Aves Argentinas te cuenta sobre “El Suindá”, una hermosa lechuza que se encuentra entre el misticismo y una realidad no muy alentadora para su especie

La Lechuza de Campanario (Tyto furcata), conocida como Suindá en Guaraní y Chuinda en Mbyá-guaraní, en el Litoral Argentino posee gran riqueza en lo que a mitos y leyendas se refiere. En esta publicación compartimos conocimiento para ayudar a que alejemos las supersticiones y dejemos de creer que son de mal augurio, ya que por causa de los estas creencias culturales, y a los supersticiosos que las hieren y ahuyentan de sus nidos, hemos perdido en muchos lugares un aliado importantísimo en el control de plagas.

 

 

A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online

EL Suindá es una de nuestras aves que tienen un papel muy importante en la concepción de estos mitos y leyendas, ya sean diurnas o nocturnas, su comportamiento, a veces críptico y sus vocalizaciones tétricas, hacen volar la imaginación y estas dan vida a muchos personajes mitológicos.

De nuestras místicas habitantes nocturnas “Las Lechuzas”, una de las más significativas para el Litoral Argentino es El Suindá o Lechuza de Campanario (Tytofurcata), aunque su popularidad no es la esperada por la mayoría de nosotros, ya que su fama de “mal agüero”, le ha costado en muchas ocasiones la pérdida de hogar, sus nidos, su territorio, y en muchas otras hasta la vida.

En esta publicación compartimos conocimiento para ayudar a que alejemos las supersticiones y dejemos de creer que son de mal augurio, ya que por causa de los estas creencias culturales, y a los supersticiosos que las hieren y ahuyentan de sus nidos, hemos perdido en muchos lugares un aliado importantísimo en el control de plagas.

A su vez, los invitamos a reflexionar, sobre “que daño le podría hacer a alguien un ave tan hermosa”.

Aquí un poco del conocimiento Mbyá-guaraní de las aves y una de sus leyendas, para conocer el porqué del rechazo de algunas personas hacia esta hermosa lechuza, y conocer el tiempo que hace que se la persigue.

Según el trabajo de Marilyn Cebolla Badie, para los integrantes de las de las comunidades aborígenes, está clasificado como un “Kondo”, lo que para nosotros sería “Lechuza”, se lo denomina “kondo Chuinda”.

Comentaban que cuando volaba cerca de las casas y hacía un ruido como ¡Ufff! es que algo cayó en la trampa e iban a volver cargados (se iban a cansar) así es como les avisaba el Chuinda. Pero cuando hacía ruido de golpe de machete (un sonido metálico) quería decir que alguien iba a morir o que venían noticias de otro lugar diciendo que alguien iba a perder la vida.

Foto: Nicolás Pavese

 

Los paisanos explicaron que también se lo llama “ijetapapu” porque de noche, a veces, hace un sonido como de tijera al cortar (sonido metálico). Se decía que corta los cabellos del que va a morir, anunciaba la muerte de alguien, comentaban también que una vez vino una epidemia de tos convulsa, y en las noches cuando escucharon el sonido de el “jetapa” que iba de una casa a otra, le preguntaron a los ancianos el significado y estos aducían que estaba anunciando muerte.

Antes, los Mbyá, cuando escuchaban al Chuinda, mudaban de lugar la aldea, o si sequedaban era porque aceptaban que podían perder a alguien de la familia.

Foto: Marcelo Javier Wioneczak 

La leyenda

Era una costurera joven que tenía siete hijos.  No obstante la pobreza de su existencia, le agradaba sobremanera vestir lujosamente y lucir sus trajes en toda clase de fiestas y de reuniones.

Una noche, al regresar a su casa después de varias horas de alegría, recibió la enorme y desgarradora sorpresa de comprobar que todos sus hijos habían muerto de frío. Fue tanta su desesperación de madre, que agarró la tijera y comenzó a cortar las siete mortajas que necesitaba, casi sin darse cuenta de lo qué hacía. En eso estaba, cuando se fue transformando poco a poco en ave. El paso de un Suindá por la vecindad de un hogar, imitando perfectamente el ruido característico de una tijera en acción, es tan temido por los supersticiosos, y muy mala seña para una familia es oír el suindá por siete veces en el transcurso de una sola noche.

También tiene varias representaciones en el Cancionero popular, donde algunas de sus letras rezan «Toda la noche silbaba el Suindá volando bajo», donde se le atribuye el anuncio de la muerte de una madre a nuestra hermosa “Lechuza blanca”, El Suindá o Chuinda en Guaraní, lo que nos demuestra que está muy arraigada su leyenda en la cultura popular.

Foto: Haydee Cabassi

 

La especie

Las Lechuzas de Campanario (Tytofurcata) pertenecen a un grupo de aves principalmente nocturnas, todas tienen una cabeza bastante grande y redondeada, con ojos dirigidos hacia adelante como en los humanos. Su plumaje es suave, a menudo bastante esponjoso, todos tienen pico curvo y puntiagudo y generalmente garras poderosas con uñas curvas y afiladas, como una adaptación para el carnívoro.

Sus ojos se fijan frontalmente como en los humanos, sus campo visual es similar al nuestro y con visión binocular, pero a diferencia de nosotros, sus globos oculares son fijos, no pueden poner los ojos en blanco ni moverlos de ninguna manera, por lo tanto, giran la cabeza para poder ver detrás de ellos, pueden girar la cabeza a través de un arco de aproximadamente 270°, y así mirar hacia atrás con gran facilidad, aunque sus ojos son más pequeños que las demás Lechuzas, pueden distinguir más detalles que el ojo humano y también son capaces de maximizar los contornos de las formas con las intensidades de luz más bajas. Pero no ven los colores como la mayoría las aves, y solo perciben tonos de grises.

Foto: Marcelo Javier Wioneczak.

 

Asimismo poseen modificaciones en las plumas de las alas, generalmente la décima primaria, las mismas poseen un borde en forma de peine o dentado en su pluma primaria exterior, la superficie de esas plumas de vuelo está cubierta con una estructura aterciopelada que absorbe los sonidos producidos al aletear, suprimiendo el ruido al cortar el aire, lo mismo se aplica al plumaje suelto y suave del cuerpo, lo que las hace sumamente silenciosas.

Las lechuzas netamente nocturnas como esta, poseen un oído sumamente sensible, ubicado en el borde del disco facial, el mismo cumple la función de una antena parabólica dirigiendo el sonido hacia el orificio auricular, lo que las hace unas de las aves predadoras más eficientes a la hora de encontrar sus presas en la oscuridad, y les hace ganar el primer lugar en controladoras de plagas, cómo roedores, los cuales son transmisores de enfermedades y dañan cosechas. En campos de Europa se han colocado “cajas nido” para las lechuzas, para que las mismas sean las controladoras de plagas y no los pesticidas.

 

Foto: Nicolás Pavese

 

Su vocalización, que cuenta con un repertorio bastante tétrico, que puede llevar al oído poco conocedor a confundir y atribuirles esos sonidos a cualquier “ente” solo dejando volar la imaginación, con su chistido “shhhhíitt”, su “cli, cli, cli, cli, cli”, su blanco inmaculado y su comportamiento, dieron lugar a una leyenda que la ha hace una de la lechuzas menos deseadas de ver y oír por la gente de nuestro litoral.

Como determinación de sexo de la especie, se concluye en que las hembras no llegan a ser tan blancas como los machos y ellos no llegan a ser tan moteados como las hembras, además de lo que ya sabemos, que en las aves rapases, las hembras son siempre más grandes que los machos, incluso en las nocturnas, aunque en este caso es casi imperceptible, pero el peso de la hembra es ligeramente superior.

Esperamos con este aporte, darle el lugar que el “Suindá” realmente merece, como colaborador en el control de plagas y no como un “ente” que anuncia desgracia.

 

 

 

Por Marcelo Javier Wioneczak con la colaboración de Alejandro Di Giacomo / Aves Argentinas.

 

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