Comunicación No-Violenta

¿Alguna vez te pasó que evitaste una conversación porque sentías que era demasiado difícil como para que la abordaras? ¿Te sucedió, tal vez por miedo, por inseguridad, o por sentir que no tenías las palabras exactas para expresar lo que pasaba, necesitabas, o habías decidido realizar?

 

Hablamos mucho, hablamos todo el tiempo, pero no necesariamente aprendimos a hablar bien. Nos formamos como profesionales, ejercitamos diferentes actividades, pero la mayoría de nosotros no sabe expresar lo que necesita con claridad, en el exacto momento que corresponde hacerlo.

 

Tener dificultades para expresarnos a diario es un problema, que se vuelve exponencialmente más complejo cuando tenemos que hablar de algo que nos atraviesa emocionalmente, nos supera, o significa para nosotros un posible conflicto. Tendemos a evitar esa charla, a la persona, a los colegas del sector, y hasta la zona en donde se encuentra el foco del problema. Buscamos una, dos, cientos de excusas con tal de no enfrentar la situación de tener que hablar de aquello que nos cuesta. Nos hacemos una película de lo que puede llegar a pasar, en vez de preparar lo que es importante decir, lograr el estado emocional necesario para decirlo, y finalmente hacerlo.

 

La teoría de la Comunicación No-Violenta (CNV), desarrollada por Marshall Rosenberg, supone que todo comportamiento humano se deriva de intentos de satisfacer necesidades humanas universales, y que estas necesidades no necesariamente están en conflicto. Por el contrario, señala que el conflicto surge cuando chocan las estrategias para satisfacer dichas necesidades.

 

La Comunicación No-Violenta propone que si las personas logran identificar sus necesidades, las necesidades de los demás y los sentimientos que rodean a estas necesidades, se puede lograr armonía.

 

En los procesos de Coaching con ejecutivos, he sido testigo del poder y el valor de este modelo de Comunicación. Los resultados y cambios son inmediatos. Cuando aceptamos que hay otras maneras de decir lo que nos pasa, cuando aprendemos a hablar de lo que sucedió sin calificarlo, sin agregar interpretaciones, las tensiones disminuyen, y quien nos escucha está más atento y abierto a lo que puede suceder. Ser capaces de distinguir, hechos de sentimientos, y necesidades de compromisos es el primer paso para lograr acuerdos más pacíficos.

 

Necesitamos aprender a dialogar de manera empática, en vez de discutir o directamente evitar el conflicto. Es hora de entender que comunicar no se trata de transmitir, o informar únicamente; supone un proceso de interacción complejo entre dos o más personas con visiones de mundo completamente diferentes, pero igualmente válidas. Necesitamos como amigos, vecinos, pareja, padres, hijos, personas evolucionar en la manera de decir lo que nos sucede.

 

Porque sólo cuando logremos dominar la habilidad de comunicarnos de manera no violenta, construiremos caminos que nos lleven a la paz y la unidad como argentinos.

 

 

(*) Lic. Sol Jouliá
www.soljoulia.com.ar
instagram: @soljouliaok

 

 

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