#MesDeLaMujer: «Tenía que pedir permiso para que mi nena me muestre sus cuadernos y para hacerla dormir entre mis brazos»

Tras recuperar su libertad, Cecilia Rojas trata de ganarle al tiempo, entre mates, estudios y juegos con su hija, de ahora 20 años, la misionera mira con esperanza el futuro, sin dejar de recordar que a veces la justicia puede ser injusta.

 

«Estoy indignada con la justicia, pero pongo un punto y sigo adelante», con esa frase Cecilia Rojas inició su diálogo con Misiones Online. La mujer que salió en libertad después de estar 15 años tras las rejas, narró algunas de las peripecias que atravesó para no hundirse en la depresión y cómo su familia fue el impulso para seguir adelante.

 

Ese fatádico día donde perdió la vida Ersélide Leila Dávalos, crimen del que se le acusó como cómplice y que después de más de una década se le imputó, fue también el inicio del calvario de Rojas, quién a pesar de asegurar constantemente su inocencia, fue puesta tras las rejas por, en este tiempo como ella afirmó, perdió etapas cruciales de la vida de su nena, tuvo que afrontar la muerte de su madre y la impotencia de no poder disfrutar del abrazo de los suyos con libertad.

 

Su única meta para seguir adelante a pesar de todo lo que padeció era su hija, su padre y su hermano. «Mi familia jamás me abandonó y siempre estuvo conmigo (…) me  he caído un montón de veces, pero me he vuelto a levantar. Viví la muerte de mi mamá estando adentro y solo con la meta de mantenerme firme diciendo que soy inocente y que debo seguir peleando para poder estar con mi niña».

 

 

Recordó que criar a Bianca, como se llama su hija, estando encarcelada, fue extremadamente difícil.  Rememoró cómo su hija se dormía en sus brazos cada miércoles que iba a visitarla y que en una ocasión una guardia le prohibió cargarla.

 

«El sistema carcelario es terrible y la última vez que fui al penal estaba igual. Yo debía pedir autorización para sacar los lápices de colores de mi hija o para que ella pueda ingresarme sus cuadernos y mostrarme sus avances. Cuando esa guardia se acercó y me dijo: Rojas, tu hija no puede sentarse encima suyo, debe estar al frente tuyo, me molesté muchísimo. Mi nena no era un objeto, no podía compartir una mesa. Hasta los 9 años de mi nena, mi papá venía a comer conmigo, pero luego no soportó más la presión carcelaria», informó.

 

Con indignación agregó:  «imagínate que mi nena tenía cinco años y la impotencia que sentí de no poder estar en sus primeras experiencias, en su primera menstruación y sus cosas de mujer (…) es difícil porque es como si fuéramos las dos grandes viviendo algo que no pudimos vivir. Esta es una parte de tu vida muerta y para la nena es difícil. Yo creo que el tiempo cura todo y si tenés mucho amor como mi madre me crió con amor, quizá pueda curar».

 

Discriminación y violencia

 

Para Cecilia, su condición de mujer influyó en el tratamiento de la fiscal hacia su caso. «Siendo la fiscal una mujer, ella nos prejuzgó y dijo cosas que en un juicio no debió decir, calificando un hecho con temas que no tenían nada que ver: ¿vos tuviste relaciones con fulano? Ella hizo abuso de autoridad y violencia de género», sostuvo.

 

Añadió que toda esta experiencia la impulsó a sentarse a estudiar, leer y aprender a qué instancia podía recurrir para solicitar justicia «estuve tocando la puerta de todos los lugares. Eso también me mantuvo viva porque todas las puertas se me cerraban», comentó.

 

«A diferencia de estos tiempos, las mujeres éramos muy juzgadas, debíamos quedarnos en la casa y si te ibas al boliche decían cualquier cosa de voz (…) prejuzgabamos a las mujeres, pero hoy es más liberal, podemos tener libertad».

Ganándole una carrera al tiempo

Rojas explicó que aprendió a desconfiar de las personas, pero principalmente a valorar muchas cosas coma a su familia.

 

«Hoy que me vine a Buenos Aires para hacer unos trámites, vine con mi hija Bianca, así pasamos tiempo juntas, disfrutamos de nuestro espacio, el poder dormir con ella en otro lugar y son cosas totalmente diferentes que en su momento no lo hice, porque criarla detrás de una reja fue redificil (…) Decimos que las mujeres tienen más derecho, pero el Estado misionero no me ayudó».

 

Entre sus planes está el terminar la secundaria y cursar a la par secretario ejecutivo y jurídico. «Mi hija quiere estudiar conmigo ahora (…) en este tiempo estoy tratando de salir adelante como toda persona, soy ama de casa y disfrutando todo lo que no pude. Salgo a caminar de la costanera, a veces mi papá no puede salir por su estado de salud».

 

Sostiene que su hija es la que le enseña el uso de las redes sociales. «Ahora que está grande, miro a mi hija tengo precauciones en muchas cosas, ellos son más vivos que nosotros y mi hija me enseña un montón de cosas», dijo entre risas.

 

Cecilia destacó el apoyo de su padre y su hermano. «Mi mamá falleció en el 2006 y él estuvo enfrentando este proceso con mi nena, realizando su trabajo y junto a mi hermano fueron los que inculcaron a ella a seguir adelante cuando no quiera ir a la escuela».

 

 

SPM

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