El corazón de ADOMIS llora la partida de su máxima representante

El corazón que supo latir fuerte para la gran familia docente de Misiones hoy se viste de luto y llora la partida de Marilú. A los 57 años, la mujer que le imprimió sello propio al sindicalismo misionero pasó a la historia. La hija pródiga de Bonpland, docente, madre, esposa y mujer comprometida con el bienestar de sus colegas en cada rincón de la tierra colorada, será recordada en la historia social y política de la Provincia.

 

Stella Maris Leverberg, nació el 12 de septiembre de 1962 en la localidad de Bonpland y se formó como docente en Oberá, su casa por elección. Se desempeñó en el aula hasta que su vocación de servicio la llevó a integrar la Unión de Docentes de la Provincia de Misiones (UDPM).

 

Participó en los 90 de la carpa de la dignidad, desde donde se luchó por los derechos de los educadores y se definió el futuro de la educación pública argentina. Lo que devino en la derogación de la Ley Federal de Educación y la puesta en marcha de la Ley de Financiamiento Educativo, un hito en la historia del país.

 

 

Formó parte de la cúpula de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) y luego incursionó en la política al ser electa diputada nacional por el Partido de la Concordia Social.

 

Supo debatir, negociar, guiar y conducir, el gremio mayoritario de docentes de la tierra colorada por años. Llevando consigo la bandera de la educación pública y gratuita, el bienestar de los colegas y la formación permanente.

 

Supo expresar sus ideas, reclamos para el sector que representaba y liderar congresos docentes multitudinarios, donde se trabajaba en todos los niveles y modalidades.

 

En la lucha por los derechos de los trabajadores fue una de las primeras en sentarse a la mesa de diálogo y comunicación con el Gobierno Provincial, garantizando desde hace varios años no sólo el inicio de clases sino también el cumplimiento del calendario escolar con 180 días con aulas abiertas y enseñando.

Sin dudas Marilú Leverberg, quien hoy como todos los veranos disfrutaba de los complejos recreativos que bajo su gestión se construyeron para los educadores a lo largo y ancho de la provincia, dejó una marca imborrable. El cariño y el afecto, la cercanía, el animarse a cantar cuando había un karaoke cerca, el guiso compartido con colegas, el mate o el tereré, con el chaleco celeste siempre destacando entre la multitud, serán los recuerdos más preciados de quienes la conocieron y la recordarán por siempre.

 

Por Griselda Segovia – Coordinadora de redacción

Misiones Online.

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