Héroes cotidianos: frente a la pandemia, un hombre ofrece en Santo Tomé comida gratis y ducha con agua caliente a los camioneros

Eduardo Amaya en su Parrilla Del Cordobés, ubicado en la localidad correntina, recibe a los transportistas que deben seguir trabajando durante la cuarentena obligatoria.

 

El diccionario de la Real Academia Española explica que heroína o héroe es la persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble. Si bien esta definición parece bastante terrenal, lo cierto es que desde hace muchas décadas atrás, fueron las mismas sociedades las que convirtieron a los héroes en individuos superiores a la media, con poderes inalcanzables para el ciudadano de a pie y que sólo podían existir en revistas de ficción. No por nada, a las palabras héroes y heroínas le agregaron el prefijo “super”.

 

Pero toda ha empezado a cambiar. Con la irrupción del nuevo coronavirus (covid-19), el planeta entero ha entrado en una crisis sanitaria y económica sin precedentes. Dentro de tanta incertidumbre, la palabra “héroe” ha emergido con fuerza. Pero ya sin la necesidad de acudir a la ficción para encontrarlos, están ahí donde siempre estuvieron, aunque no eran vistos. En los hospitales, en los supermercados, llevando un pedido, asegurando el abastecimiento de la comida y de los servicios públicos. Médicos, policías, repartidores, cajeros, repositores, científicos, voluntarios, obreros y todos los demás. Personas que desde el anonimato se enfrentan cara a cara con el “enemigo invisible” saliendo de sus casas.

 

Eduardo Amaya es uno de los miles de “héroes cotidianos” que hay en la Argentina. Nacido en la provincia de Córdoba, “Chino”, como le dicen sus amigos, fue camionero y esa vocación lo llevó a conocer en Santo Tomé, Corrientes, luego de un viaje, a quien hoy es su esposa. Impulsado por el amor, se casó y abrió al borde de la ruta nacional 14 su propio negocio gastronómico que no podía llamarse de otra manera que “La Parilla del Cordobés”.

Eduardo Amaya

Días antes de que se decretó la cuarentena obligatoria en Argentina, Eduardo ya había tomado una decisión. Alertado por todo lo que veía en las noticias, puso a disposición de sus compañeros camioneros su parrilla para poder descansar un rato, ducharse y comer un plato de comida caliente; todo de forma gratuita.

 

“En total están llegando entre 15 y 20 camioneros por día”, narró Eduardo a Misiones Online.

Los transportistas siguen con sus tareas habituales en medio del aislamiento social, seguro y obligatorio. Son un factor clave para garantizar el abastecimiento de alimentos, remedios y combustible en todo el país. El confinamiento los encuentra prácticamente sólos en las rutas, sin posibilidad alimentarse o higienizarse ante la falta de bares o restaurantes en las carreteras.

 

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En la Parrilla del Cordobés pueden ponerle por un momento el freno a sus vehículos y disfrutar de un buen momento. Tienen la posibilidad de bañarse con agua caliente y luego saborear de un almuerzo o de una cena de acuerdo al horario en el que hayan llegado.

El menú va variando. Un día puede ser puchero, en otro poroto y en ocasiones un asado. La carne como el resto de los productos corren por cuenta de Eduardo, que no recibe ninguna ayuda externa en su misión solidaria. Juntó él trabajan su hijo y un joven misionero de Aristóbulo del Valle, quienes se dividen las tareas.

A veces, en medio de la comida, aparece una guitarra y automáticamente el lugar se convierte en una pequeña peña.

 

“Mis hijos son músicos, yo no, pero me gusta mucho tocar la guitarra y cantar. El camionero es muy bohemio y siempre hay uno predispuesto a hacer sonar un instrumento o a cantar”, indicó.

Video:Facebook

 

El Facebook de la parrilla se ha inundado con fotos y palabras de los camioneros que han pasado por ahí y agradecen el gesto. “Él no es un político ni menos un cabecilla de nuestro supuesto sindicato. Él es el chino, un ex colega que con sacrificio les da un plato de comida y un baño para ducharse a nuestros colegas sin costo alguno. La verdad un maestro con un corazón enorme que me dijo esta fraseEl oro convierte hasta el más pobre en rico, pero al más rico en un miserable”, escribió uno de ellos con la imagen de Eduardo.

Eduardo no está excepto de las consecuencias que produjo el coronavirus. Él y su pareja viven desde hace 12 años del otro lado del puente de la Integración en Sao Borja, Brasil, ciudad lindante con Santo Tomé. Para poder estar en su parrilla, tuvo que alejarse de su esposa a quien no ve hace 20 días y sólo mantiene contactos por teléfono.

 

“Sería bueno que aquel que pueda colaborar con algo, que lo haga, para ayudar a los que lo necesiten”, sentenció.

 

LD

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