La economía que viene, según tres de los analistas más consultados

 

Mauricio Macri o Alberto Fernández. Gane quien gane las elecciones de la semana próxima, la siguiente administración de la Casa Rosada deberá implementar en términos económicos un plan de estabilización por encima de cualquier intento de reactivación de la actividad.

Si resuelve esa tarea, deberá encarar los problemas de financiamiento de corto plazo y, en caso de resultar exitoso, tendrá que evitar marearse con el triunfo, que suele ser la antesala de nuevos errores.

Las líneas anteriores pueden resumir el espíritu que transmitieron Ricardo Arriazu, Marina Dal Poggetto (directora de EcoGo) y Rodolfo Santángelo (presidente de Macroview), tres de los especialistas más consultados por el sector privado en materia económica, en su presentación en e l 55º Coloquio de IDEA, que se hace en esta ciudad. El panel estuvo moderado por José Del Rio, secretario general de redacción de La Nación.

Para Arriazu, el próximo presidente llegará con una gran capacidad ociosa del sector productivo, pero con superávit comercial, en un contexto en que el aumento de la demanda interna «puede hacer subir tempranamente el PBI».

Al mismo tiempo, según el economista, no tendrá demanda de pesos y convivirá con la imposibilidad de hacer frente a los vencimientos de la deuda.

Para anticipar lo que debería venir, puso de ejemplo a Portugal. Ese país puso en marcha 426 reformas estructurales. Y sugirió: «El poder es como el violín: se toma con la izquierda y se toca con la derecha».

Para Santángelo, «plan de estabilización le queda grande a lo que va a venir. A pesar de eso, me da la sensación de que algunos márgenes de acciones hay. Pondría los cañones en que si sale bien, lo aprovechemos».

Aunque con matices, los tres coincidieron en un diagnóstico dramático sobre el recorrido de la economía argentina en el último tiempo. Para Arriazu, el país está en 1870 en términos de la marcha de la actividad. «No es un gobierno. Son 100 años. La competitividad es uno de los temas que explican esto. Por muchos temas dejamos de ser competitivos y cerramos la economía».

Santángelo hizo sus propias cuentas. Sostuvo que en los últimos 50 años casi todo el mundo creció en términos de PBI per cápita, pero la Argentina está en el quintil más bajo. «El 25% de PBI es lo que perdimos por la inestabilidad macroeconómica», recordó. Y agregó: «Muchos de los problemas que tenemos hoy no los tendríamos».

Para Dal Poggetto, más que errores sucesivos, hay péndulos. El Rodrigazo, recordó, vino después de un período en que se aceleró la distribución del ingreso, que condujo a un país sin moneda y con un shock inflacionario. «Luego vino el Proceso, hizo todo lo contrario y terminaste en una crisis de deuda», agregó.

Más adelante, cuando «se alinearon los planetas, en 2003, con superávit fiscal, externo y un mundo de commodities altas se volvió a combinar con un intento de shock distributivo». Para la economista, cuando las oportunidades están, «los argentinos nos esmeramos en dilapidarlas».

Para revertir esta situación, dijo Arriazu, hay que restaurar equilibrios macro. «No puede haber déficit fiscal ni externo, hay que erradicar la inflación. Tiene que haber funcionamiento de la Justicia y de las instituciones. No podemos competir con el exterior con las manos atadas a la espalda. Pero si seguimos cerrados, nunca vamos a mejorar», sostuvo.

El pronóstico de Arriazu es que la administración siguiente deberá apuntar a alcanzar el «equilibrio macroeconómico, estabilizar y resolver los problemas de financiamiento de corto plazo. Ahí se requiere creatividad».

Santángelo dejó una reflexión final: «Si una reforma estructural atenta contra la estabilidad, no la quiero, porque nos hace perder mucho tiempo. Impuestos es igual a gasto. No podemos seguir hablando de reforma tributaria si no hablamos de reforma de gasto. No hablemos de quita de impuestos si no dice cómo lo va a financiar».

 

(La Nación)

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