Priorizar contenidos y enfrentar la desigualdad, el doble desafío de la educación a distancia

A casi dos meses de la suspensión de las clases, la educación a distancia puso en evidencia las profundas desigualdades entre los sectores más favorecidos y aquellos más vulnerables. La doctora en Educación Melina Furman dialogó con Ámbito respecto al tema.

 

Cuando el 16 de marzo se inauguró la educación a distancia como única modalidad de enseñanza en medio de la pandemia de coronavirus, niños, adolescentes, madres, padres y docentes comenzaron a transitar un camino hasta ese entonces desconocido. A casi dos meses de ese día, el panorama educativo es una muestra más de las profundas desigualdades aún vigentes en el país, además de una prueba que incluye a toda la comunidad que integra el sistema.

 

“La implementación de la educación a distancia es muy heterogénea en este momento. Hay instituciones que se pudieron adaptar muy rápido o que ya tenían algunas iniciativas de educación a distancia y plataformas funcionando y otras que tuvieron que acomodarse desde cero. Entonces lo que está pasando es que en sectores más favorecidos hay más uso de plataformas de aprendizaje remoto; y en escuelas que trabajan con sectores más vulnerables es mucho más difícil llegar a los estudiantes porque buena parte de los alumnos no tienen Internet”, sostuvo a Ámbito Melina Furman, doctora en Educación y profesora de la Universidad de San Andrés.

 

Según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, en el país el 19,5% de los alumnos de primaria y el 15,9% de los de secundaria no cuentan con acceso a Internet en el hogar. La Ciudad de Buenos Aires, La Pampa y Tierra del Fuego son las jurisdicciones con los mayores niveles de acceso.

 

Furman explicó que, si bien en general estos alumnos tienen celular, se trata de dispositivos que usan con tarjeta y no tienen datos. “Si bien hay esfuerzos importantes del Gobierno para que plataformas educativas como ‘Seguimos Educando’ no consuman datos, es difícil acceder a todos los chicos”. En este contexto, la especialista explicó que “muchas escuelas y docentes mandan actividades por WhatsApp, por audio, con cuadernillos impresos que también hizo el Gobierno o, en algunos casos, llevan el material a las casas de los alumnos”. Sin embargo, aunque “los docentes y directores están haciendo un esfuerzo enorme para llegar a todos los chicos, aun así no alcanza”, aclaró.

 

Sin fecha anunciada para regresar a las aulas, uno de los desafíos más grandes del sistema educativo es que esta cuarentena no impacte de modo negativo en la trayectoria escolar, principalmente, de los sectores más excluidos. “En la medida en que la pandemia se extienda las desigualdades se van profundizando porque hay chicos que siguen con los aprendizajes en su casa, con ayuda y con tecnología; y hay muchos otros que se van quedando cada vez más atrás. Esto es súper preocupante y parte de la vuelta a la escuela implica ver qué se hace para garantizar ciertos aprendizajes fundamentales de cada año”, sentenció la educadora.

 

Madres y padres, entre el colapso y la frustración

La educación a distancia también apuntó directo a los adultos, quienes en medio de las múltiples dificultades que implica el aislamiento social, preventivo y obligatorio debieron enfrentarse a esta situación extraordinaria sin herramientas pedagógicas y con todo el resto de sus obligaciones cotidianas a cuestas.

 

En ese sentido, Furman mencionó algunas estrategias para que acompañar diariamente a los hijos a la hora de la tarea no sea una experiencia negativa. Así, explicó que es recomendable “tratar de destinarle un rato al día, mantener cierta rutina flexible donde haya un momento destinado a alguna actividad de la escuela, dosificando un poco cada día, y que coincida con el momento en que nosotros como adultos podemos estar disponibles para acompañar (sobre todo en los chicos de primaria). Es importante que los chicos puedan desarrollar lo que en educación se llama ‘el oficio de alumno’. Esto es poder ver dónde va a estudiar, preparar los materiales, organizar sus tiempos, poner foco en una cosa por vez, ver dónde buscar información”.

 

Este modo de enseñanza y aprendizaje también pone en evidencia los que madres y padres desconocen u olvidaron desde aquellos lejanos años en que protagonizaron su propia escolarización. “A veces las tareas de los chicos nos traen temas que no conocemos. Es muy útil usar eso para aprender juntos, para consultar a otras familias si tenemos dudas, usarlas como punta de ovillo”, dijo la autora de “Guía para criar hijos curiosos” (Editorial Siglo XXI). Para ella, la palabra clave es “paciencia”. “A veces nos pasa que nos frustramos porque nuestros hijos no responden como queremos, o van más lento o van más rápido. Si hay más de un adulto en la casa, ver quién está más cómodo con la situación de acompañar a los chicos o ir turnándonos. Y aflojarse, hay momentos en que la cosa no resulta y se puede dejar para otro momento del día”, aconsejó.

 

Zoom y el peligro de dejar de enviar tarea

Pasados casi dos meses desde el último día de clases, algunas escuelas ya disminuyeron la cantidad de actividades que envían a los alumnos o “eliminan” alguna materia durante al menos una semana. Para Furman, esta cuestión es “delicada”. Según explicó, “la escuela tiene que priorizar, poder mandar actividades que sean potentes, que no sean una catarata de actividades sino bien elegidas sobre lo que es importante enseñar”.

 

En ese sentido, añadió que le preocupa cuando “algunas escuelas dejan de mandar actividades o disminuyen mucho la cantidad que mandan en pos de no abrumar a la familia”, ya que “los niños y los adolescentes necesitan tener trabajo de la escuela como parte de su rutina. De a poquito, dosificando, es muy importante garantizarles a los chicos que en estos días tengan la tarea de la escuela y el aprendizaje como una actividad de disfrute”. Sin embargo, la especialista también aclaró que “el otro extremo tampoco es positivo, hay que llegar a un equilibrio, pero sin renunciar a actividades”.

 

En cuanto al furor por plataformas como Zoom, aseguró que “si bien son válidas no garantizan que una clase sea buena o mala. El secreto para que funcione bien es no replicar la clase expositiva de un montón de horas”.

 

¿Y qué hay de lo emocional, de aquello que se compartía en las clases presenciales tanto entre los alumnos como con los docentes? “Plataformas como el Zoom nos permiten estar todos juntos a la vez, es valioso porque nos reencuentra y eso es importante en estos días: la parte afectiva, vernos aunque sea a distancia es clave para que los chicos y los grandes puedan aprender”, concluyó Furman.

 

Fuente: Ámbito

ZF

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