Campo Viera rinde en su 84° Aniversario un gran homenaje al Dr. Horacio José María Álvarez, el “médico del pueblo” que aportó a mejorar la calidad de vida de toda la comunidad

Desde este domingo 23 de febrero, en el marco del 84° Aniversario de Campo Viera, el Hospital Público Nivel 1 de esta localidad llevará el nombre del Dr. Horacio José María Álvarez (85), especializado en Ginecología y Pediatría, quien ejerció varios años en la gestión pública, fue concejal, y fue un activo dirigente de la Cooperativa Eléctrica Popular de Agua Potable y Otros Servicios Públicos de Campo Viera Limitada. «Un médico comprometido con la salud y el desarrollo de su comunidad», remarcan.

El médico retirado desde 1997 de la administración pública, en la actualidad continúa atendiendo a sus pacientes en su consultorio privado, con el reconocimiento profesional de ser el «médico del pueblo». Sostiene que continuar en actividad lo hace feliz: “Mientras tenga salud, seguiré trabajando, ya que esta es mi vocación, es una misión para la cual me he formado para llevarla adelante”, expresó el profesional en la entrevista con Misiones Online.

Álvarez pasará a ser parte de la historia oficial de la Salud Pública de Campo Viera por ser protagonista del crecimiento y progreso de la ciudad que eligió vivir hace 52 años. Es oriundo de Itacaruaré, y creció dentro de una familia de pioneros, con 7 hermanos y una rica historia de descendientes provenientes de España y Asturias.

Este domingo colocarán una placa en reconocimiento a su «Aporte al desarrollo y crecimiento de Campo Viera», además de haber sido siempre un ciudadano ilustre, activo, con una vasta trayectoria en la gestión de la Salud Pública, llegando a ser director del Hospital Nivel 1.

Además, desde la experiencia en política, militó dentro del espacio de Unión Cívica Radica (UCR) durante algunas épocas de su vida (fue concejal entre 1991-1995), un visionario en la búsqueda permanente de alcanzar el bienestar de la comunidad, valorándose su persona por su vocación de servicio desinteresada y por el bien común.

Lo describen como un gran intelectual, marcando un liderazgo en el ámbito donde se desempeñaba, ya que era una persona de mucho hacer. “Es una personalidad para la comunidad que desde ahora lo tendrá presente con su nombre grabado en el Hospital Nivel 1 de Salud Pública de Misiones. El Dr. Álvarez dejó su huella en el sistema de salud, siempre trabajó con mucho tesón en la prevención con los niños y en el acompañamiento en la educación de los cuidados de las mujeres embarazadas, ya que inició su carrera trabajando en un pueblo rural, sin agua, sin luz, sin comunicación, transformando un puesto de salud en una Unidad Sanitaria hasta que logró la creación del Hospital”, recuerda Daniel Morínigo, promotor de la iniciativa presentada en el Concejo Deliberante y actual responsable de Información Pública de la Municipalidad de Campo Viera.

 

El éxito de la trayectoria del «médico del pueblo» estaría basado, además de dedicar su vida al ejercicio profesional como Pediatra y Ginecólogo, como un ciudadano comprometido con el desarrollo de Campo Viera. “Médicos que iban y venían al pueblo fueron varios, pero Álvarez se quedó para hacer mucho por la comunidad. Y encaró además gestiones comunitarias, culturales, refundó la cooperativa de electricidad, de servicios y de agua potable, incluso tuvo períodos en la gestión pública. Se dedicó a la política en el espacio de la UCR, siendo candidato a intendente también. Siempre dice que su trabajo se basó en la honradez, en el esfuerzo, y en nunca darse por vencido”, describió Morínigo.

 

 

            «Una carrera basada en la dignidad, la honradez y el esfuerzo». 

 

La propuesta de avanzar con este reconocimiento al médico se presentó hace dos años al Ministerio de Salud Pública y al Concejo Deliberante de Campo Viera, donde se aprobó la ordenanza por unanimidad y sin cuestionamiento de ningún tipo se llega a la fecha del festejo: “La trayectoria del doctor es intachable, es un pionero que hizo mucho por el pueblo”, repiten los pobladores.

Álvarez dedicó su vida a la atención de salud, focalizando hace exactamente 52 años atrás su profesión en un fuerte trabajo de prevención y toma de conciencia del calendario de vacunación, por ejemplo, un tema que hoy vuelve a ser polémica nacional por el regreso de casos de sarampión en Buenos Aires, que no se registraban desde 1998.

Décadas atrás, realizar el trabajo de prevención realmente era mucho más duro en zonas rurales. Sin la comunicación actual, sin tecnologías, con escasos recursos, y menos conocimiento científico. Pero había conciencia, compromiso y responsabilidad sobre determinados temas, como la importancia de vacunar a nuestros hijos. “Era una época muy diferente, Campo Viera era un pueblo rural, por lo que llegábamos a las familias por medio de las escuelas con un calendario para de vacunación para todos los chicos. La meta era llegar a todos los hogares de la localidad y zonas rurales, había que supervisar que las enfermeras cumplan con el objetivo, y eran solo tres enfermeras en aquel entonces”, cuenta Álvarez.

“En ese momento había que educar a las familias sobre su importancia de vacunar a sus hijos, también a las maestras para que logren que las madres vinieran los días de vacunación. Era todo una coordinación y una suma de esfuerzos. Siempre entendí que era el camino para evitar epidemias y mantener sana a la población. Solo un caso de tétano tuve en toda mi gestión en el ámbito público, un niño que murió. Y un segundo caso que logramos salvar la vida del niño, porque logramos derivarlo a tiempo. En ese caso, el niño regresó sano a Campo Viera”, recordó con satisfacción el médico en la entrevista con Misiones Online en la que repasamos sus inicios y su historia profesional que le permite “sentirse feliz y vivir con alegría” este reconocimiento que en la actualidad le otorga la comunidad.

Seguramente muchos jóvenes de la localidad hoy no saben realmente quien es el Dr. Álvarez. La placa que descubrirán este domingo en el ingreso al Hospital Nivel 1 encenderá la memoria de padres y abuelos que están agradecidos con el profesional por alguna experiencia vivida, alguna anécdota compartida, que los lleva a expresar su gratitud y merecido respeto al profesional.

Muchos méritos respaldan la trayectoria de quien fuera en una época el “médico del pueblo”. El compromiso y el profesionalismo marcado por el Dr. Horacio José María Álvarez se mantiene vivo.

 

Con ADN de pioneros

Horacio José María Álvarez nació el 7 de julio de 1934 en el municipio de Itacaruaré (que significa piedra gastada por el tiempo), que pertenece al Departamento de San Javier, y creció en una familia de pioneros. Su abuelo materno fue médico, y tenía un negocio importante en San Javier, en una época era reconocido entre los primeros hombres de la economía de la provincia, ya que fue fundador de la “Riograndense”.

En tanto, su padre fue un gran industrial de Itacaruaré, dedicado a la actividad yerbatera, maderera, arrocera. Se trata de Don Manuel Álvarez Tresguerres, quien tuvo un gran protagonismo en la urbanización y desarrollo del pueblo. “Fue un pionero, vivió y murió en el pueblo”, expresa su hijo.

En su familia eran 7 hermanos, hoy solo quedan dos vivos. El médico que hizo su vida familiar y profesional en Campo Viera, y una hermana que reside en la actualidad en Posadas.

En la entrevista telefónica, en el diálogo con el periodista se percibe la impronta del Dr. Álvarez. Actitud y entusiasmo ante la vida que solo la imponen los que llevan en su ADN el empuje de pioneros, el compromiso por el trabajo, el optimismo por salir adelante, la vocación como la misión en sus vidas. En la conversación se repiten los valores que tiene marcado desde su infancia y ante la experiencia que se transita con los años. “Uno tiene una misión en la vida, y debe cumplirla. La mía es atender a mis pacientes, lograr siempre el bienestar del otro”, explica con humildad el médico.

 

Trabajar para estudiar

La escuela primaria la cursó en varias ciudades. Hasta segundo grado en Itacaruaré; después el tercer grado lo cursó en San Vicente, provincia de Buenos Aires. Recuerda que la escuela a la que asistía se ubicaba a tres cuadras de la Casa Quinta del General Juan Domingo Perón. “Era el año 1946, y todo el pueblo estaba conmovido por los sucesos políticos de la época”, señala el médico.

Regresó a Posadas, y fue en la capital provincial donde terminó la primaria en la Escuela Normal Mixta Estados Unidos de Brasil, mientras que el nivel secundario lo realizó en el Colegio Roque Gonzáles.

Finalmente, se decidió por estudiar medicina, por lo que viajó a Córdoba para trabajar y poder estudiar en la Universidad Nacional de Córdoba. “Trabajé de todos los oficios posibles, y de a poco fui pagando mis estudios en la universidad, hasta que me recibí”, relata.

“Antes no había el sistema de residencias médicas como ahora, por lo que tuve que trabajar dos años para la especialidad que elegí, y lo hice en la Maternidad de la Universidad Nacional de Córdoba para formarme en Gineco-Obstetricia; después estuve en el hospital de Niños de Unquillo donde realicé la especialización en Pediatría durante dos años más, para poder recibirme y ejercer”, precisó.

Finalmente, volvió a Misiones y se instaló en Campo Viera, ya que tenía un hermano que era escribano y ante la situación del pueblo y la falta de atención médica en la colonia, entendieron que había mucho para hacer en Salud: “Había todo para hacer”, dijo.

Conquistar a su compañera de vida

El proyecto de radicarse en Campo Viera tomó forma a los dos años de trabajo, ya que el médico se había enamorado en Córdoba antes de volver a la provincia, por lo que tuvo que trabajar en la “conquista” como era en los tiempos de antes, para casarse y traer a quien sería su gran compañera de la vida. “Trabajé mucho dos años, me compré la casa y el auto, y me fui a Córdoba a buscarla. Nos casamos y volvimos juntos a Campo Viera ya para instalarnos con un proyecto de vida”, dijo Álvarez.

Hablaba de Rebeca Fernández, su esposa, de la que enviudó hace 20 años. Ella era profesora Lengua Castellana, Latín y Griego, egresada de una escuela que fue fundada por Domingo Faustino Sarmiento. En Campo Viera trabajó muchos años como maestra y directora del Nivel Secundario de la Polivalente N°3, una mujer querida y reconocida también por la comunidad local.

Con Rebecca tuvo dos hijos, uno vive y trabaja en Córdoba y el otro en La Rioja. “Marcelino Manuel ejerce como Ingeniero en Sistema en el PAMI Córdoba, y Alejandro es Ingeniero Electrónico egresado en la Universidad Austral, fue decano de la Universidad Nacional de la Rioja, donde dicta cátedras en la actualidad”, mencionó con orgullo el médico.

A ellos les inculcó que nunca pierdan el humor en la vida, que no se conviertan en personas amargadas, ni sean rencorosos. “Esto no ayuda en nada para construir una sociedad sana”, reflexiona Álvarez.

Familia Álvarez.

Todo por hacer

En la entrevista, al recordar sus inicios profesionales en la localidad, indicó que cuando llegó se encontró que había un puesto de Salud que atendía solamente dos veces por semana para toda la demanda de asistencia sanitaria que había en el pueblo. “Los médicos que venían eran de Oberá, por lo que ni bien asumí en el cargo, un poco presionado por mi hermano y otros allegados para que me ocupara del tema de la salud del pueblo, comencé a trabajar para transformar la situación que se vivía, y pasar a una Unidad Sanitaria. Me había formado en Córdoba en Prevención de la Salud, por lo que comenzamos a realizar cambios, empezando por atender todos los días”, recalcó.

Seguido, preparó las condiciones del lugar para realizar partos en el centro de salud. “En aquel entonces, las mujeres tenían a sus hijos con las matronas, que eran muy hábiles, pero había que empezar a institucionalizar el control del embarazo y los partos en el centro de salud pública”, relata el profesional.

“Otro problema grave cuando llegué fue que no tenían heladera en el Puesto de Salud Pública, no se podían conservar las vacunas, así que tuvimos que crear una cooperadora para recaudar fondos y poder juntar dinero para comprar heladeras y comenzar con un plan de vacunación en las escuelas. Teníamos 23 escuelas que dependían de la cabecera, y los chicos estaban todos sin vacunas”, recuerda Álvarez.

En aquel entonces el médico del pueblo contaba con solo tres enfermeras, no tenían vehículo ni ambulancia, por lo que debían ir caminando hasta la colonia con la conservadora con las vacunas para cumplir con el esquema completo programado: “Se vacunaba a todos los chicos, y el trabajo resultó un éxito. En la epidemia que hubo en la provincia entre el 67 y 68, en que se morían los niños, a nosotros solo se nos complicó dos o tres casos, por cuestiones nutricionales, pero el plan de prevención de vacunación resultó en la protección de la población. En el ámbito escolar tenían que aceptar vacunar a los chicos, y había un trabajo coordinado para llegar con el objetivo”, contó como una gran experiencia el profesional.

También decidió disponer de guardias permanentes, rotando con las tres enfermeras. “Finalmente, entre el año 1983 y 1986 logramos la ampliación en un antiguo edificio de los años 40, y con el apoyo del Dr. Ricardo Barrios Arrechea –ex gobernador de Misiones-  se logró ir ampliando el Hospital y mejorando la gestión. Pero de entrada, tuve que hacerme cargo de todo, desde partos, cirugías menores, traumatología. Y lo que podía trataba de resolver. Si veía que era un problema mayor, recién entonces sugería algún traslado. Lo importante fue que llegué a Campo Viera muy bien formado, ya que las prácticas la hice en la escuela insignia en clínica médica. En el caso de cesáreas, al ser programadas, se podía derivar sin mayores complicaciones para la paciente, y gracias a Dios nunca se me murió nadie”, dice con alivio el profesional.

Álvarez estuvo a cargo un tiempo de la Dirección de Salud de Segunda Zona para el ministerio de Salud Pública de Misiones. De anécdotas está repleto, y si bien se jubiló en el 1997, hasta la actualidad sigue atendiendo en su consultorio privado, instalado en su casa, ya que asevera que sus 85 años los lleva muy bien.

“Me jubilé porque me obligaron a ello. Me dijeron que debía retirarme por edad avanzada. Sin embargo, sigo en el 2020 trabajando como siempre y, con más éxito en mi profesión, porque ejerzo la práctica de la medicina por vocación, sigo en Pediatría y Ginecología hasta la fecha, y además soy médico de cabecera del PAMI de más de 100 pacientes, así que estoy en contacto con los abuelos y todo su núcleo familiar. Atiendo al adulto mayor, mujeres y a niños, es decir que tengo los dos extremos de la vida. El acompañamiento del doctor de la familia debe estar, es parte de nuestra vocación, y a mí me hace muy feliz poder hacerlo”, sostiene el médico.

 

Reconocimiento al médico del ex intendente Juan Carlos Ríos, por su trayectoria de 50 años (2018).

Un ciudadano ilustre

Pero su carrera médica es solo una parte de todos los servicios que brindó este gran hombre en su vida por la mejor calidad de vida de la comunidad. Sus méritos también se destacan por su compromiso en el trabajo comunitario, cooperativo, solidario, político.

“Estuve 33 años en la cooperativa de servicios públicos del pueblo, estaba fundida y la recuperamos, cubrimos todas las deudas que tenía, y salimos adelante. Entre las cosas que logramos, fue la primera instalación de Telediscado directo de ENTEL (1982) sobre la Ruta 14 en el interior de la provincia. También pasamos de 100 conexiones de agua potable a más de 3 mil conexiones para los socios; construimos la Sala Velatoria para que puedan utilizarla en forma gratuita los socios, o comprábamos máquinas retroexcavadora para los que la necesitaban. En la actualidad deben ser más de 4000 socios activos en la cooperativa”, dijo Álvarez, al mencionar que llegó un momento que decidió renunciar, ya que sintió que debía ocuparse más de sus cosas.

«Había fallecido mi esposa, y todo mi mundo cambió. Ella me ayudada mucho, y tenía que empezar a ocuparme de mi nueva forma de vida», explicó.

“Siempre me decían que no tenía sentido que le dedicara mi tiempo y mi vida a la gente, que nadie lo valora, que para qué tanto trabajo por los demás, que no valía la pena que me rompiera el alma por los demás y ese tipo de cosas. Siempre respondí a esas personas que ésta es mi vocación, que lo hacía y lo hago con gusto y placer. Y hoy puedo demostrarles a esas personas que estaban equivocadas en su manera de pensar, porque la comunidad me está haciendo saber su gratitud con este reconocimiento, que lo recibo con mucha alegría y agradecimiento, para mí es un gran honor”, concluyó.

 

 

 

Por Patricia Escobar 

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