Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «Perfeccionados»

El camino de la vida cristiana siempre será una senda de perfeccionamiento. Servir a Dios o seguir a Jesucristo no es algo estático sino dinámico y en crecimiento. Él comienza la obra, y si le dejamos, su objetivo es salvarnos, sanarnos, renovarnos y transformarnos para bien. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.

Filipenses 1:3-6. Dios comienza la obra en nosotros, para cuatro tareas que va a lograr hacer, si nosotros le dejamos, estas son: salvarnos, sanarnos, renovarnos y transformarnos.

1) SALVACION

La salvación es la liberación de un peligro o un sufrimiento. Salvar es liberar o proteger. La palabra contiene la idea de victoria, salud, o preservación.

Mateo 7:13-14. Esto es lo que provee Jesús el Salvador, es un camino de salvación que es estrecho y que aunque no es fácil y son pocos los que acceden Jesús lo ofrece a todos.

Lucas 19:1-10. Este pasaje que habla de Zaqueo, contiene elementos para entender mejor la salvación que Jesús provee a todos los que le piden.

La actitud de buscar al Salvador: Zaqueo procuró por cualquier medio acercarse al Señor y lo logró. También cuando Jesús quiso entrar en su casa, no le puso reparos.

Vencer los obstáculos: Zaqueo era de escasa estatura, pero eso no lo detuvo, se subió a un árbol. Su limitación no pudo lo detuvo. La persona que persevera, esa será salva, dice la Biblia. Mateo 24:13.

Arrepentimiento: Es enmendar, arreglar lo que está mal, cambiar de actitud. Y morir a la vieja vida.

Y Dios hace una obra interior sobrenatural.

En definitiva la obra de la salvación es la más importante porque sencillamente incluye lo eterno, afecta todo el futuro y tiene trascendencia eterna.

2) LA SANIDAD

Jeremías 17:14 “ Sáname oh Jehová, y seré sano; sálvame y seré salvo; porque tú eres mi alabanza”.

Veamos estos 5 ejemplos de sanidades milagrosas en el Antiguo Testamento:Sanidad del rey Ezequías (Isaías 38). Sanidad del rey David (Salmos 30, y 32). Sanidad de Naamán (IIReyes 5). Sanidad de Job (Job 42). Sanidad de Ana (1 Samuel 1).

Fíjese que estas sanidades del antiguo testamento son obtenidas después de lucha, búsquedas, clamor y aun llanto.

Allí se presenta en dos palabras distintas, por un lado lo que significa la sanidad (rafá) y por otro lo que es la salvación (yasha). Sin embargo en el nuevo testamento se unifica en una sola palabra (soteria), la cual refleja la obra completa que Cristo hace en el ser humano, que es integral y que significa salvación, protección, liberación, sanidad, y provisión.

La principal profecía que adelantaba que Él pagaría por nuestras enfermedades se encuentra en Isaías 53:5 (NTV). Lo que significa es que el Señor mismo vino a eso a sanar nuestras dolencia y lo atestigua en los pasajes de Mateo 8:14-17 cuando sana la suegra de Pedro.

3) RENOVACION

Romanos 12:1-2. Tenemos la tendencia de quedarnos en el pasado repitiendo conductas aprendidas, también sentimos el deseo de realizar algo o de alcanzar un objetivo en la vida actuando con autosuficiencia. Con frecuencia, por causa del pecado que nos afecta, elegimos actuar de manera egoísta y perjudicial.

Tenemos que hacer la perfecta voluntad de Dios. Debemos reflexionar sobre cómo Dios llevará a cabo su plan de acuerdo con su voluntad soberana, mientras permite que cada ser humano ejerza su libre albedrío, y no quedar fuera de sus planes. Por eso el Espíritu Santo desea hablar constantemente a nuestra conciencia. La renovación diaria es la clave de la vida espiritual y la renovación interior.

Proverbios 23:26 nos invita “Dame hijo mío tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos”.

4) TRANSFORMACIÓN

Es una transformación que comienza en algo puntual, se cae el velo, empezamos a entender y luego viene la obra transformadora en el tiempo y en el corazón, la obra la realiza el huésped maravilloso que habita nuestro interior, el Espíritu Santo, que empieza a hacer una obra libertadora, y que es una obra profunda y real de acuerdo a la entrega y perseverancia de la persona.

Hay un contraste entre el antiguo pacto de la ley y el nuevo pacto de la gracia. El requisito del antiguo pacto era que el hombre, por su esfuerzo propio, dolor y lucha personal sin ayuda, viviera de acuerdo con la norma exigente de la santidad de Dios en la ley escrita, un requisito que conducía solo a una profunda desesperación. La revelación suprema del nuevo pacto es que la transformación del carácter para la semejanza a Cristo no proviene solo a través del dolor y de la lucha personal, sino a través de la entrega, la fe, la creencia y por sobre todo la operación del Espíritu Santo en el corazón del creyente.

2 Corintios 3:16-18 Podemos ser semejantes a Cristo y este pasaje proporciona claves para andar ese camino. Este párrafo revela secretos para que haya tal transformación a la semejanza y a la imagen de Cristo:

Una experiencia progresiva

«Somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen».Una cosa queda clara: No es el propósito de Dios que nuestra experiencia cristiana sea estática sino dinámica y creciente.

Estas palabras demuestran con claridad que parecerse a Cristo en toda su plenitud no es el simple resultado de algún momento de exaltación elevada y santa, sino que es una experiencia progresiva. El cambio interior producido en nosotros por el Espíritu Santo debe transformarnos cotidianamente y acercarnos más a la imagen de nuestro Señor.

El agente transformador

«Como por el Espíritu del Santo» Debemos ver en esta transformación nuestra responsabilidad y el ministerio del Espíritu Santo. El cambio a la imagen de Cristo no es automático. No solo debemos «liberarnos y aceptar a Dios» también tenemos que «sacar» y «poner» determinadas cosas, y esto implica una actividad definitiva de la voluntad renovada. Al lograr esto, el Espíritu ejerce tanto un ministerio negativo como positivo. Primero, nos revela las cosas de nuestra vida y nuestro carácter que no son semejantes a Cristo y que por lo tanto se deben abandonar. Este ministerio revelador no es agradable; de hecho, puede ser devastador, puesto que a pesar de nuestras protestas de falta de mérito estamos todos muy sesgados a nuestro favor.

Luego, es el Espíritu Santo quien revela las gracias y las bendiciones que deberían y podrían ser nuestras y nos permite apropiarnos de ellas. No hay gracia que podamos mirar en el carácter de nuestro Señor, que no sea nuestra en medida creciente, mientras observamos al Espíritu produciéndola en nosotros.«Mirando…somos transformados».

Que Dios te bendiga y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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