El Tordo Amarillo, una verdadera perla del pastizal de los campos naturales del Sur Misionero

Es un ave muy bella, identificada como en peligro de extinción. Actualmente, encontrarse con ellos en un humedal del nordeste argentino es un hallazgo único, inclusive para los que realizan el arduo trabajo para protegerlos. Conocé la importancia de la especie y los proyectos en marcha para su conservación con la ONG Aves Argentinas.

 

 

A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.

 

Hoy presentamos al Tordo Amarillo, que integra junto con Boyeros, Varilleros y otros Tordos, la familia Icteridae, exclusiva del continente americano.

 

Tanto su  nombre vulgar, como su denominación científica, Xanthopsar flavus, hacen alusión directa  a su intensa coloración amarilla. Su distribución original abarcaba  los pastizales naturales y humedales de una extensa región del cono sur en Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina.

 

En nuestro país, fue una especie común y con muchas referencias de viajeros y naturalistas del siglo 19 y comienzos del siglo 20, que documentaron bandadas muy numerosas y datos sobre su biología.

 

Se distribuía por las provincias del este y litoral, llegando hasta el sur de la provincia de Buenos Aires.

 

La drástica y progresiva pérdida de su hábitat, y  su captura como ave de jaula, llevaron a la especie al borde de la extinción local, y su distribución actual, quedó reducida al 10% o menos de  la original.

 

Su número en Argentina no sería mayor a 600 individuos, con dos poblaciones fragmentadas: una en el nordeste de Corrientes, vinculada a la cuenca del río Aguapey, y otra en el sureste de Entre Ríos, en el  departamento Gualeguaychú.

 

Foto: Raúl Chumilo

 

Registros en el Sur Misionero

 

Para la provincia de Misiones, cuenta con registros acotados al sur provincial, y hasta el año 2000, una pequeña población reproductiva aún habitaba la cuenca del arroyo Garupá. A posteriori, los registros se hicieron más escasos y distanciados en el tiempo. Hay un avisaje actual de un pequeño grupo en cercanías de Candelaria  (NdR: en la Reserva Natural Privada Urutaú ) – que podría responder a un movimiento estacional desde la vecina población correntina.

 

Debido a esta situación, es una especie amenazada de extinción a nivel global, categorizada como En Peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y BirdLife International, y En Peligro Crítico en nuestro país.

 

Se encuentra poco amparada en los sistemas nacional y provincial de áreas protegidas. Es interesante destacar que en la provincia de Misiones, el Tordo Amarillo se encuentra protegido por la ley provincial 4138, que lo declara “Monumento natural provincial” a partir del año 2004, junto con el Yetapá de collar (Alectrurus risora), otra especie en peligro de extinción y que ocasionalmente aparece en el sur misionero.

 

Foto: Aníbal Noro.

 

Son aves de llamativo plumaje: el macho tiene un amarillo brillante en la cabeza, hombros y ventral que contrasta con un negro intenso en el dorso, cola y alas; mientras que la hembra es parda, en lugar de negro, y presenta un color amarillo más pálido.

 

Sus  hábitos son gregarios, es decir, viven en grupos sociables todo el año, incluso cuando anidan, formando  colonias desde unas pocas parejas hasta varias decenas. Suelen asociarse a otros ictéridos, como el Pecho Amarillo (Pseudoleistes virescens) y el Guirahuró (Pseudoleistes guirahuro), con los que puede  confundirse fácilmente a la distancia. Es frecuente hallar estos grupos de tordos, asociados en los sitios de alimentación, a individuos de Monjitas Dominicanas (Xolmis dominicanus).

 

Estas últimas actúan a modo de centinelas, posándose en sitios más altos y alertando a la bandada de tordos sobre la presencia de potenciales predadores como algunas rapaces.

 

Para buscar comida utilizan áreas abiertas con pastos cortos, incluso lejos del agua y también rastrojos y cultivos, y aún sitios quemados recientemente. Se alimentan  de insectos y otros invertebrados, incorporando ocasionalmente algunas semillas. Los tordos “escarban” con el pico para hallarlos.  Esta forma de buscar alimento se denomina “gapeo”, y es un movimiento peculiar , que se origina en una adaptación anatómica de un músculo que inserta en la base del pico, y que sólo se encuentra en la familia de los ictéridos.

 

 

 

La temporada de cría ocurre entre octubre y diciembre. Es un bello espectáculo ver su comportamiento de cortejo, donde los machos se exhiben mostrando sus colores en  vuelos y persecuciones, o bien emitiendo sus trinos desde una percha expuesta en el pastizal. Es una especie socialmente monogámica, es decir que macho y hembra se aparean y se ocupan de los cuidados parentales.

 

A diferencia de las áreas de forraje, para anidar prefieren sitios con densa vegetación bien húmeda, como bañados o cañadas, incluso con la presencia de plantas exóticas como los cardos. La postura es de 3 o 4 huevos, que sólo la incuba la hembra durante 14 días. En la reproducción, al Tordo Amarillo se le suma otra amenaza para su conservación.

 

Según las últimas investigaciones su éxito reproductivo, está siendo muy afectado por otro ictérido, el Tordo renegrido (Molothrus bonariensis), un pájaro parásito obligado de cría que pone sus huevos en nidos de otras aves para que estas incuben sus huevos y críen sus pichones.

 

En este comportamiento, las hembras de Renegrido suelen picar intencionalmente los huevos del Tordo Amarillo, antes de poner los propios. De este modo, se aseguran eliminar la futura competencia entre pichones de ambas especies.

 

Como resultado de esta interacción, y considerando que al menos la mitad de los nidos de Tordo Amarillo que se han estudiado, fueron víctimas del Renegrido, es que su éxito reproductivo desciende abruptamente con una escasa producción de pichones propios. La presencia de Tordos Renegridos, podría estar vinculada a una expansión e intensificación de la ganadería en la región. Los nidos son además, vulnerables a varios predadores naturales como serpientes y rapaces.

 

El Tordo Amarillo va desapareciendo en silencio. La pérdida inexorable de los pastizales naturales debe revertirse o al menos mitigarse, antes que su presencia en nuestro país sea un recuerdo del pasado. La creciente industria de la forestación en el litoral argentino, es la principal amenaza actual, a la que se suman otros cultivos agrícolas con el consiguiente uso de agroquímicos, la intensificación de la ganadería pastoril, el drenaje de bañados y las quemas no planificadas. Además, sigue siendo perseguido por la captura ilegal de fauna para uso en macotismo, como sucede  aún en el sur de Entre Ríos.

Aves Argentinas y sus proyectos

 

En el contexto regional, desde hace más de una década Aves Argentinas trabaja implementando un proyecto global impulsado por BirdLife International, llamado “Alianza de Pastizal” cuyo objetivo principal es preservar la biodiversidad en pastizales ganaderos del Cono sur, mediante prácticas más amigables y herramientas sustentables para seguir produciendo carne.

 

A nivel mundial ha ganado experiencia el manejo in situ de aquellas especies, que como el Tordo Amarillo enfrentan la amenaza concreta de la extinción a corto plazo, y de las cuales sobreviven pequeñas poblaciones y con bajo éxito reproductivo. Un ejemplo local es el Proyecto Macá Tobiano, impulsado por Aves Argentinas y otras instituciones.

 

Esta es una de las herramientas que se ha empezado a utilizar en el “Proyecto Tordo Amarillo”, un trabajo conjunto entre Aves Argentinas, investigadores de CONICET, a través del CECOAL de Corrientes, organismos provinciales, distintos COAs (Club de Observadores de aves), Aves de Gualeguaychú y un grupo de voluntarios locales.

 

QQU no de los avances más significativos consistió en la implementación de los “Guardianes de Colonia”, un grupo de personas integradas por los entidades mencionadas, que hace una protección activa de las colonias de cría y en particular, una protección individual de los nidos, para lograr que sean exitosos y produzcan pichones propios.

 

“Estos Proyectos que se llevan a cabo para preservar esta especie tan emblemática, deben ser responsabilidad y preocupación de todos. De este modo, las pequeñas acciones locales suman, y mucho. La nuestra es transmitir un poco del conocimiento que se genera para tomar las medidas de conservación necesarias, difundiendo su problemática de extinción, incluido el tráfico de fauna”, señalan los especialistas.

 

A través de estas columnas de difusión y educación ambiental, por ejemplo, se contribuye también a reconocerlas y evitar así la comercialización ilegal.

 

Su presencia reciente en el sur misionero, abre una nueva esperanza para que futuras generaciones puedan disfrutar de esta belleza alada del pastizal. Lograrlo es responsabilidad de todos.

 

 

 

Por Patricia Mabel Leiva  y Ana Mercedes Godoy,  con la colaboración de Florencia Pucheta y Alejandro Di Giacomo

COA Tangará Posadas / Aves Argentinas

Foto de Portada: Damián Lozano

 

 

DL/PE

 

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