Conocé a la Bandurria boreal, pariente de las garzas y cigüeñas que habita desde el norte hasta la zona pampeana argentina

Esta singular ave, es parte de la Familia Threskiornithidae, emparentada  con garzas y cigueñas, y que integra también por ejemplo, el célebre y sagrado Ibis de Egipto. Es también conocida como bandurria amarilla, curicaca o tutachi. Se distribuye en las zonas orientales de América del Sur, desde Colombia a Perú, hasta Chile y Uruguay. En nuestro país habita desde el norte hasta la zona pampeana.

 

A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones On Line.

 

Hoy te presentamos a la Bandurria Boreal (Theristicus caudatus).Habita en la Argentina junto a siete especies más. Una de ellas, la Bandurria Austral muy cercana y con la cuál constituyó una forma única por mucho tiempo, hasta hace un par de décadas, en que se las separó en formas distintas.

 

Los otros miembros de la familia, son aves muy características también: la Bandurria Mora, similar a las mencionadas pero de plumaje uniformemente gris; la llamativa y distintiva Espátula Rosada; el selvático Tapicurú; y grupo de los cuervillos, de oscuros plumajes, que integran el Cuervillo Cara Pelada, el Cuervillo de Cañada y el Cuervillo Puneño.

 

La Bandurria Boreal es también conocida como bandurria amarilla, curicaca o tutachi. Se distribuye en las zonas orientales de América del Sur, desde Colombia a Perú, hasta Chile y Uruguay. En nuestro país habita desde el norte hasta  la zona pampeana.

 

Se la puede observar en ambientes boscosos y cerca del agua, también en áreas rurales y aún periurbanas o peridomésticas; y hay una población en las zonas serranas del centro de Argentina, que llega hasta los 2000 msnm.

 

Para esta ave es imposible pasar desapercibida, ya sea por su pico largo, delgado y curvo, de color oscuro o bien por su aspecto físico que recuerda al instrumento musical del mismo nombre “bandurria” (muy similar al laúd). Además, su coloración es llamativa.

 

Foto: Miguel Ángel Paniagua

 

Tiene  cabeza y cuello amarillo acanelados, corona y mancha en el pecho castañas; cara y pliegue gular (piel de la garganta) negruzcos; las partes dorsales son grises con las cubiertas alares blancuzcas y el vientre negro. Las patas son rojizas y el iris anaranjado En vuelo muestra una llamativa franja alar blanca. El macho y la hembra son similares, pero el juvenil es menos vistoso y poco contrastado, donde el gris reemplaza al negro.

 

Otra notable característica de la Bandurria, son sus voces estridentes y agudas, de sonido claramente metálico que recuerda una corneta o bocina, emitidas por lo general en vuelo o cuando posan alto.

 

Es más bien de hábitos sociables, hallándoselas en parejas o en pequeños grupos, a veces más numerosos en invierno. Donde no se las molesta, pasan la noche en forma grupal en dormideros altos, como árboles secos o paredones rocosos que suelen utilizar largo tiempo. Si bien es bien arborícola, se alimenta en el suelo haciendo largas caminatas. Consume principalmente insectos y otros invertebrados, también captura pequeños vertebrados como anfibios y reptiles, rara vez roedores.

 

Foto: Dante Rektor

 

No tendría hábitos migratorios, como si presenta su especie hermana. Otra diferencia con la Bandurria Austral, es la forma de reproducción. La forma del sur anida en colonias o grupos reproductivos, incluso puede asociarse con otras aves acuáticas. Por el contrario, la Bandurria Boreal anida en forma solitaria, construyendo nidos en árboles y eventualmente en paredes rocosas. El nido es voluminoso hecho con palos y ramas, y revestido con pastos secos o material vegetal suave.

 

La postura es de 2 o 3 huevos, de coloración blancuzca con pintas y manchas pardas o rojizas. Son monógamos y ambos padres comparten la incubación y cuidado de los pichones. El período de incubación es de unos 30 días y los pichones dependen de sus padres por unas ocho semanas.

 

Foto: Jorge Rojas

 

Si no las escuchas, puedes verlas con frecuencia en ciertos barrios tranquilos y abiertos de la ciudad de Posadas y  Garupá, caminando lenta y metódicamente, buscando comida en el suelo con sus picos largos. Más allá de que se las ve adaptándose a la urbanidad es muy importante, no perturbarlas.

 

Es un ave que de momento, no presentaría problemas de conservación.

 

 

Por Gloria Quintana y Pedro Gauna, con la colaboración de Alejandro Di Giacomo 

COA Tangará / Aves Argentinas

Foto de Portada: Miguel Ángel Paniagua

 

DL /PE

 

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