Presos y libertades

Todas las personas queremos la seguridad de la sociedad, y algunas otras también buscamos la garantía del debido proceso.

En este marco no queremos civilizadamente que los delincuentes reciban el mismo trato miserable que le dieron a sus víctimas.

Somos diferentes a ellos, debemos serlo necesariamente. Me niego a ser siquiera parecido a un asesino o un violador. Paralelamente a ello, los delincuentes deben ser tratados con severidad.

Dicho esto me gustaría referirme a al balance matemático de la cuestión en las cárceles, en especial de la Provincia de Buenos Aires, y del Área Metropolitana, donde se registran la mayor cantidad de delitos y se alojan a los criminales más feroces y despiadados del país.

En este marco, se instaló desde hace mucho tiempo la idea de que los detenidos «entran por una puerta y salen por la otra».

Se dice esto casi mecánicamente, inconscientemente, como un latiguillo verbal de un adolescente que no puede pensar por sí mismo, sino a través de sendas imitaciones superficiales. Un adolescente carente de una personalidad formada.

No quiero abrir una polémica inútil, pero les dejo la siguiente inquietud: En torno a los presos y sus liberaciones. Hace 27 años, cuando yo me recibí de abogado, la provincia de Buenos Aires, tenia 18.000 presos. Hoy tiene 51.000.

Y hay personas que hablan de «puerta giratoria».

Es más, por cada libertad otorgada, con prisión domiciliaria,  hay 745 rechazadas.

Es muy cierto que la delincuencia en las calles ha crecido, pero ante la estadística que les he dejado: ¿me pueden explicar dónde está la puerta giratoria?

 

 

(*) Por Hugo López Carribero
Abogado Penalista

Director del Instituto de Derecho Penal
Colegio de Abogados La Matanza, provincia de Buenos Aires

 

 

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