El Macá Tobiano, una especie amenazada por el desarrollo de actividades humanas en la Patagonia argentina

En esta oportunidad, desde la ONG Aves Argentina, del Programa Bosque Atlántico, comparten con los lectores información de una especie amenazada de la Patagonia Argentina. Fue categorizada ‘en peligro crítico’ por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza. Esta categoría indica que la especie puede desaparecer en sólo 10 años si no se toman inmediatamente medidas extremas.

 

 

A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.

En esta oportunidad, compartiremos información de aves de importancia del Sur argentino, una muy especial. El macá tobiano (Podiceps gallardoi), un ave endémica de la Patagonia Austral que pertenece a la familia Podicipedidae, una pequeña familia de aves, representada sólo por 23 especies a nivel mundial, que se caracterizan por estar particularmente bien adaptadas a la vida acuática.

En Argentina podemos encontrar otras 6 especies de esta familia, entre ellos el macá común (Rollandia rolland), el macá grande o huala (Podicephorus major), el macá plateado (Podiceps occipitalis), el macá plateado del norte (Podiceps juninensis), el macá gris (Tachybaptus dominicus) y el macá pico grueso (Podilymbus podiceps).

Los macáes son las únicas aves capaces de desarrollar todo su ciclo de vida en el agua. Ni siquiera necesitan ocupar tierra firme para su reproducción, ya que construyen nidos flotantes, anclados a la vegetación acuática de los lagos y lagunas que habitan.

A diferencia de la mayoría del resto de las aves, sus patas están ubicadas en la parte posterior de su cuerpo y poseen dedos lobulados. Está disposición que genera inestabilidad y torpeza en tierra firme, resulta ser un eficiente método de propulsión bajo el agua, ya que con rotaciones precisas le permite bucear con rapidez y agilidad entre la vegetación acuática.

El macá tobiano fue descubierto por la ciencia recién en 1974 en la Meseta de Las Vizcachas, cerca de Calafate, en el oeste de la provincia de Santa Cruz.

Inicialmente se creyó que era una de las aves más raras de la Argentina, con solo 150 individuos, pero gracias a posteriores exploraciones a otras mesetas del oeste de Santa Cruz se descubrió que la población era bastante mayor. Por ese entonces se estimó que la población total debía rondar entre los 3000 y 5000 individuos.

A finales de los 80’s se detectaron además los primeros macáes tobianos en las cercanías de Puerto Natales, Chile, aunque aún no se ha registrado reproducción en el vecino país.

Es un ave de tamaño mediano, de unos 35 cm. Ambos sexos son similares. Fácil de distinguir gracias a su cuello, ventral y flancos blanco brillante y su cabeza completamente negra, con la frente blanca y un vistoso copete eréctil de color castaño rojizo. En la parte posterior del cuello tiene una línea oscura.

Foto: Darío Podestá. 

 

Las plumas cobertoras son negruzcas y su dorso es también oscuro, casi negro. A esto se debe su nombre “tobiano”, ya que asemeja al pelaje homólogo en caballos. En la zona donde reproduce se alimenta exclusivamente de pequeños invertebrados, como caracoles, crustáceos y larvas de insectos, mientras que en los estuarios, donde pasa el invierno, parece también aprovechar pequeños peces como la sardina fueguina, además de crustáceos y otros invertebrados que son abundantes.

En las mesetas del oeste de Santa Cruz, que se elevan entre los 500 y los 1500 metros de altitud sobre el nivel del mar, se encuentra un vasto sistema de lagunas basálticas que recolectan las escasas precipitaciones anuales y concentran las mayores comunidades de aves de estos áridos paisajes. A pesar de las bajas temperaturas y los fuertes vientos, allí habita y se reproduce durante los meses de verano el macá tobiano.

De comportamiento gregario, se reúne para formar colonias de diferentes tamaños (entre 5 y 75 parejas por colonia) y construye sus nidos, en forma de plataformas flotantes, con la única planta acuática que crece en estos lagos, conocida localmente como ‘vinagrilla’, responsable del característico color rojizo de las lagunas de esa región.

El ciclo reproductivo se inicia hacia fines de noviembre con vistosos y complejos cortejos, que incluyen saltos, aleteos, carreteos, buceos y veloces movimientos del cuello. A continuación, la pareja construye el nido en conjunto y si bien pone dos huevos, hay pocos registros de parejas de macáes criando ambos pichones: cuando el primer huevo eclosiona, el segundo es abandonado en el 97% de los casos, resultando en una tasa de reproducción extremadamente baja (comparativamente, otros macáes crían hasta 6 pichones por camada).

El período de incubación es de aproximadamente 3 semanas y es llevado a cabo por los dos individuos de la pareja. Si bien al nacer los pichones pueden, en circunstancias extraordinarias, nadar desde el primer día, su sistema de termorregulación no estará desarrollado del todo hasta dos semanas después, por lo que pasará la mayor parte de sus primeros días en el lomo de sus padres, al abrigo del frío y el viento, entre sus alas.

 

Foto: Lucila Guevara.

 

Hacia fines de marzo y con la llegada de las primeras heladas, los macáes inician su migración hacia los estuarios de los ríos Gallego, Coyle, Santa Cruz y Chico, sobre la costa atlántica de la misma provincia. Allí pasarán el invierno y solo el observador atento podrá distinguirlos a la distancia. Antes de iniciar su migración de primavera de regreso a las mesetas, se ha registrado como la mayor parte de la población de macá tobiano se concentra en un único estuario, el del Río Santa Cruz-Chico.

En 2009, ornitólogos y conservacionistas de Aves Argentinas volvieron a visitar las lagunas de las mesetas santacruceñas y notaron con gran preocupación lo difícil que resultaba encontrar esta ave. Tras dos campañas subsiguientes pudieron colectar suficiente información como para determinar que había sufrido una reducción de su población del 80% en 25 años. Solo quedaban 800 individuos. Por esto, fue categorizada ‘en peligro crítico’ por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza. Esta categoría indica que la especie puede desaparecer en sólo 10 años si no se toman inmediatamente medidas extremas.

Como causas para este declive se determinaron la presencia del visón americano (Neovison visón) en las lagunas de nidificación – técnicos del equipo han sido testigos de cómo un solo individuo de visón aniquiló una colonia, matando más de 30 adultos en una sola noche –, la expansión de la gaviota cocinera (Larusdominicanus) – debido sobre todo al crecimiento de los centros urbanos/basureros a cielo abierto y que preda sobre los nidos –, la introducción de la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss) – que modifica los perfiles limnológicos de las lagunas – y los cambios en los patrones climáticos, que alteran los ciclos hídricos del sistema de lagunas y la disponibilidad de la vinagrilla para la construcción de nidos.

En los diez años que han pasado desde que se conociera el frágil estado de conservación de esta especie, y gracias al trabajo comprometido de biólogos, conservacionistas, ornitólogos de Aves Argentinas, Ambiente Sur y el CONICET, se ha logrado estabilizar a la población de macá tobiano.

Sin embargo, sigue siendo una especie en peligro crítico y hoy enfrenta nuevas amenazas debido al desarrollo de nuevas actividades humanas. Se han iniciado las obras para la construcción de dos represas hidroeléctricas sobre el río Santa Cruz, que modificarán irreversiblemente las características del estuario y la comunidad biológica que de él depende. Como mencionábamos más arriba, en este estuario se congrega la mayor parte de la población de macá tobiano a fines del invierno y las consecuencias que puedan tener las represas sobre este estuario podrían afectar a la totalidad de su población.

Por esto, urge hoy estudiar características específicas todavía desconocidas de la especie, como sus rutas migratorias y sus sitios de descanso o la fidelidad de los individuos a las lagunas de reproducción, para comprender mejor cuáles son sus requerimientos ecológicos y proponer estrategias de conservación superadoras que aseguren la preservación de la especie para el futuro.

 

 

 

Por Tamara Zalewski / Aves Argentinas

 

DL / PE

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