Cooperativa Las Tunas: una apuesta a la asociatividad para mejorar la rentabilidad de los pequeños productores

Instalada en tierra de gigantes yerbateros, la Cooperativa Las Tunas se acerca a los 60 años de vida con proyecciones de crecimiento. Habiendo instalado su marca propia en el nicho de las yerbas artesanales a fuerza del marketing de boca a boca, el principal desafío ahora es mejorar la calidad de los alicaídos yerbales de sus socios y ofrecer una alternativa para que las nuevas generaciones elijan quedarse en la chacra.

 

Detrás de la Cooperativa Las Tunas hay una historia de esfuerzo compartido y superación que atraviesa varias generaciones. Se fundó en el año 1961 y su principal actividad entonces era la producción de canchada que se vendía a terceros, pero a inicios de los 70 incorporaron un molino y una marca propia. “Hacemos todo el proceso, desde la hoja verde hasta el paquete de yerba, pero hubo momentos en los que esto no fue así. A veces esta muy fuerte el molino y otras veces se vendía canchada a terceros”, explicó José “Joselo” Semienchuk gerente de la entidad.

 

Después de apariciones intermitentes en el mercado, la marca propia de Las Tunas llega al mercado con continuidad, lo que permitió incrementar progresivamente las ventas. “No fue fácil, a veces en la casa de uno es difícil ponerse de acuerdo entre dos personas imagínese en una cooperativa que tiene muchos socios y a veces con distintos intereses. Ahora tenemos 85 socios, de los cuales hay muchos pasivos, 40 aproximadamente serán activos”, advierte Semienchuk.

 

 

La constancia permitió instalar la marca Las Tunas en el mercado de las yerbas artesanales que ofrecen un producto de calidad distintiva, segmento que se está afirmando en Buenos Aires. La demanda viene creciendo pero el problema es que la producción de materia prima no acompaña esa tendencia.

 

“Hace 15 años producíamos casi 3 millones de kilos de hoja verde, pero el último año procesamos alrededor de 1,2 millones. Se fueron muchos productores a las grandes empresas pero también influyó que cayeron mucho nuestros yerbales, estamos junto al INTA y al INYM ayudando a los productores para que levanten la productividad y con ello su rentabilidad”, dijo el cooperativista, convencido de que de ello depende en gran medida la posibilidad de que las nuevas generaciones elijan quedarse en la chacra.

 

“La mayoría de nuestros socios son mayores, las nuevas generaciones se van, consiguen trabajo en la ciudad y no vuelven a la chacra. Es muy difícil el trabajo en la chacra y siempre hay altibajos en la rentabilidad. Para que se queden tenemos que ofrecerle la posibilidad de tener rentabilidad”, consideró

 

Entre los grandes

 

Instalada en Tres Capones, en el departamento de Apóstoles, Las Tunas está en el medio de gigantes de la actividad que operan en la zona y con los que debe competir para abastecerse de materia prima. “Estamos compitiendo con grandes empresas desde el ingreso de la materia prima hasta la góndola. Hay épocas en las que estas empresas pagan sobreprecios porque falta hoja verde y nosotros no estamos en condiciones de pagar de más y muchas veces el propio socio lleva su producción a las empresas grandes y deja de lado de la cooperativa. A 500 metros tengo un secadero grande, a 5 kilómetros otro y a 10 está instalado otro monstruo de la yerba mate”, remarcó.

 

 

También deben competir en las góndolas y para ello tienen una sola fórmula: distinguirse en la  calidad. “No podemos hacer las inversiones que hacen las grandes marcas en publicidad, entonces competimos ofreciendo un producto distinto, cuidamos mucho el estacionamiento, no usamos cámaras, hacemos estacionamiento natural a diferencia de las empresas grandes que tienen estacionamiento acelerado”, dijo.

 

La comercialización se basa en el boca a boca y en acciones de promoción y comercialización conjunta bajo el paraguas del consorcio Esperanza Yerbatera, integrado por 11 cooperativas que respetan las mismas pautas de elaboración artesanal de yerba mate. “Es una manera de sumar volumen para entrar mejor al mercado. Es muy difícil competir haciendo volúmenes bajos, lo que nosotros producimos en un año hay grandes marcas que lo producen en un día. El consorcio también nos permite mejorar en promoción, porque tenemos la posibilidad de participar en un mayor número de ferias”, explicó.

 

Con un volumen pequeño que no llega a satisfacer las exigencias de las grandes cadenas de supermercados, la cooperativa apuesta por el contacto directo con sus clientes y se apoya en redes sociales.

 

“La mayor parte de nuestra producción se vende de manera directa a consumidores en Buenos Aires, son pequeños compradoras. Nuestro slogan es del productor al consumidor. Si querés vender a gran escala, entrar a supermercados, tenés un alto costo en intermediarios, se te va a las nubes tu precio y tenés que bajar tu margen y eso no es negocio para nuestros productores”, sentenció.

 

Recordó que la cooperativa atravesó momentos muy difíciles: “en una oportunidad se incendió una cinta y perdimos toda la producción que teníamos en producción, otra vez vino un minitornado que nos voló toda la parte de la playa de ingreso de hoja y por último se desmoronó una estiba de yerba que tumbó toda una pared de nuestro tinglado grande. Hubo que sobrellevar todo eso y no fue fácil no dejarse bajonear, te pasa una cosa de esas y no sabés para dónde agarrar, pero con el espíritu de seguir laburando logramos seguir adelante”, aseveró.

 

Pero para Semienchuk ni el incendio ni el tornado fueron tan devastadores la política de desregulación de mercado llevada adelante en los 90. “Los grandes manejaban el mercado, si vuelve pasar desaparecerían las pequeñas cooperativas”, afirmó.

 

Fue optimista a la hora de hablar sobre el futuro de la actividad. “Creo que estamos en un buen momento porque aumenta el consumo y falta materia prima, eso ayuda a que se pueda vender toda la producción y quede un buen margen. Creo que este es un momento para aprovechar, para producir más”.

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