio obligada a crear multitud de industrias de la nada, sobre todo la industria metalúrgica.

Finalmente, en 1952 Finlandia terminó el pago de sus compromisos; no tuvo ningún Plan Marshall, ya que Estados Unidos pensaba que si le daba asistencia, esta iba a ser transferida a la URRS a través del pago de indemnizaciones.

 

El éxito finlandés en el cumplimento de sus obligaciones se debió «en gran parte a la realidad intangible de voluntad de un esfuerzo nacional, algo que el análisis económico ordinario es reacio y quizás incapaz de tener en cuenta” (Charles Kindleberger).

La agencia estatal a cargo de la adquisición de los bienes de reparación de guerra (SOTEVA) recibió poderes dictatoriales para obtener recursos, pero tuvo que usarlos solo una vez. La industria cumplió voluntariamente los pedidos bien pagados.

 

Por lo antedicho se observa la voluntad de una sociedad por honrar sus compromisos, en esfuerzo colectivo, en democracia y con diversidad política.

Si bien no somos finlandeses, tal vez podríamos aprender de ellos que debemos buscar, como país, un camino diferente y transgresor para salir de la situación actual, y lograr un cambio determinante y liberador.

 

Ya antes de la pandemia teníamos un 40% de capacidad ociosa de la industria, inmensos territorios y recursos sin trabajar, y un desempleo encubierto elevadísimo. A esto también se agrega una larga historia de ruptura de la confianza.

Cambiemos el esquema de negociación de deuda, actuemos con dureza y no ofrezcamos más bonos financieros, ofrezcamos productos.

 

Que el gobierno instale una agencia al estilo de SOTEVA, y ponga en su directorio a los mejores hombres del partido gobernante y de la oposición. Que la industria, el agro, la minería, la energía se alineen para producir y pagar la deuda.

Seguro habrá privaciones, habrá controversias, pero es un acto de voluntad nacional hacerlo.

 

A la finalización del desendeudamiento aparecerá otro país y otra sociedad, con más industrias y servicios, con expansión de las fronteras agropecuarias, con economías regionales fortificadas, más trabajo productivo, más capacitación hecha en el trabajo.

Si Finlandia lo hizo, nosotros también podemos hacerlo, aunque no seamos finlandeses.

 

 

(*) Por Gustavo Cetrángolo

Ingeniero Agrónomo

 

 

 

Fuentes:
The Political Economy of Post-War Finland,1945-1952; Pihkala Erkki; Jyväskylä: Scandinavian Society for Economic and Social History and Historical Geography, 1999
War Reparations, Structural Change, and Intergenerational Mobility ; Matti Mitrunen, January 2, 2019

 

 

 

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