Desde hace un par de meses atrás, en busca de nuevas experiencias, Pablo decidió abrir caminos y llegó hasta el país escandinavo. En medio de la pandemia por covid-19, el joven brindó detalles acerca de las medidas sanitarias tomadas por las autoridades locales, donde las restricciones difieren de las de Argentina.
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Pablo Capellari, de 26 años, es un Ingeniero Agrónomo oriundo de la localidad de Apóstoles que desde hace ya meses atrás se encuentra establecido en Copenhague, Dinamarca. En diálogo con Misiones Online, indicó que si bien en Argentina llevaba una vida muy buena, siempre estuvo presente el deseo de atravesar nuevas experiencias, motivo que lo terminó llevando hasta Europa.
“Realmente es más que satisfactorio poder vivir y comprender la realidad de otros países en el mundo. Aprendo mucho en el día a día y pueden verse las cosas que nos hacen falta mejorar en Argentina”, expresó.
A raíz de la pandemia por coronavirus, en todo el mundo se debieron tomar importantes decisiones en lo que respecta a materia sanitaria. Nuestro país, por ejemplo, fue uno de los primeros en actuar de forma anticipada para frenar el avance de la enfermedad y así evitar el colapso del sistema sanitario.
Aquí, donde hace ya casi un mes desde que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, la situación es muy distinta a cómo se vive en Dinamarca. Según explicó, las cifras actuales son de unos 6.500 casos confirmados y alrededor de 300 fallecimientos. En Argentina, en tanto, el total de casos está cerca de los 2.500 y el número de muertos ascendió a 109.
A pesar de registrar un mayor caso de contagios y decesos, las pocas medidas restrictivas que rigen allí están prontas a levantarse. Un ejemplo son las clases, las cuales desde hoy comienzan a dictarse nuevamente luego de que el Primer Ministro, Mette Frederiksen’s, asegurara que están conformes con los resultados obtenidos tras la cuarentena.
La gente puede salir a la calle, siempre y cuando respeten el distanciamiento.
“Nunca estuvo prohibido salir de las casas, sí se prohibieron las reuniones de más de 10 personas y se hicieron campañas sobre medidas de prevención. La gente puede salir, hacen mucho deporte al aire libre y paseos, pero respetando el distanciamiento y los cuidados, principalmente en supermercados”, añadió.
En una primera instancia, tras la confirmación de los primeros casos de coronavirus, habían cerrado las escuelas, las universidades y espacios donde hay aglomeración de personas como ser gimnasios, clubes, bares y restaurantes. En otra etapa, luego, tomaron la decisión de cerrar también las fronteras.
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El acceso a la salud es gratuito en Dinamarca. Entre una de las observaciones a destacar es que a cada persona se le asigna un médico, el mismo a quien deben acudir si presentan síntomas de coronavirus. A partir de ese momento el profesional, vía telefónica, evalúa a través de preguntas al paciente y, de ser necesario, envían a un enfermero quien realizará un test domiciliario cuyos resultados estarán listos en el lapso de entre 24 y 48 horas.
“Acá los test de coronavirus se realizan en las casas cuando las personas tienen síntomas. Es para evitar los contagios y para no saturar el sistema de salud”, contó.
Una fila de personas para ingresar al supermercado.
Respecto a medidas económicas, el ingeniero afirmó que desde el Estado hicieron foco en el mantenimiento de las empresas privadas y, durante todo este tiempo, se encargaron de pagarles a los empleados el 70% de sus sueldos y así impedir que deban ser despedidos.
En cuanto a las estrategias desarrolladas en Argentina, Capellari sostuvo que si bien al principio le parecieron un tanto exageradas, entendió que eran necesarias ya que se tratan de sistemas de salud diferentes. “La gente no estaba para nada preocupada o alterada, solamente cumplían con lo que el Gobierno les pedía pero llevando su vida de forma normal”, explicó.
“Rápidamente comprendí que las decisiones tomadas en Argentina fueron buenas y necesarias. Las consecuencias podrían ser peores”, cerró.
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A.B.V.
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