«Aspiramos a tener un año mucho mejor que el 2019», dijo el ministro de Desarrollo Productivo de la Nación

En una entrevista con Página 12, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, definió  cuál es la estrategia del gobierno de Alberto Fernández para salir de la crisis que dejó el macrismo. Para el 2020, esperan  detener la caída que se dio hasta fines el 2019. «En estas pocas semanas de gestión creo que la situación fiscal y monetaria tienen un horizonte mucho más claro», expresó.

 

Crecimiento económico, jubilaciones, salarios, acuerdo social, inflación, dólar, tarifas, Vaca Muerta, naftas, retenciones, control de importaciones, programa de desarrollo industrial, acuerdo Unión Europea-Mercosur y minería. Matías Kulfas dio una entrevista a Página/12 como ministro de Desarrollo Productivo y ofreció definiciones sobre muchos de los temas de peso que maneja su cartera. «Primero viene la estabilización macroeconómica, la recuperación centrada en los sectores de menores ingresos y el desahogo financiero a las pymes. Luego el plan de desarrollo productivo, industrial y energético con una mirada que priorice la salida exportadora«, acomodó las prioridades Kulfas. Adelantó que el gobierno espera que los salarios suban algo por encima de la inflación y que las tarifas lo hagan por debajo de la marcha de los precios. Sugirió que las restricciones cambiarias llegaron para quedarse, que se va a afinar el lápiz sobre importaciones en sectores «sensibles» y que la nafta no se va a despegar demasiado del precio internacional del crudo. El gobierno consultará a todos los sectores de la producción sobre el impacto del acuerdo comercial con la Unión Europea y se trabaja en lanzar líneas de apoyo a la inversión productiva.

Crecimiento económico

– Vemos una crisis macroeconómica muy delicada y estamos haciendo todos los esfuerzos para salir adelante. En los últimos dos años se retrocedió mucho y en algunos sectores de la industria, la caída es muy profunda. La situación fiscal es complicada por la falta de financiamiento, con la obligación de renegociar los vencimientos. En este escenario, la prioridad absoluta es la estabilización. Más que andar haciendo proyecciones, hay que ser muy prudentes. Es una economía a lo Mostaza Merlo, paso a paso.

¿La estabilización implica que el año no sea peor que el 2019?

– Aspiramos a tener un año mucho mejor que el 2019, en el sentido de detener la caída. En estas pocas semanas de gestión creo que la situación fiscal y monetaria tienen un horizonte mucho más claro, hemos planteado el escenario para un gran acuerdo económico y social para vencer la inercia inflacionaria. La moratoria de la AFIP y la baja gradual de tasas de interés buscan aliviar el ahogo financiero a las pymes. Son los primeros pasos que van a estar seguidos de definiciones mucho más amplias respecto del modelo productivo.

Jubilaciones

– Se ha dicho mucho que es un impuestazo, un ajuste, pero acá se trata de que es necesario reactivar la economía, que hay sectores que han ingresado a la pobreza, que han reducido su consumo y que la reactivación comienza por ahí. Esa inyección de recursos que ha sido estimada en unos 100 mil millones de pesos va a permitir poner en marcha la rueda del consumo y esto va a tener un beneficio generalizado. La inversión se reactiva a medida que el mercado interno comienza a tener cierto nivel de recuperación. Estamos generando las condiciones para que el crecimiento empiece por los sectores que más han sufrido. Con los bonos que ha anunciado el gobierno más el aumento de marzo, los jubilados que perciben el haber mínimo van a tener una recomposición muy significativa.

Pero los jubilados de mitad de tabla para arriba posiblemente vean postergada la recomposición que hubieran recibido en marzo bajo la fórmula que ahora quedó suspendida.

– Se trata de cómo ordenar de la manera más efectiva posible la situación frente a una crisis muy significativa. Lo que hizo el gobierno de Mauricio Macri fue que cuando hubo crecimiento y estaban las posibilidades de compartir ese crecimiento con los jubilados, cambió la fórmula y produjo un efecto negativo. Y ahora en una situación muy crítica, se gestaron las condiciones para un colapso económico por el impacto fiscal y monetario en un contexto de financiamiento nulo, lo cual nos obligaría a recurrir completamente a la emisión monetaria. Este fenómeno que se está evitando con esta ley marca que esta situación no es peor a la otra, porque la otra era algo muy riesgoso desde el punto de vista macroeconómico. Entonces, estamos generando condiciones para estabilizar la macroeconómica y recuperar la actividad.

¿Después de marzo se va a reelaborar la fórmula de movilidad o seguirán los aumentos por decreto?

– La ley plantea generar una comisión para definir una fórmula. En base a eso se irá trabajando.

Salarios e inflación

¿Puede haber mejora del poder adquisitivo del salario en este contexto de crisis?

– Creo que sí, pero tiene que ser algo gradual y sobre la base de la recuperación del crecimiento. De manera mágica no puede haber una transferencia desde las ganancias empresariales al salario, ya que salvo segmentos muy acotados, el resto de las empresas está con rentabilidades pequeñas e incluso balances en rojo. Los incrementos salariales tienen que estar coordinados con la evolución de los precios y las tarifas. Estamos saliendo la semana que viene con la nueva canasta de Precios Cuidados, para marcar precios de referencia y ayudar a los consumidores a tener precios más accesibles. También generamos una negociación exitosa con supermercados y la industria alimenticia para salir de esta trampa del gobierno anterior que fue haber eliminado el IVA en algunos alimentos.

¿Por qué fue una trampa?

– Esa medida tuvo como único objetivo disimular el alza de la inflación que se estaba produciendo por la fuerte suba del dólar después de las elecciones primarias. Fue un disimulo, porque el incremento de precios fue igualmente muy significativo. Nuestra visión es que hay que tener un mecanismo de reducción del IVA en la canasta básica, pero no tiene que ser para toda la población sino para aquellos sectores más necesitados, por eso planteamos la devolución con un máximo de 700 pesos por mes para los productos de la canasta básica.

¿Qué rango de inflación para 2020 sería deseable?

– Tenemos que ser prudentes, ya conocemos los antecedentes de realizar pronósticos. Desde nuestro punto de vista, el aspecto monetario es algo a tener en cuenta a la hora de analizar la inflación, pero no es el único. Tenemos que dar otras señales, al alinear incrementos salariales con precios y con tarifas que se van a ir acomodando de otra manera, lo cual va a permitir gestionar la inflación de otra manera.

Dólar

¿Es correcto el nivel actual del dólar para mantener equilibrios en las cuentas externas?

– Tenemos un problema de inestabilidad en el mercado de cambios que se apaciguó sobre la base de fuertes regulaciones implementadas en septiembre y octubre del 2019. Pensamos que el impuesto a la compra de dólares para turismo en el exterior y la nueva escala de impuestos internos para los autos de alta gama y en algunos casos de gama media son mecanismos para ir generando algún equilibrio en el mercado de cambios. Todavía hay incertidumbre con respecto a la renegociación de la deuda, pero creemos que con el esquema actual hay mayores expectativas de estabilidad.

En los últimos años del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la brecha cambiaria fue útil para limitar la salida de los dólares, pero también complicó la entrada de dólares. ¿Este problema puede reaparecer?

– Creo que la situación es diferente, ya que tenemos un tipo de cambio real que es más alto que aquel período y también un superávit comercial, aunque en buena medida es resultado de la recesión.

¿El sistema actual de tipos de cambio múltiples llegó para quedarse?

– En el contexto actual, las regulaciones cambiarias tan estrictas son inevitables. De hecho, no las pusimos nosotros. Lo que sí planteamos es que entre un esquema de fuertes regulaciones como el actual y otro como el que tuvo de Macri durante casi toda su gestión, de liberalización absoluta, hay muchos grises sobre los cuales trabajar. Por un mediano plazo, tendremos que convivir con el esquema actual. Ahora bien, en la medida en que la economía se termine de normalizar, que podamos tener un escenario de gestión de los pasivos, de crecimiento y suba de exportaciones, seguramente se rediscutirá este sistema de regulación. Pero siempre lejos de la idea de la desregulación total de Macri, que generó un efecto altamente disruptivo.

Tarifas y naftas

¿Son compatibles precios que hagan atractiva la inversión en Vaca Muerta con tarifas y naftas razonables para el mercado interno?

– Son cosas compatibles. Vamos a renegociar las tarifas de electricidad y gas porque hemos encontrado que hay segmentos de la generación, del transporte y de la distribución que tienen niveles de rentabilidad que no están asociados a las inversiones realizadas y con los costos efectivos. Debe haber una revisión y creo que podemos lograr un costo más barato que permita lograr que las tarifas crezcan pero por debajo de la inflación, o sea que haya una reducción en términos reales. Esto no significa congelamiento. Ahora estamos en un período específico de análisis de 180 días y después se definirá un mecanismo que suponga un equilibrio adecuado entre la accesibilidad de los servicios para hogares e industrias y al mismo tiempo generar los incentivos para la inversión. Vaca Muerta no es solamente una reserva de recursos naturales, hay involucrados proyectos de empresas de todo el país. Si logramos las condiciones para que se desarrolle en gran escala, va a generar unos 500 mil puestos de trabajo. Hemos encontrado proyectos con buena productividad en los yacimientos.

¿Habrá cambios en la tarifa social implementada por el gobierno anterior?

– La tarifa social tuvo muchas deficiencias, vemos que los hogares más pobres no siempre se han beneficiado porque hay criterios complejos y muchas veces esos hogares hacen un uso más intensivo de la energía. Tenemos que tener una política integral, que garantice no sólo el acceso al consumo sino también una reconversión energética y analizar los niveles de aislamiento de los hogares.

¿Hay margen fiscal para un aumento de subsidios en el sector energético?

– Lo que buscamos es que la ecuación tenga en cuenta que los subsidios no aumenten y al mismo tiempo garantizar tarifas accesibles y que haya incentivos para la inversión. Creemos que los tres aspectos son compatibles.

¿Por qué se produjo el amague en la suba de las naftas de YPF?

– La visión del sector es que hay una brecha de los precios actuales en relación a los costos y a los precios internacionales. Por diferentes motivos, se decidió postergar la suba.

¿Qué grado de cercanía debe haber entre el precio internacional y el interno en las naftas?

– Creo que es importante que haya cierto alineamiento para garantizar que haya inversiones. Cuando digo alineamiento no digo que sea estricto ni que esté permanentemente asociado, hay que buscar mecanismos para que ante procesos disruptivos, como la suba fuerte del precio internacional, no haya impacto de manera inmediata y completa en el surtidor. Pero como referencia, es importante que el precio doméstico no se aleje demasiado del internacional.

Retenciones

– Nosotros tenemos una visión positiva sobre el sector agropecuario y agroindustrial. Es fuertemente dinámico y hace un aporte significativo al desarrollo productivo nacional. El sector siente que hay una presión fiscal muy fuerte, pero esto tiene que ver con las condiciones de crisis que estamos heredando y también con generar incentivos para la agregación de valor. De todos modos, lo que hicimos hasta ahora fue una adecuación de las retenciones al nivel que tenían en agosto de 2018. Lo que viene es una conversación con el sector para segmentar a pequeños productores y generar incentivos para agregación de valor. Las retenciones sin duda pueden ayudar a generar los incentivos para delinear el perfil productivo en el mundo agrario y promover la industrialización. Eso lo estamos discutiendo, hemos tenido reuniones con los productores de carne y otros sectores.

Política comercial

– Tenemos una visión de integración con el mundo. Hoy en día prácticamente todos los sectores tienen relación con la economía internacional. Dicho esto, Macri creó un sistema de monitoreo de importaciones que parecía estar administrado por un robot que a los tres días habilitaba las licencias. Nuestra mirada es que tenemos que ser cuidadosos con una proporción de las importaciones que son sensibles, porque se puede afectar a los consumidores y generar daño por deslealtad comercial. Se trata de un 15 por ciento de las importaciones en donde vamos a tener una mirada en  particular. Esto no significa aislarnos, sino actuar en resguardo de los consumidores y en contra de las prácticas desleales. Sobre ese porcentaje tendremos mecanismos para el monitoreo en tiempo real a través de un sistema de licencias no automáticas. Pero no hay interés en generar un aislamiento ni que falte ningún insumo o producto necesario.

Modelo de desarrollo

– Argentina tiene que pensar su sistema productivo para evitar las crisis macroeconómicas que provienen del sector externo. La política productiva tiene que tener una fuerte orientación a impulsar las exportaciones, saliendo del extractivismo y generando una industrialización de base nacional, pyme y tecnológica, que permita tener una cadena de proveedores en torno a los recursos naturales y otras actividades. Tenemos que insertar a la Argentina en la agenda 4.0, en donde el mundo avanza a una velocidad enorme. También discutir cómo ponemos en valor la industria de bienes de capital para el sector del petróleo, minería y para el campo. Estamos impulsando una nueva ley para sectores intensivos en conocimiento, como software, biotecnología y robótica. La industria automotriz tiene que incorporar  la agenda de la electromovilidad, porque en Argentina se pueden producir autos eléctricos. Vamos a trabajar en un gran programa de desarrollo de proveedores, no sólo para Vaca Muerta, para proyectar lo que el país va a necesitar producir en para la próxima década. La  política industrial del siglo XXI va a tener como ejes a las universidades y centros tecnológicas calificados. Tenemos que reconvertir los 5 mil basurales que hay en el país en fuentes de energía renovable y de reciclados. El desafío es salir lo antes posible de esta crisis tan dramática y poder incorporar rápidamente las políticas de desarrollo.

Minería

– Es importante tener un debate social muy abierto, sin prejuicios y con evidencia científica. Creo que las discusiones de minería sí o no o contaminación sí o no son propias del siglo XX. El siglo XXI, las actividades contaminantes no existen, sino que existen las tecnologías contaminantes o no. Existan las buenas y las malas prácticas. La minería tiene que lograr ser inclusiva, no puede ser meramente extractivista, debe haber cadenas de proveedores nacionales, generar beneficios para las comunidades,  tiene que ser compatible con el medio ambiente y dar lugar al control social. Canadá tiene minería en este momento, Australia es un país minero que exporta el 60 por ciento del software mundial que se utiliza en la minería y Noruega es un gran exportador de petróleo y gas con tecnología propia y resguardos ambientales.

Acuerdo UE-Mercosur

– El gobierno de Macri apuró ese acuerdo, fue una muy mala negociación. Uno de los elementos mas criticados fue la falta de transparencia, ya que los sectores involucrados se enteraron por los diarios. Hubo falta de estudios de impacto y desconocimiento de algunas cláusulas. Por eso a partir de la semana que viene vamos a convocar a todos los sectores productivos de la Argentina para consultarlos uno por uno acerca del impacto del acuerdo. Haremos este análisis y luego se podrá decidir sobre bases ciertas, no sobre prejuicios.

 

Fuente: Página 12.

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