A dos años de la muerte de su madre, se hizo cargo de sus hermanos menores y reclama el pago de la ley Brisa

Gabriel Ávalos, luego del asesinato de su madre Inmaculada Concepción Nuñez, a quién la familia y los amigos le decían Ebelyn, hace todo lo posible para sustentar el hogar en el que vive con sus hermanos y su abuela. Hasta el momento no le pagan la pensión, a la que tiene derecho, porque la Justicia no realizó las investigaciones correspondientes y no encontró al femicida.

 

Actualmente, Gabriel cobra la Asignación Universal por Hijo por dos de sus hermanos, pero debería cobrar también la Ley Brisa, ya que esta pensión les corresponde a los hijos de las víctimas de femicidio menores de 21 años, es equivalente a una jubilación mínima.

 

Hasta el momento no hay nadie procesado ni condenado por el femicidio de Ebelyn, pero destaca que no es su responsabilidad, ni de sus hermanos. «Es un trabajo de la Justicia o de la policía, y como no encontraron al femicida, nos condenan a nosotros a no cobrar», reclama Gabriel.

 

A fines del año 2017 en la Provincia de Buenos Aires, Ebelyn desapareció. Lo que le llamó la atención a su hijo mayor, Gabriel Ávalos, fue que cuando él empezó a mandarle mensajes para organizar la cena del 31, ella no le contestara. Primero la dieron por desaparecida y una gran cantidad de seguidores de Gabriel, vecinos y amigos empezaron a buscarla. Luego, el miércoles 27 ella tenía franco, pero el jueves y el viernes tenía que trabajar y nunca se presentó. Finalmente, apareció muerta en un descampado del barrio Santa Catalina, de Lomas de Zamora, el 29 de diciembre, con signos de violencia.

 

Seguidamente, Gabriel tuvo que reconocer el cuerpo en la morgue, lo que fue una pesadilla, pero peor fue contarle a su familia lo que había pasado. Después de lo ocurrido, la madre de Ebelyn comenzó a sufrir trastornos mentales que la volvieron incapaz de hacerse cargo de sus nietos, entonces como hermano mayor, Gabriel tuvo que tomar la responsabilidad de ocuparse los más chicos.

 

Al momento de la desgracia, Gabriel Ávalos, con sus 25 años, trabajaba como actor, transformista y comediante. Sus posteos provocadores y divertidos en redes sociales le valieron miles de seguidores.

 

Pero al enterarse de la peor noticia, «me quería morir, me pasaba las noches sin dormir, mirando a la calle, esperando que ella volviera. Quedamos en shock, solos, destruidos», dice Gabriel que se tuvo que hacer cargo de sus tres hermanos de 23, 19, y 12 años, y de una hermana de 14.»Mi mamá era el eje, el corazón de mi casa», señaló.

 

También agregó que «ella era ayudante de cocina en un restaurant boliviano en Villa Celina, donde se hacían fiestas. A veces, trabajaba varios días seguidos, traía comida, se bañaba, dormía un par de horas y volvía a salir”.

 

Es así que, durante meses, no pudo trabajar. Estaba destruido, y la realidad le imponía convertirse en detective para determinar quién o quiénes habían sido los asesinos de su mamá.

 

Hasta el momento, la investigación policial no dio resultados, y Gabriel tuvo que invertir la escasa energía que tenía en criar a sus hermanos. «Yo no soy detective, quieren que me convierta en eso y no tengo tiempo, tengo que ocuparme de ellos. Que vayan al colegio, que se vistan, que se alimenten. Yo tengo la guarda «.

 

Además, asegura que su abuela no puede dormir sola y necesita compañía y vigilancia permanente. La mujer, destruida por la muerte de su hija, intentó incendiar su casa dos veces. Uno de los chicos pasa la noche con ella para cuidarla.

 

Gabriel y sus hermanos ocupan una vivienda precaria que necesita ser terminada. Los materiales fueron donados por el municipio, pero Gabriel no encuentra la forma de empezar las obras. Son tantas las necesidades que tiene que cubrir con lo que gana en un boliche como transformista, que no sabe por dónde comenzar. «Tengo que hacer malabares, es difícil trabajar y que no te alcance», precisó.

 

Fuente TN

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas