Oratoria: la gran materia pendiente

¿Recordás cuántas veces te sentiste cómodo rindiendo un examen oral? En la primaria, tal vez, o en la secundaria alguna que otra vez, ¿la recordás?. ¿Fue diferente en la Universidad, y después en tu carrera de Postgrado, o en presentaciones con clientes cuando comenzaste a trabajar? Uno de cada cuántos exámenes o presentaciones en público realmente lograste disfrutar, destacarte, o al menos decir la mitad de lo que tenías pensado comentar?

 

Para la mayoría de nosotros el número suele ser lo suficientemente bajo y esporádico como para recordarlo. En los entrenamientos que doy de oratoria, la gente comenta anécdotas de miedo, vergüenza, y muchas, demasiadas de pavor. La oratoria ha sido considerada desde siempre, a lo largo y a lo ancho de nuestro País, un asunto menor. Nuestros planes de estudio no incluyen formación y mucho menos el entrenamiento necesario para hablar en público. 

 

Desde pequeños, vivimos innumerables situaciones donde nos sentimos ridículos frente a nuestros compañeros o profesores, porque no nos prepararon para hablar en público, nos expusieron. De grandes, la historia suele ser bastante parecida, no importa si estudiás arte, psicología, abogacía, medicina, programación o informática, da igual, tendrás que rendir de la misma manera, sin una preparación previa mejore tu elocuencia o te ayude a dominar el arte del debate y la discusión.

 

Hablamos mucho, hablamos desde que aprendimos a manejar nuestra lengua materna, pero no siempre hablamos bien. Nos pisamos, no nos escuchamos, tenemos que levantar la voz para que nos presten atención si estamos en un grupo, gesticulamos exageradamente, mezclamos contenidos, nos confundimos, nos violentamos, nos llenamos de miedo, otros de excusas para no aparecer. Insistimos una y otra vez, pero volvemos a obtener los mismos resultados “no nos hacemos entender”, no nos comunicamos efectivamente. Pero, ¿porqué lo haríamos? si no nos preparamos, lograrlo para algunos sería casi como asistir a un verdadero milagro.

 

Hablar en público de manera efectiva, y con impacto debería ser tan importante como otras materias fijas de los planes de estudio. Pero no es así, y superadas las instancias de formación escolar o universitaria aterrizamos en la realidad del mercado laboral, en el día a día donde tenemos reuniones de trabajo, encuentros masivos, presentaciones en público, ventas de todo tipo, o equipos de trabajo que esperan nuestras órdenes; y allí estamos paralizados, como si volviéramos a tener 8 años, en el aula, absortos ante las miradas expectantes del público, sin saber por dónde arrancar, sin tener la capacidad de comunicar con simpleza, soltura y claridad.

 

La oratoria es una de las herramientas más valiosas que podemos llegar a aprender en la vida. Entrenarla requiere tiempo, esfuerzo, práctica intensiva y constancia, es cierto. Pero también es verdad, que sólo cuando seamos capaces de expresar lo que queremos, y logremos hacerlo con naturalidad, efectividad y eficacia podremos disfrutar de uno de los viajes más fascinantes, el de la oralidad.

 

 

 

(*) Lic. Sol Jouliá 

www.soljoulia.com.ar

instagram: @soljouliaok

 

 

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