Google homenajea hoy a Nkosi, un niño ícono de la lucha contra el HIV-sida

Como muchos niños pobres en Sudáfrica, Nkosi nació siendo seropositivo. Sin embargo, lejos de ser una estadística más, con tan solo 12 años, Nkosi se convirtió en uno de los más grandes íconos en la lucha contra el VIH infantil.

El niño sobrevivió más allá de los dos años preceptivos en aquella época (1989), y fue adoptado por una de las voluntarias que lo trató en el centro de atención de enfermos por sida. Juntos, lucharon por el derecho de Nkosi a ir a la escuela y a ser tratado como otros niños.

“Mi mami Gail y yo siempre hemos sido sinceros acerca de mi enfermedad”, reconoció Nkosi Johnson, ya con el apellido de Gail. Ante la oposición por parte de maestros y padres a la inscripción escolar del pequeño, su madre interpuso una queja; ésta fue aceptada, y Nkosi empezó a ir a la escuela. “Allí se realizaron talleres sobre el sida para padres y maestros, para enseñarles a no tener miedo de un niño con la enfermedad”, recordaba Nkosi, que, con el paso de los años, reconocía estar “muy orgulloso de decir que ahora existe una política para que todos los niños infectados por el VIH puedan ir a la escuela y no ser discriminados».

Por hechos como éste Nkosi Johnson pronto se convirtió en una figura nacional en las campañas para desestigmatizar el sida, y contribuyó a mejorar las políticas educativas en este ámbito.

En julio del 2000, el pequeño salta a la fama al pronunciar un discurso, escrito por él mismo y televisado en todo el mundo, en la 13º Conferencia Internacional sobre el Sida. El pequeño Nkosi, enfundado en un brillante traje oscuro y con zapatillas de deporte, tocó los corazones de todo el mundo con sus palabras: “Cuídanos y acéptanos, todos somos seres humanos. Somos normales. Tenemos manos. Tenemos pies. Podemos caminar, podemos hablar, tenemos necesidades como todos los demás. No nos tengas miedo, ¡todos somos iguales!”. Durante su discurso, además, abogó por la entrega, por parte del gobierno, de drogas retrovirales a mujeres embarazadas, para prevenir la transmisión del mal a sus niños.

Al regresar de Estados Unidos su estado de salud empeoró y, después de Navidad, cayó de golpe.  Nkosi murió a las 5:40 de la madrugada del viernes 1 de junio de 2001. Su entierro en Johannesburgo tuvo el carácter de héroe nacional y a su funeral asistieron miles de personas. Incluso, el expresidente Mandela tuvo unas palabras de reconocimiento para él: “Es una lástima que este joven se haya ido porque fue ejemplar al mostrar cómo se debe manejar un desastre de esta naturaleza. Fue un ícono de lucha por la vida, muy audaz y tocó muchos corazones”.

Su legado perdura actualmente con Nkosi’s Haven (El Refugio de Nkosi), una fundación fundada por él y su madre, que alberga a madres seropositivas y sus hijos. Actualmente, el refugio se ha extendido para poder incluir proyectos no solo de atención, sino también de empleo de los afectados en entornos comunitarios.

Como el mismo Nkosi Johnson dijo, “a través de todo el trabajo que hacemos, nos aseguramos de que nuestros residentes aprendan a vivir con el sida, no a morir por él”.

 

 

Fuente: El País

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