Bailarín azul, joya tropical que merece el reconocimiento de ser un «ave provincial» de la Selva Misionera

Pequeños, coloridos, con un comportamiento nupcial extraordinario, los bailarines son verdaderos tesoros escondidos en las selvas de Sudamérica. En Argentina, la Selva Misionera cuenta con la presencia de varios bailarines, pero hoy nos dedicaremos a uno de ellos: el emblemático bailarín azul.

A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones On Line.

Esta especie mide unos 15 centímetros y su canto suele oírse venir desde los estratos medio y bajo de la selva. Presenta dimorfismo sexual: el macho tiene una coloración muy llamativa, con el cuerpo azul celeste y un capuchón rojo brillante, en contraste con alas de color negro. La cola, también negra, tiene dos plumas centrales más largas que sobresalen. La hembra posee un plumaje mucho más modesto, siendo enteramente color verde oliva, más claro en la zona ventral. Los machos juveniles son también verdes, aunque con el pequeño capuchón de color rojo.

Foto: Emilio White

 

Pero lo más llamativo del bailarín azul no es su colorido ni su fuerte canto, sino un comportamiento único que tiene que ver con su reproducción.

Como su nombre común lo sugiere, el cortejo de los bailarines involucra un baile muy elaborado. Consiste en varios machos que se reúnen sobre una rama o liana limpia y horizontal, frente a una hembra que hará de espectadora posada cerca.

El baile comienza con los machos conformando una fila compacta, todos apuntando hacia el mismo lado. El macho que se encuentra más próximo a la hembra realiza un rapidísimo vuelo de exhibición frente a ella y regresa al final de la fila, dejando el lugar de exhibición a un segundo macho que ya se ha corrido al primer puesto. De esta manera, el cortejo se extiende durante un largo rato en el que los machos van rotando en una suerte de rápida rueda, que la hembra mira atentamente sin perder detalle. Esta compleja danza es acompañada de una vocalización muy particular que recuerda a un insecto “chrr tiurr tiu tiurrr”.

 

Foto: Emilio White

Por lo general, puede observarse algún macho juvenil participando del baile u observando desde alguna rama, practicando y aprendiendo para un día poder poner a prueba sus dotes de bailarín. Finalmente, la hembra se decide por uno de los machos para aparearse.

El nido de esta especie tiene forma de canasta rala que cuelga oculta entre el follaje. Es construido por la hembra, por lo general a baja altura y cerca de arroyos en la selva. La hembra pone dos huevos y ella sola se encarga de la incubación y la cría de los pichones, a quienes alimenta principalmente con pequeños frutos, insectos y arañas. Su color verde ayuda a que pase desapercibida entre la vegetación, en el momento crítico de incubación y cría de pichones.

Años atrás, el naturalista de Misiones Ernesto Krauczuck propuso que el Bailarín Azul sea el ave provincial de Misiones, asignatura pendiente que siempre estamos a tiempo de concretar. Sería un merecido reconocimiento a una especie de singular belleza entre nuestras aves selváticas.

 

 

Por Laura Dodyk / Aves Argentinas

Foto de portada: Sergio Moya

 

 

CP / PE

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