Coronavirus: la modista posadeña que confeccionó barbijos para su familia y ahora los agentes de la Policía son sus principales clientes

Cristina Erikson es una reconocida modista del barrio Alta Gracia que en plena cuarentena decidió confeccionar barbijos para su familia y las fotos que compartió en un grupo de WhatsApp, fue el disparador para sumar clientes. Son de tela, cuestan 50 pesos y el hijo mayor de la familia, Diego, los reparte mientras vende artículos de limpieza.

 

La pandemia del coronavirus obligó al aislamiento y provocó una abrupta caída de ingresos económicos, sobre todo en aquellos grupos familiares que dependen, en parte, de la recaudación diaria en tareas ambulantes o de generación doméstica. Sin embargo, no todos se dejan dominar por el drama y la angustia y sacan a flote el espíritu emprendedor y también solidario. Ese es el caso de Cristina Erikson, la modista de 45 años del barrio Alta Gracia, que en la génesis de la cuarentena se animó a confeccionar barbijos para los integrantes de su familia y rápidamente se transformó en una ocupación en tiempos de “quedarse en casa” y un ingreso económico “que ayuda”.

Acostumbrada a trabajos temporales en época de Estudiantina, Recepciones de colegios o a atender a madres que a última hora buscan el traje para el acto del hijo en la escuela, Cristina, mamá de tres hijos y esposa de Hugo Silva (maestro mayor de obras) diseñó su propio barbijo con la tela que tenía a mano. Cuando quedó conforme con su obra, ofreció tímidamente sus modelos en el grupo de WhatsApp integrado por familiares políticos y enseguida, la lista de pedidos obligó a horas extras frente a la máquina de coser. “Las fotos de los primeros barbijos estaban en el estado de WhatsApp y de a poco me fueron pidiendo”, cuenta Cristina, madre de Gabriela de 22 años, Fabián de 25 y Diego de 31 años. Fue precisamente el hijo mayor, el único que no vive en la casa, en el que se transformó en repartidor de los barbijos, ya que diariamente se encarga a la venta de artículos de limpieza y está dentro de las actividades exceptuadas por el decreto de aislamiento.

El boca a boca, la viralización por grupos de WhatsApp, la escasez en farmacias y el buen precio ofrecido, fueron el combo que activó la producción de los barbijos de Cristina. “Mediante un familiar llegó un barbijo a un policía. Él lo llevó puesto a su trabajo y enseguida empezaron a pedirme más sus propios compañeros”, cuenta la modista. “Tienen un valor de 50 pesos, son de tela y se puede encargar por teléfono al 3764-760264”, se anima Cristina.

Confeccionar un barbijo le insume alrededor de 30 minutos a Cristina que en una semana tuvo que dividir sus tiempos entre las tareas domésticas y la producción de 20 barbijos a pedido. “Parece que gustaron los barbijos porque personas que no conozco me pidieron”, confió Cristina desde su pequeño búnker dominado por telas blancas.

Una muestra de solidaridad y emprendedurismo en tiempos de cuarentena donde una vez más se cumple la frase que cada crisis, es una oportunidad.

 

 

DG

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas