Hoy se cumplen 50 años de la peor tragedia ferroviaria argentina

Las investigaciones que llevó adelante la Justicia, indicaron que las causas que originaron el siniestro fatal en 1970 fueron atribuidas a la falta de comunicación entre los operarios.

 

La noche del 1 de febrero de 1970 será para algunos un momento más de su vida, sin embargo, para otros resultó una fecha que los marcó para siempre, ya que hoy se cumplen 50 años de la peor tragedia en la historia de los ferrocarriles argentinos, cuando una formación del Ferrocarril Mitre chocó a otra que se encontraba detenida a la altura de la localidad bonaerense de Benavídez, y esto dejó el saldo de 236 muertos, más de 500 heridos y muchas dudas que hasta el día siguen en el corazón de los sobrevivientes que aún perduran.

 

Esta historia trágica tuvo su inicio cerca de las 19, cuando el tren (nominado el «Zarateño») con numeración 3.832 salió desde la estación Zárate y tenía como destino final Retiro con 1.090 pasajeros en su interior. Por otro lado y ya con varias horas de viaje, venía desde la provincia de Tucumán la formación número 1.016 (denominada «Estrella del Norte») con 260 pasajeros a bordo.

 

 

Todo estaba en calma en ambos viajes y el destino de ambos trenes era llegar cerca de las 21 a la estación Retiro, pero eso nunca pudo ocurrir y en su lugar los alcanzaría la muerte de manera terrorífica.

 

Apenas dos minutos pasadas las 20, el tren que venía desde la localidad de Zárate tuvo desperfectos técnicos y quedó parado a la altura del kilómetro 36, en cercanías de la pequeña localidad de Benavídez en aquel entonces (entre Ingeniero Maschwitz y General Pacheco), algo que finalmente desembocaría en el terrible desenlace.

 

El impacto se produjo a las 20.30 en una zona donde casi no había iluminación y era bastante descampada, y el motorman del tren que venía a alta velocidad no pudo advertir que había otra formación detenida más adelante, y por ende, el brutal impacto hizo que la locomotora que provenía desde Tucumán se incrustara en el último vagón del que estaba detenido y lo elevó sobre la cabina de motores.

 

Tan fuerte fue la colisión del bólido, que varios vagones y ambas locomotoras descarrilaron y dos coches terminaron totalmente destruidos, y los últimos dos vagones fueron arrastrados casi 100 metros producto de la embestida. En tanto, el fuerte ruido del choque y las llamas que salían de las formaciones hizo que algunos moradores de la zona se acercaron y auxiliaran a los heridos y ayudaron a sacar a personas atrapadas en los trenes. Minutos más tarde, ambulancias y dotaciones de Bomberos llegaron al sitio para asistir a los heridos, rescatar a personas que estaban escondidas entre los hierros retorcidos y la dura tarea de separar los cientos de cadáveres que aparecían a cada minuto.

 

Testimonios de algunos sobrevivientes de aquella tragedia comentaron que “la mayoría se encontraba durmiendo en el momento del impacto, y que sólo unas pocas personas vieron una luz intensa que se acercaba hacia ellos, decidiendo arrojarse de la formación que estaba detenida”.

 

Investigación

 

Si bien los primeros números indicaban que las víctimas de la tragedia de Benavídez eran cerca de 150, ese indicador subió con el paso de las horas a 236, debido a que se registraron muchos lesionados graves en el siniestro.

 

 

Con el transcurso del tiempo y las investigaciones que se llevaron adelante por parte de la justicia, las causas que originaron la peor tragedia ferroviaria de nuestro país, fueron atribuidas a la falta de comunicación entre los operarios, ya que se suponía que el tren que venía del norte pasara por la estación Pacheco, el personal ferroviaria debía avisar a los primeros para que dieran la vía libre a los trenes venideros.

 

Este comunicado nunca se emitió y por ende, fue parte de lo que pasó en la tragedia. En tanto, dos empleados de la estación Benavídez fueron detenidos por negligencia.

 

En cuanto a la situación de los cuerpos, debido a los enormes destrozos ocurridos en ese lugar, la mayoría de ellos no pudieron ser recuperados, y por tal motivo, la decisión de aquel momento fue que tras tres días de haberse producido el accidente, los restos serían incinerados en ese mismo sitio. Si a lo ocurrido le faltaba algo grave para los deudos de las víctimas, eran que muchos de esos cadáveres no pudieran ser identificados y no se les pudiera dar cristiana sepultura, una muestra más de lo terrible que se vivió este desastre ferroviario en la localidad bonaerense de Benavídez.

 

Fuente: Crónica

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