Argentinos en el exterior: el misionero Matías Escobar, desde Nueva Zelanda describe cómo viven la pandemia por coronavirus en un país donde han registrado solo una muerte

Es de Posadas, pero vive en la ciudad de Ashburton desde hace más de 6 años. Para Matías Escobar (33) este es un país que le representó muchas oportunidades, y por ello, finalmente decidió afianzarse con proyectos de desarrollo personal con la meta puesta en lograr la residencia en Nueva Zelanda. Hoy, trabaja ocupando el cargo de Jefe Supervisor en una fábrica multinacional de enlatados de alimentos congelados de exportación, a cargo de la logística con un equipo de 12 personas y en la coordinación general de un plantel de 200 operarios en los diferentes procesos.

En una entrevista con Misiones Online,  el posadeño compartió su experiencia viviendo en el extranjero en un contexto global crítico por la pandemia de coronavirus, pero en la que se ha logrado «controlar» la curva de contagio y evitar muertes por el virus. Comparte las medidas cotidianas que han adoptado en su trabajo y en el país para evitar contagios de COVID-19, y relata cómo esta situación afectó en su vida.

“En lo personal, estoy sorprendido con todo lo que está ocurriendo. Son muchas sensaciones encontradas, me siento a veces un poco asustado, preocupado y triste de ver lo que está sucediendo en el mundo, ya que cada día llega alguna nueva noticia y las autoridades van adoptando nuevas medidas, que con el tiempo se van reforzando. En Nueva Zelanda se presentan diferentes situaciones y nuevos datos, y eso lleva a reforzar medidas desde el gobierno local”, explica Matías.

En este país se alcanzó un máximo de 89 contagios por día de coronavirus el 2 de abril, y desde entonces el número diario de casos nuevos se redujo a 67 este lunes y 54 el martes. La gran mayoría de los casos, las autoridades de salud lo vinculan a viajes internacionales, lo que hace que el seguimiento de contactos sea relativamente fácil, y muchos se consolidan en grupos identificables. Debido a que hay poca evidencia de transmisión comunitaria, Nueva Zelanda no tiene un gran número de personas que abruman los hospitales. Hasta el momento, falleció por coronavirus una anciana, que presentaba otros problemas de salud.

Después de solo 102 casos confirmados, se anunció un bloqueo de alerta Nivel 4 en el que todos, cerrando el ingreso al país de todo extranjero. Solo los trabajadores esenciales se mantienen en actividad, el resto tiene que quedarse en sus casas durante cuatro semanas (transitan la tercera semana). La medida adoptada por la Primera Ministra del país, Jacinda Ardern, es destacada por la prensa internacional «por el liderazgo y el alto nivel de la funcionaria para manejar hasta el momento la crisis».

 

Jacinda Ardern

“Al ser uno de los países más alejados de aquellos de mayores contagios, en abril recién se empezaron a sentir las consecuencias de la pandemia del famoso Coronavirus. De solo dos casos de contagio a fines de marzo, pasamos a tener casi cien casos de un día para el otro», señala Matías.

«Nueva Zelanda es un país muy organizado, y como también es pequeño, apenas sintieron la amenaza ya comenzaron la cuarentena nacional, en la cual todos respetan, por miedo y por el simple hecho de ser respetuosos con la seguridad, la higiene y todo lo que influya o afecte a la sociedad”, describió el misionero respecto al comportamiento social ante las medidas obligatorias implementados por el gobierno neocelandés.

Respecto a la localidad de Ashburton, dijo que «es un pueblo, y como todo pueblo, la gente tiene mucho miedo. Los pequeños locales se encuentran cerrados por todo abril. También cerraron los pocos lugares sociales en los cual se compartían espacios. Hay muy pocas actividades comerciales reconocidas como esenciales, siguen trabajando los supermercados y las estaciones de servicio (donde se controla que no se junten más de 100 personas en un mismo momento). Para ello, hay control por horarios y por cantidad de gente, se establece mantener una distancia entre dos a tres metros entre unos y otros (mayor que el recomendado en Argentina), por lo que hay extensas filas para comprar en los supermercados”, agregó.

Además, es regla no aceptar pagos en efectivo, ya que es considerado como un factor de riesgo de contagio. «Todo es con tarjeta y con el sistema “Pay Way” en la mayoría de los casos. Por el momento, no se registró en Ashburton un caso positivo, pero sí hay casos de personas con el virus en ciudades cercanas. La gente se mantiene alejada de la calle. Si salen, salen solos, a caminar, a comprar o a pasear sus mascotas, pero todos se aseguran de tomar los recaudos necesarios para hacerlo”, remarcó Matías.

En lo personal, asevera que sigue «al pie de la letra» todas las recomendaciones de las autoridades. “Trato de salir de casa lo menos posible, suspendí todo tipo de reuniones con gente que no vive conmigo, no compartimos el mate, me lavo las manos las veces que sean necesarias. Aquí han cerrado muchos lugares de trabajo, solo se mantienen abiertas las empresas que proveen alimentos -como en mi caso, sigo trabajando-, hospitales y farmacias, que fueron reconocidas como de servicios esenciales para la población. Se implementó en NZ un número telefónico gratuito al cual se puede llamar ante sospecha de síntomas y ellos te dan instrucciones sobre qué hacer o adónde hay que ir, además de todos los pasos a seguir para mantenerte lejos de otras personas, y así evitar incrementar el contagio. Todo es a modo de precaución, y hay que llamar aunque sea un simple resfriado”, indicó.

Serán 4 semanas de estricto encierro en Nueva Zelanda, y tal vez se extienda un poco más la cuarentena. “Todo se verá más adelante, según cómo evolucione la situación en el país”, agregó.

Por primera vez, festejó un cumpleaños diferente, ante el aislamiento obligatorio. 

 

El impacto social frente al coronavirus

Para Matías, los cambios impuestos con el aislamiento obligatorio significó en su vida cotidiana un “impacto fuertísimo». Explicó que por su personalidad de alto perfil social, le cuesta mantener la distancias con sus amistades. «Pero hay que hacerlo», reconoce.

«No sé si es por ser argentino, latino, misionero, o por el simple hecho de ser una persona muy sociable, pero para mí es difícil mantenerme lejos de mis amistades, dejar de juntarse a compartir una comida, un asado o tomar unos mates. Se cortaron las charlas y las actividades sociales, y nos sumergimos a la simple y vacía área del internet y los celulares”, reflexiona.

En su trabajo, al ser una fábrica exportadora de alimentos, continúan trabajando “normalmente” en producción, pero con muchas novedades en los protocolos para mantener segura a las personas que trabaja en la empresa y a sus respectivas familias. “Desde hacer un test para controlar la temperatura corporal en la entrada a la fábrica, todos los días antes de ingresar al trabajo, hasta separar las áreas de descanso por sectores de trabajo. Tampoco se permite el traslado del personal en un mismo auto si no viven en la misma casa, se agregaron baños químicos, entre otras diferentes ordenes internas, las cuales debemos seguir en forma estricta”, precisó.

Los vínculos sociales en el trabajo se limitaron a “cero”. Todo se maneja en forma remota o por medio de radiofrecuencia la mayoría del tiempo. “Si necesitas hablar con alguien en forma personal, hay que respetar y hacerlo a más 3 metros de distancia”, manifestó, exponiendo lo difícil que es para todos este nuevo proceso. “La realidad es que es una experiencia nueva y todos tenemos miedo o no sabemos bien cómo reaccionar ante algunas situaciones”, agregó.

Por ello, los vínculos que se mantienen son con aquellas personas que se conviven, en familia o amistades con quienes se resida, algo muy habitual entre los jóvenes inmigrantes latinoamericanos.

Clima de trabajo, antes de la cuarentena.

 

Sobre lo que sucede en la Argentina y en la provincia, donde tiene a sus familiares más cercanos y amigos, sigue en forma cotidiana las noticias a través de Misiones Online. “Deberían los argentinos escuchar más a las autoridades del gobierno, que a diferencia de otros países de primer mundo, desde afuera se ve el esfuerzo por hacer las cosas bien. Pero de la gente lo que uno ve es la falta de códigos y principios, que no sigue las recomendaciones y eso empeora la situación del país, ya que ponen en riesgo a niños y adultos», advierte Matías.

Por otra parte, mencionó también que «vale aclarar que no son todos los que no cumplen el aislamiento, vemos también a otra mucha gente ayudándose unos a otros y apoyando vía internet en este mal momento que todos estamos pasando. Está claro decir que lo mejor que podemos hacer todos es #QuedarseEnCasa. Es la única manera de dar un gran apoyo a los más débiles y necesitados, que son los más expuestos a contraer el virus”, recalcó.

A nivel mundial lo único que importante ahora es la unión para frenar la pandemia. “Para ello, cada Nación tiene que tomar las medidas necesarias, y asegurarse que la gente las siga para un bien común. La crisis económica en este momento nos golpea a todos, pero creo que el mundo unido, -no importa el idioma, las clases sociales, la moneda o el poder- está ante un momento que debe priorizar ser más humano. Esto tiene que ayudar a darnos cuenta que la vida de todos está en riesgo. Todos nos paramos en la misma tierra, solo hay que ser más humildes para aceptarlo, y colaborar”, expresó Matías.

 

Nueva Zelanda, un país de oportunidades

De igual forma, Matías se define como un optimista por naturaleza. Asegura que aun tiene mucho camino por recorrer en tierras kiwis, ya que le acerca a nuevas oportunidades de crecimiento personal.

Su meta es lograr la residencia en el país y desde allí hacer base para conocer el mundo y poner en marcha proyectos propios. “Logre mucho más de lo que me esperaba, es un país que te abre puertas, y las oportunidades cada uno las va creando”, asevera.

Aunque reconoce que, el arranque de los primeros años ante el cambio de vida en otro país fue “durísimo”, ya que no hablaba el idioma inglés y llegaba a un país donde nadie habla español, sumado a una cultura totalmente diferente de los países de Latinoamérica. “Esto no es fácil”, pensó, pero ya estaba en Ashburton.

“De pronto se toma conciencia que ya no estaban tus hermanos para defenderte o tu mamá para ayudarte con algunos papeles. Te encontrás solo y en un nuevo mundo. Pero todo se supera, los idiomas se aprenden y como dije, Nueva Zelanda te abre las puertas en todos los sentidos”, asevera.

La distancia con la familia argentina de alguna manera ya lo maneja bien. “Sin dudas, en las actuales circunstancias preocupa estar lejos de tus seres queridos, familia y amigos. Cuando se vive en otro país, uno siempre siente ese miedo de que pueda pasar algo mientras uno no está cerca. Siempre deseamos lo mejor, y con lo que ocurre ahora, uno está alerta por el miedo de que en cualquier momento pueda afectarle a una persona cercana, ya que es algo que puede pasar. De igual forma, trato de no pensar en eso en estos momentos, y la mayoría del tiempo, manejo mucho lo positivo. Creo que uno atrae lo que piensa, y soy más de confiar en las buenas energías siempre”, fue el mensaje de posadeño.

De lo que más disfruta el posadeño son los vínculos generados con personas de diferentes países. 

 

Un enamorado de las tierras “kiwis”

Matías decidió irse del país para aprender de otras culturas, idiomas y buscar un crecimiento personal. “Mi primer viaje fue al Morro de Sao Paulo, en Brasil, en el año 2011. Me interesaba aprender más sobre la cultura brasileña y su idioma, en ese momento todavía era bailarín y profesor de danzas en Posadas. Amaba bailar, es algo de familia”, explica, ya que es hermano del reconocido coreógrafo y bailarín de Hip Hop, Gustavo Escobar, y en aquel momento formaba parte de su grupo High Quality Crew (HCQ).

Pero el viaje a Brasil le abrió otro mundo, después de dos años de conocer gente de diferentes lugares, diferentes lenguas, diversa gastronomía, estilos de música, y que todo eso le llenara el alma, decidió en 2013 un nuevo proyecto, y partió con destino a Nueva Zelanda. “La idea era vivir una experiencia por un año o dos, poder aprender el inglés, trabajar y ahorrar. En ese momento también quería profesionalizarme en las danzas urbanas, pero por problemas de idioma no pude, y ya después la vida me llevó por otros caminos. Nueva Zelanda me atrapó, y es así que hace más de 6 años que estoy firme en este destino, enamorado de las tierras kiwis”, asevera.

Quedarse en Argentina no era opción en aquel entonces. “El país siempre en crisis económica y sin políticas de inclusión laboral, era uno de los problemas, pero no era la causa principal. El argentino siempre se «amaña» para ser feliz con lo que tiene. Fue en el fondo una cuestión personal de buscar algo más de lo que podría llegar a conseguir en la Argentina. Algo que me faltaba, y que sentía un impulso de dejar mi tierra para embarcarme a nuevas aventuras. Después de llegar a Nueva Zelanda entendí qué era lo que buscaba. Encontré la seguridad, la paz, la tranquilidad, aprendí que hagas lo que hagas siempre vas a estar bien, que nunca te va faltar nada, que trabajar duro si vale la pena, que se puede crecer hagas lo que hagas, camines donde camines y trabajes donde trabajes”, expresó.

«En otros países que he conocido, a nadie le importa que auto uno maneja o en que barrio vivís, como te vestís o que música te gusta. Nadie presta atención a si sos un pelado o tenés rastas, no hay prejuicios para relacionarte con los demás. Por cierto, en mi última visita a Posadas en un boliche de la Costanera no permitieron mi ingreso por llevar rastas. ¿Se puede creer que esto suceda en la actualidad?”, se preguntó.

Matías Escobar se propuso conocer distintos lugares del mundo, con base en Nueva Zelanda.

 

“En Nueva Zelanda me abrieron las puertas en muchos sentidos, y además las dejó abiertas para que puedan entrar amigos, familia, incluso personas a las que ayudé a que viajen, aunque aún no los conozca personalmente. Eso me completa en Nueva Zelanda. Tiene una forma de vivir diferente, es un país con menos prejuicios y la gente es muy unida. Es una sociedad diferente que me enseñó a respetar al otro y a ser respetado, seas como seas y hagas lo que hagas. Todos somos seres humanos que merecemos respeto y amor mutuo”, reflexionó finalmente el misionero.

En ese contexto, la crisis por la pandemia es una prueba más a superar, sin perder de vista los muchos  y nuevos proyectos en carpeta. “La verdad es que estoy feliz con mi vida aquí, con todo lo logrado. Sigo creciendo cada día, con nuevas metas. No me falta nada, y puedo ahorrar para visitar a la familia en Misiones. Todo lo logrado también se lo debo a la familia que me tocó, ellos son los que me enseñaron a ser fuerte, humilde y decidido a la hora de querer algo. Lo más difícil fue alejarme físicamente de mi madre, eso es lo que más cuesta, pero la tecnología nos acerca”, expresó.
Sin dudas, la meta más deseada por el misionero será aplicar como residente neozelandés.

 

“Lo más difícil fue dejar a mamá y el baile, pero llevo la música a todos lados y a mi madre, María Vivero, en mi corazón todos los días”.

 

 

 

 

 

Por Patricia Escobar

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