“Así es cómo debe levantarse la cuarentena”: qué aconseja hacer una de las máximas eminencias en la lucha contra el coronavirus

Gabriel Leung es, quizá, la voz más autorizada para hablar sobre el coronavirus COVID-19 en Asia. Es quien pone en duda las proyecciones del régimen chino y de quienes no creen que todo termine para el final de abril en aquel gran país. Epidemiólogo de enfermedades infecciosas y decano de Medicina en la Universidad de Hong Kong, este reconocido médico alerta al mundo desde enero -casi en soledad- sobre los peligros del brote nacido en Wuhan, China, y que se extendió al mundo en forma de pandemia en apenas tres meses.

 

Leung explicó cómo será la forma en que se deberá salir de las cuarentenas y los aislamientos obligatorios dictados por Gobiernos alrededor de todo el mundo y que esa situación no puede durar para siempre. De manera prolongada, advierte, causará “enormes daños a las economías y comprometerá la buena voluntad y la salud emocional” de las personas.

 

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“Se necesita un marco formal, con un fundamento explícito basado en la ciencia, para determinar cuándo y cómo y en función de qué factores relajar las restricciones y cómo volver a aplicar algunas o todas ellas en caso de que otra ola epidémica golpee nuevamente”, recomienda el científico hongkonés. “La contención ha fallado en todas partes. En algunos lugares -Wuhan en febrero; norte de Italia en marzo-, la epidemia se extendió tan rápidamente que las autoridades pertinentes tuvieron que centrarse principalmente en mitigar sus efectos, en el control de daños. En otros lugares, la represión ha funcionado hasta ahora: Hong Kong, Singapur y Taiwán no han experimentado epidemias locales sostenidas. Todavía no, al menos”.

 

Sin embargo, el epidemiólogo sabe que esos confinamientos obligatorios cerrando casi toda actividad generarán grandes trastornos en las economías, provocando daños que nadie sabe hasta dónde llegarán. Sobre todo, esto preocupa a las potencias de Europa y a los Estados Unidos, resumió. Leung también sabe que, lógicamente, “el primer objetivo debe ser proteger las vidas, y eso significa evitar el colapso del sistema de atención médica”.

 

Para que ello ocurra, describió a los hospitales “como la última línea de defensa” en la batalla contra el coronavirus. “Cuando su capacidad para manejar emergencias se ve abrumada, como en Bérgamo, el norte de Italia, o en áreas de España, no tiene mucho sentido teorizar sobre lo que estoy a punto de hacer: todo lo que puede hacer es arremangarse, conectar a los pacientes por vía intravenosa goteos y ventiladores, e intentar salvar tantas vidas como sea posible con cualquier medio disponible”.

 

“Pero pasado ese punto (o, preferiblemente, antes), el objetivo final debe ser reducir la epidemia a un ritmo lento para ganar tiempo para que la población mundial adquiera, de una forma u otra, inmunidad a la COVID-19. La pandemia sólo puede evitar que resurja cuando al menos la mitad de la población mundial se haya vuelto inmune al nuevo virus. Y eso puede suceder de una de estas dos maneras: después de que suficientes personas se hayan infectado y se hayan recuperado o que hayan sido inoculadas con una vacuna”, resumió Leung.

 

“Luego, habiendo determinado cuál es el Rt en realidad, los responsables de la toma de decisiones podrían ajustar con mayor precisión sus intervenciones para mantener ese número en un nivel aceptable para ellos y sus electores. Un Rt de 1 significa que la epidemia se mantiene estable: por cada persona infectada, otra se infecta, y cuando la primera se recupera o muere, la segunda la reemplaza. El tamaño del grupo total de personas infectadas sigue siendo el mismo. A una tasa inferior a 1, la epidemia se desvanecerá. Por encima de 1, crecerá, quizás exponencialmente”, advierte el profesor de la Universidad de Hong Kong.

 

Para Leung cada ciudad o Gobierno deberá precisar en qué porcentaje del Rt está moviéndose su población infectada. “Cada comunidad debe determinar el número reproductivo efectivo en tiempo real que puede aceptar dadas sus propias circunstancias, en particular la etapa de la epidemia en la que se encuentra. Aun así, para todas las comunidades esa determinación esencialmente requiere hacer lo mismo: calcular la cantidad de nuevas infecciones diarias que su sistema de salud puede manejar sin implosionar”.

 

“Luego, una vez que está claro qué puede soportar el sistema de salud, uno debe preguntarse qué puede aceptar la economía y, por separado, qué puede aceptar la gente. Incluso si el sistema de atención médica puede tolerar casi 1.420 nuevas infecciones al día, ¿se asustarían Wall Street, los mercados financieros y, lo que es más importante, la economía real? ¿Y cuánto tiempo puede la población aceptar las restricciones requeridas para mantener ese nivel de infecciones? ¿La gente dejará de cumplir?“, son preguntas que según el experto en epidemias deben hacerse los Gobiernos.

 

“No hay una respuesta correcta o incorrecta sobre la mejor manera de responder a una amenaza tan grande y compleja como esta pandemia. Uno puede imaginar una variedad de puntos de vista individuales: ‘Prefiero proteger la economía y arriesgarme con la epidemia’; ‘Prefiero no arriesgarme y permitir que la economía se dispare, en parte porque estoy seguro de que se recuperará en un año’; ‘Ya me estoy volviendo loco después de una semana de encierro’; ‘No puedo verme aferrado a esto durante tres meses’. Este rango es la razón por la cual el público en general, especialmente en las democracias occidentales, debería tener la oportunidad de dar forma a esta discusión”, resumió.

 

Por último, Leung concluyó: “Después de lograr una disminución sostenida en el Rt y reducir el número de casos nuevos diarios a una línea de base aceptable gracias al estricto distanciamiento físico, una sociedad puede considerar la relajación de algunas medidas (por ejemplo, reabrir escuelas). Pero debe estar listo para volver a imponer restricciones drásticas tan pronto como esas cifras críticas comiencen a aumentar nuevamente, como lo harán, especial y paradójicamente, en lugares que no han ido tan mal hasta ahora. Luego, las restricciones se deben levantar y volver a aplicar, y levantarse y volver a aplicarse, siempre que la población en general necesite suficiente inmunidad contra el virus. Tratar de ver nuestro camino a través de la pandemia con este enfoque de ‘suprimir y levantar’ es muy parecido a conducir un automóvil en un camino largo y tortuoso. Uno necesita pisar los frenos y soltarlos, una y otra vez, para seguir avanzando sin chocar, todo con la vista puesta en alcanzar el destino final de manera segura”.

 

Fuente: Infobae

D.A.

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