El 10 de marzo del año 2002 River le ganaba a Boca en la Bombonera y la noticia más importante parecía ser que se cortaba una larga racha sin triunfos millonarios en ese reducto. Pero no. El misionero Rojas tenía otros planes.
Con la cancha mojada por la lluvia y cuando el barro empezaba a hacer estragos y a los 43 minutos del segundo tiempo, hubo un jugador de River que corrió como si el partido empezara. Ese era Ricardo Rojas.
Se retiró hace 14 años y asegura que nunca más pisó un estadio de fútbol. Vive en una ciudad de 25 mil personas – Puerto Rico– y le escapa a la tecnología: “El fútbol fue como un libro. Lo leíste, lo disfrutaste, quizás repasaste un capítulo porque te gustó cómo lo relataban, pero terminó el libro, se cerró y agarrás otro libro”, sentencia.
📆 10/3/2002
A 18 años de la inolvidable vaselina de Rojas 🎩🤩 pic.twitter.com/TVziLX1U40
— River Plate (@RiverPlate) March 10, 2020
Ricardo Rojas, el autor de uno de los goles más lindos en la historia de los superclásicos con su vaselina a Boca disfruta de la vida en su ciudad misionera, Puerto Rico, sin andar corriéndole desde atrás a este beneficio-martirio que es la tecnología.
El ex River usa la computadora sólo para una cosa específica, tiene un legendario celular Nokia 1100 que acepta llamadas o mensajes de texto –tiene el juego de la viborita–, no mira la televisión y decide informarse en breves lapsos cuando toma contacto con la radio. Ricky supo tener el elixir del éxito pasional del fútbol en sus labios y ahora prefiere jugar los miércoles con los amigos en la cancha del barrio entre asados y alejado del asedio del mundo virtual.
Su humildad lo caracteriza y tal vez por su distanciamiento de los medios de información que él mismo reconoce, nunca sepa que el gol que hizo hace 18 años, sigue siendo noticia.
DL