La enfermedad que deja sin oxígeno al Puma Rodríguez

La fibrosis pulmonar idiopática (FPI) es crónica, de origen desconocido y avanza cicatrizando el tejido pulmonar, lo que genera dificultades para respirar.

 

Es la enfermedad que obligó al “Puma” José Luis Rodríguez a subir al escenario conectado a un tubo de oxígeno y por la que fue sometido hace casi dos años a un trasplante pulmonar. La fibrosis pulmonar idiopática (FPI) es crónica, de origen desconocido y avanza cicatrizando el tejido pulmonar, lo que genera progresivamente dificultades para respirar. Para conocer “más y mejor” la realidad local y regional de esta enfermedad, en Latinoamérica se encuentra activo el primer registro continental a nivel mundial, en el que Argentina lidera el número de pacientes ingresados.

 

“Es el primer registro de FPI verdaderamente continental. Cuenta con la participación de 14 países de Latinoamérica, incluidos todos los de Sudamérica, casi todos los del Caribe y México, por lo que la muestra es absolutamente representativa de la región”, afirma el neumonólogo Fabián Caro, tras la concurrida presentación de los resultados del primer año del REFIPI en el Congreso de la Sociedad Respiratoria Europea, en Madrid. El médico es coordinador del consultorio especializado en Enfermedades Pulmonares Intersticiales Difusas del Hospital María Ferrer y vice del registro avalado científicamente por la Sociedad Latinoamericana del Tórax, que no cuenta con ningún tipo de sponsoreo.

 

La FPI es una enfermedad poco frecuente, que en Argentina afectaría a entre 5000 y 6000 personas, de acuerdo a proyecciones realizadas en base a registros de EE.UU. y Europa, ya que no hay datos epidemiológicos locales. “De ellas, tratadas hay no más de 1000, con lo cual hay un subdiagnóstico tremendo”, subraya Caro. Sus síntomas, que además de disnea (dificultad para respirar) incluyen tos seca y persistente, molestias en el pecho y cansancio, son comunes a los de patologías mucho más frecuentes como el EPOC, el asma o las originadas en el corazón, por lo que quienes viven con ella suelen pasar por varios médicos y demorar casi dos años hasta dar con el diagnóstico correcto, a partir del cual se puede iniciar un tratamiento que permite enlentecer el avance de la enfermedad.

 

 

 

Fuente: La Mañana de Neuquén

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