Hacia los derechos humanos de sexta generación

La relevancia de la ética para el análisis de la tecnología y la IA

 

La revolución tecnológica iniciada a fines del siglo 20 y la aparición de la sociedad del conocimiento nos plantearon una nueva generación de derechos humanos: los relacionados directamente a las nuevas tecnologías y la comunicación (Tics), que con forman como la 6° generación de derechos humanos.

 

Se produce un salto cualitativo, y cobran aquí una relevancia que no poseen en los medios tradicionales de comunicación.

 

La coalición The Public Voice ha publicado recientemente un conjunto de directrices universales sobre la inteligencia artificial, respaldado por 50 organizaciones científicas y más de 200 expertos de todo el mundo, con las que esperan “maximizar los beneficios de la Inteligencia Artificial (IA), minimizar los riesgos y asegurar la protección de los derechos humanos”.

 

La aparición de  Internet  atravesó la vida de todos y se ha convertido en el acceso  democratizado de una infraestructura técnica orientada a proporcionar una cobertura de comunicación barata, horizontal y de ámbito global, con lo cual agregó a la libertad de expresión y al resto de las libertades asociadas, una nueva generación de derechos humanos a la que la academia ha empezado a denominar “derechos humanos de sexta generación”

 

Analizar este nuevo marco social nos obliga a hacer algo historia sobre la evolución de los derechos humanos.

 

Los derechos civiles y políticos de primera generación, aquellos que inciden sobre la expresión de libertad de los individuos, proceden de la tradición constitucionalista liberal. Estos derechos están recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y los Pactos Internacionales de 1966, a saber, el de los Derechos Civiles y Políticos, y el de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. El derecho a la dignidad de la persona, y a su autonomía y libertad frente al estado, su integridad física, las garantías procesales, son derechos que tienen como soporte la filosofía de la ilustración y las teorías del contrato social.

 

El informe de Delvaux, por la comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo se centra en la necesidad de tener normas comunes para la industria, pero plantea también la preocupación de fondo cuando se habla de inteligencia artificial: la relación de este avance tecnológico con los humanos, no solo en relación a los gobiernos , sino también a sus creadores y empresas.

 

Si los organismos públicos trabajan por crear un marco ético para que el desarrollo de la IA y la robótica no vaya en perjuicio de los seres humanos, las empresas desarrolladoras también deberán establecer sus propias directrices para asegurar un uso de esta tecnología con bases éticas.

 

Estamos ante un nuevo fenómeno socio político de esta nueva “Polis”, la Red” aparece así como uno de los escenarios donde se dirimirán una de las más decisivas batallas por la libertad de expresión y, por ende, por los derechos humanos en general.

 

En este entorno técnico y político a la vez, que definimos como una nueva esfera de comunicación y realidad, se está librando probablemente una de las batallas fundamentales por la libertad de expresión y los nuevos DDHH.

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