Reflexión del Pastor David Decena: «El fervor del espíritu: los que toman la posta»

El consejo del apóstol Pablo a los romanos era sencillo: No pierdan su capacidad de servir a Dios con el impulso que su mismo Espíritu les da. Éste nos lleva a realizar todo con entusiasmo, esmero, eficacia y urgencia. La vida cristiana sin fervor, tiene las patas cortas, así que un cristiano sin fervor no podrá llegar muy lejos. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.

 

“Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu” Romanos 12:11 (NVI)

 

La vida cristiana no existe sin fervor. El diccionario define “fervor” como el “entusiasmo o ardor con que se hace algo”. En otras palabras, Pablo estaba queriendo decir que hay una entrega pasional que nos da el Espíritu, y es la misma que nos permite trabajar con diligencia. La persona diligente es aquella que pone interés, velocidad y eficacia en la realización de una tarea. El consejo del apóstol a los romanos era sencillo: No pierdan su capacidad de servir a Dios con el impulso que su mismo Espíritu les da. Éste nos lleva a realizar todo con entusiasmo, esmero, eficacia y urgencia. La vida cristiana sin fervor, tiene las patas cortas, así que no podrá llegar muy lejos.

 

LA BÚSQUEDA DE DIOS

 

Mi intención es que nos enfoquemos en una característica que Dios busca en el cristiano, y solo lo encontramos en alguien fervoroso: Tomar la posta. La imagen de tomar la posta viene del atletismo, y hace referencia a la carrera de relevos. En ésta, un equipo de atletas debe ir pasándose un tubo denominado “testigo”, que apenas es tomado hace al atleta responsable de seguir adelante. En otras palabras, tomar la posta es asumir la responsabilidad que antes correspondía a otra persona.

 

La búsqueda de Dios está enfocada en estas personas. Aquellos que se niegan a ser uno más de la multitud, para responder al llamado de Dios de ponerse en la brecha y pelear la buena batalla de la fe. Por eso Él dijo a través del profeta Ezequiel:

 

”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie. Por eso ahora derramaré mi furia sobre ellos y los consumiré con el fuego de mi enojo. Haré recaer sobre su cabeza todo el castigo por cada uno de sus pecados. ¡Yo, el SEÑOR Soberano, he hablado!”. Ezequiel 22:30-31 NTV

 

El fervor nos lleva a ser las personas que el Padre está buscando. Aquellos que se animan a decirle que sí a Dios, sin importar dónde terminen, lo que cueste, y lo que haga el resto. Muchas veces Dios buscó quien pudiera tomar la posta en un ámbito, y no lo encontró.

 

Todo lo que implica dejar la comodidad, desafía al ser humano. Por eso necesitamos entender que los planes de Dios son para gente que desafía su inercia, y se anima a llegar donde otros no llegaron.

 

TRES CUESTIONES DE UN FERVOROSO QUE TOMA LA POSTA

1) PAGAR EL PRECIO DE LA RECONSTRUCCIÓN

 

Cuando Jesús abrió Isaías 61 y lo leyó para anunciar lo que con Él comenzaba, entre los pasajes de ese capítulo está:

 

“Reconstruirán las ruinas antiguas, restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones” Isaías 61:4 NTV.

 

Sobre todo seguidor de Jesús pesa la responsabilidad de reconstruir lo que el enemigo destruyó. Este es un llamado compartido, que puede desarrollarse, cualquiera sea el ámbito donde Dios nos llama. En todos lados vemos los resultados de la naturaleza del enemigo: robo, muerte y destrucción. Y por supuesto que no es sencillo reconstruir el muro roto, hacerlo implica un esfuerzo. El problema de muchos es que cuando ven que es necesario un esfuerzo para vivir plenamente la vida cristiana, dan marcha atrás. Sin sacrificio no hay vida cristiana.

 

Nuestra vida plena nació del sacrificio de Jesús, y va a ser engendrada en otros mediante nuestra entrega. Así que el fervor nos llevará a ser individuos dispuestos a pagar cualquier precio, con tal de reconstruir lo que el enemigo destruyó. Nuestro impacto será sobre individuos, familias, ámbitos de influencia, ciudades y naciones. Y la reconstrucción será posible porque lo tenemos todo por pérdida con tal de alcanzar a Cristo y mostrarlo al mundo.

 

2) IR CONTRA LA CORRIENTE

El problema de Dios era no encontrar alguien que fuera contra la corriente. En ese momento todos los que deberían seguirlo, que era el pueblo de Israel, practicaban la injusticia (tal como se muestra en los versículos anteriores). Solo yendo contra la corriente de este mundo, y a veces contra esa parte de la iglesia un tanto tibia, lograremos iluminar con la justicia del cielo.

 

Practicar la justicia es, por encima de todo, vivir en santidad. La santidad es un bien cotizado y difícil de encontrar. ¿Qué es santidad? Es vivir el estilo de vida que agrada al Padre, trae bienestar a nosotros mismos, y la gente que nos rodea; éstos son los tres afectados por la santidad. El Padre se alegra con el hijo que camina alineado a su corazón; nosotros mismos nos privamos de las consecuencias del pecado, y las personas que nos conocen son bendecidas por nuestra justicia. Por eso el apóstol Pedro habla con tanta claridad de esto en 1 Pedro 1 y 2.

 

“Pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo».” 1 Pedro 1:15-16 NTV.

 

Y más adelante el mismo Pedro dice: “Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa” 1° Pedro 2:9 NTV

 

La santidad es parte esencial de la naturaleza de Dios. Cuando practicamos la santidad, y la adoptamos como parte de nuestra identidad, nos parecemos a Él. Y al hacerlo, nos convertimos en un “pueblo elegido”, “sacerdotes”, “nación santa”, y “posesión exclusiva” de Dios, para poder “mostrar a otros la bondad de Dios” que nos quitó de las tinieblas. En pocas palabras, la santidad nos aparta para Dios, y nos convierte en un faro para el mundo. La gente verá la bondad del Padre en nosotros, y querrá vivir lo que vivimos.

 

3) ESTAR DONDE DIOS NOS LLAMA A ESTAR

Ezequiel 22:30 (NTV). La comodidad es uno de los peores enemigos del creyente. ¿Y si el problema de Dios pasaba por no encontrar a una persona que quisiera movilizarse para estar donde Él quería que esté? La pereza está muy ligada a la comodidad, y esto no es propio de un cristiano fervoroso. Por eso Proverbios dice: “El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos.” Proverbios 13:4 NVI

 

Necesitamos aceptar que la voluntad de Dios no siempre significará una posición de mayor comodidad y reposo. Todo lo contrario. La gran mayoría de las veces implicará salir del lugar de confort, y movilizarnos. Si somos seguidores de Jesús vamos a ambicionar Sus deseos, y los vamos a perseguir con diligencia.

 

Debemos renunciar al temor a lo desconocido. No le pongamos límites mentales ni geográficos a Dios. Los primeros nos detienen con ideas preconcebidas que nos dejan donde estamos. No siempre nos va a gustar lo que Dios nos empujará a hacer, y no siempre vamos a sentirlo como algo que nos emocione profundamente. Los segundos (límites geográficos) nos dejan en un trabajo, proyecto o territorio; cuando Dios está queriendo que derramemos nuestra vida en otro.

 

Está científicamente comprobado que mientras menos conocemos el mundo (físicamente hablando), más limitados estamos en nuestra capacidad de soñar. Es importante vencer el temor a lo desconocido, porque si Dios nos envía, Él nos va a respaldar.

 

Que Dios te bendiga y tengas una semana de completa victoria!

 

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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