Mujeres empoderadas: Malvina Lara, una sobreviviente de violencia de género que logró cambiar su historia y ayuda a otras mujeres a salir de este grave problema social

 

Malvina Lara (42) está cursando con mucho esfuerzo, pero también con entusiasmo, la Licenciatura de Trabajo Social, tras recibirse de Técnica en Promoción Socio Cultural (FHyCS-UNaM) en el marco del Programa Ellas Hacen de la Nación. Además de ser madre de cinco hijos, desde hace 17 años en promotora de Salud. Y, en forma voluntaria, realiza un constante trabajo social de contención, ayuda y capacitación a mujeres que sufren violencia de género desde el Barrio San Jorge, de Posadas, junto al colectivo de mujeres del PROGEN. Una historia de vida que inspira por ser ejemplo de superación personal, solidaridad y compromiso social, militando bajo el lema:“No se daña a quien se quiere”.

 

Es oriunda de Neuquén (Capital) y llegó a Posadas cuando tenía 8 años. Hoy, Malvina Lara tiene cinco hijos. Al mayor, Franco, de 24 años, le siguieron Sandro (22), Lara (12), Azul (16) y Mía (7) años. “Actualmente vivo con tres de ellos (Sandro, Azul y Mía) y un nietito de 6 meses de edad. Vivimos en el Barrio San Jorge”, cuenta Malvina. Tiene un segundo nietito de 2 años, pero vive con sus padres, su hijo Franco y Julita, su compañera de vida.

Desde hace 17 años se desempeña como promotora de Salud en el Centro “La Casita de la Salud”, dependiente de la Asociación Jardín de Los Niños. Por esta actividad laboral percibe en la actualidad 4.000 pesos de ingreso. Desde hace 10 años forma parte del grupo PROGEN (Programa de Promoción de los Derechos de la Mujer), un movimiento de mujeres que trabaja totalmente a Ad honorem brindando charlas de concientización, promoción y prevención contra la violencia de género.

Hace tres meses, Malvina logró percibir una beca por $7.000 por tareas similares a las que realiza como voluntaria del PROGEN, ahora también para el Ministerio de la Mujer y la Familia (MDS).

Y paralelamente, además de ocuparse de sus hijos, su casa, la carpintería que tiene en su vivienda con su hijo mayor, estudia en la universidad. En la actualidad cursa la carrera de la Licenciatura en Trabajo Social en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM, tras haber egresado de la misma institución académica como Técnica en Promoción Socio Cultural.

“Ayudar a una víctima de violencia de género es para mí una forma de agradecerle a la vida la oportunidad de hoy de ser una sobreviviente, de ser una mujer empoderada, de amarme, de sentirme útil y sentir la empatía en forma constante. Me siento frustrada cuando no encuentro tantas personas comprometidas por la causa, que es tan necesaria para combatir este flagelo social. Me parece que muchas personas lo toman como una moda del momento, útil para lucirse, pero cuando es necesario actuar ante este grave problema social, se llenan de excusas y pocas voluntades para salvar vidas”, expresó la profesional, en una entrevista con Misiones Online.

De eso se trata la problemática de violencia de género, de salvar vidas. “Creo que es muy necesario que se reconozca laboralmente la Tecnicatura en Promoción Socio Cultural de la UNaM, una herramienta útil para las problemáticas sociales actuales. Las mujeres egresadas de la tecnicatura poseemos el conocimiento universitario y  también la voluntad de superación personal. Estamos muy dispuestas a trasmitir, concientizar y contagiar el mensaje que llevamos adelante: no se daña a quien se quiere”, sostuvo Malvina.

En el relato de su historia, refleja como en la actualidad revitaliza sus fuerzas ayudando a otras mujeres, escuchando a otras mujeres que sufren lo mismo que alguna vez ella sufrió, y porque las entiende y logró superar estos difíciles momentos, las alienta a dar los pasos necesarios para cambiar sus vidas y seguir adelante. “Se puede, yo pude, todas podemos. Tenemos que ayudarnos unas a otras, fortalecernos, hablar y empezar de nuevo”, asegura.

 

MOL: ¿Qué fue lo que te motivó a estudiar la Tecnicatura de Promotora Socio Cultural?

Ingresé al Programa Ellas Hacen, actualmente Hacemos Futuro, cuando existió la posibilidad de inscribirme, ya que para ello se debían reunir uno de los tres requisitos: tener tres hijos por los cuales se cobrara Asignación Universal, o algún hijo discapacitado, o haber sufrido violencia de género. Lamentablemente, reunía los tres requisitos. Tenía más de tres hijos, había sufrido violencia de género, y tenía tres hijos discapacitados viscerales. Eran momentos tan difíciles, y fui a la convocatoria el último día, a última hora, para inscribirme.

Los turnos te dan según el número de DNI, y el día que me correspondía, no había podido ir. Pero fui a probar suerte el último día, y apenas me arrimé a la puerta un muchacho me recibió, me indicó que pasara y me dio un papelito donde decía que marcara si reunía algunos de los requisitos. Marqué los tres y se lo entregué. No me volvió a preguntar más nada, me acompañó hasta una mesa y me solicitaron todos los DNI de mis hijos. No los había llevado. Me preguntaron si quería ir a buscarlos  y si volvería, que me iban a esperar. Si no tenía para el pasaje me darían. Así que fui a casa y volví para las 15 horas, y aún estaban allí, esperándome.

Cuando me explicaban que si resultaba aprobada en el Programa “Ellas Hacen” tendría derecho a cobrar un cierto monto, que además tendría Obra Social, y que podría y debería estudiar, parecía tan bueno, que no creí que sería para mí. Sin embargo, en menos de un mes mi apellido estaba en una lista de aprobadas.

Al principio algunas mujeres tenían que anotarse para estudiar la primaria o secundaria, o retomar los estudios donde habían quedado. Aquellas que ya teníamos finalizado ese nivel, hacíamos algún curso de capacitación. En ese momento elegí Punto Cruz, pero después existió la posibilidad de ingresar a la Facultad para cursar la tecnicatura, y con esa asistencia justificaríamos la contra prestación para percibir ese ingreso económico mensual. Es decir, nos pagaban por estudiar!

Se abrió la carrera de la Tecnicatura en Promoción Socio Cultural, como desperdiciar una oportunidad así!

 

MOL: ¿No habías tenido antes alguna oportunidad de estudiar en la Facultad?

Había intentado estudiar, muchas veces. Inicié el 4to año de Magisterio, hice la tecnicatura de Analista en Sistemas, pero nunca entregué el trabajo final. Después comencé Enfermería y lo dejé. Hice un año y medio de Peluquería, un año de Manualidades, pero nada había terminado. No fue fácil vivir, llevar a cargo la casa,  los hijos, a mi misma. Me frustraba, me deprimía, me cansaba  y dejaba. Y me sentía peor.

Pero en esta oportunidad, mis hijos mayores ya estaban en la adolescencia y con mucha insistencia iban a la escuela. Muchas veces me reclamaron que, de alguna manera, pretendía de ellos lo que yo no había hecho, porque la verdad que de nada me había recibido. Así que me dije a mi misma: “esta vez la vida me dio una nueva oportunidad, y la aprovecharé”.

El primer año de la tecnicatura fue emocionante, me sentía tan bien en ese espacio. Muy contenida por las profesoras y los profesores, y las compañeras. Cada una de ellas con su historia, todas complejas, mucha diversidad de edades y de expectativas, pero todas juntas ingresando a la Facultad, por esa puerta grande. Me sentía importante.

Disfrutaba del saludo de los demás estudiantes, como si me conocieran de algún lado. La cursada la hacía acompañada de mi hija más pequeña, Mía, que tenía en ese momento 18 meses. Nadie me dijo que no podía llevarla. Claro que me esmeraba en enseñarle que no hiciera ruidos o que no hablara fuerte, o que no quisiera salir a cada ratito, para no distraer tanto la clase.

Pero estaba tranquila en la clase, porque mi hija estaba conmigo, bajo mis cuidados. A su vez, podía estar en el lugar donde yo quería estar, estudiando en el lugar que había soñado tanto tiempo y que casi me convencí que eso de “la Facultad” no era para mí. Mucho tiempo me lo habían dicho y casi lo creí.

No fue fácil, era reorganizar todo en mi difícil vida. Correr más aún en lo cotidiano, ya casi no visitaba amigas ni a mi madre, aunque ella me súper apoyaba, me alentaba, e incluso ella venía a verme. Tuve que delegar tareas a mis hijos,  quien cocinara, quien ordenara la casa. Soportar que muchos comenten que “estaba perdiendo el tiempo”, o que solo “quería vagar”.

Fueron muchas las veces que me tiraron mis carpetas. Pero yo seguí estudianto, mis hijitos me apoyaban y colaboraban.

Al final  me di cuenta que ellos podían hacerlo todo, que podían organizarse. Yo no era imprescindible para ellos como lo creía, sino que éramos una familia, nos apoyábamos y colaborábamos el uno con el otro.

En segundo año de la tecnicatura se me complicó a mediado de la cursada. Por inconvenientes de espacio físico, pasaron la cursada de la carrera al día sábado. Soy de la religión Adventista, y guardo el día sábado de puesta de sol de viernes a puesta de sol del día sábado, así que probé de presentar la nota con los argumentos  y me consideraron, dejándolo a criterio de cada profesor, claro que tenía que reunirme en grupo, hacer los practico y luego rendir finales. Se complicaba un poco, pero pude hacerlo!

Así que me recibí en tres años y medio de Técnica en Promoción Socio Cultural, y también me separé!

 

MOL: Sufriste violencia de género y tu trabajo final abordó esta problemática….

Si. Mi trabajo final fue sobre la Violencia de Género en la ciudad de Posadas. Tema fuerte, que duele y que hay que visibilizar.

La cursada me dio muchas herramientas para mejorar mis trabajos sobre esta problemática social, mejoré mi lenguaje, mis exposiciones, los tips de convocatoria, las metodologías,  todo para que los talleres se vuelvan más interesantes y así poder llegar a cada ciudadano que quiera oír.

Creo en que, como una sobreviviente de violencia de género, como técnica en Promoción Socio Cultural y futura,  si Dios quiere, Licenciada en Trabajo Social, tengo el compromiso de promover y organizar la participación social comunitaria.

Busco desarrollar y potenciar el profundo espíritu de compromiso social, revisar con mirada crítica la cultura que nos atraviesa para detectar conductas aprendidas, dañinas, aceptadas socialmente, pero que hay que ayudar a los individuos a “deconstruir” estas prácticas naturalizadas para “construir” una sociedad más justa y libre de violencias.

 

La problemática de la violencia doméstica y violencia de género

 

MOL: ¿Cuándo fue que comenzaste a trabajar en violencia de género para ayudar a otras mujeres y por qué? 

Fui hija de un hombre violento, y repetí el patrón. Me casé a los 18 años. Siempre sentí que debía ayudar a las mujeres que sufrían violencia doméstica. Las escuchaba y trataba de contactarlas con el 102, con la señora Gloria Báez. En aquel tiempo, 2003-2004, en lo personal no me daba por aludida, creía que lo que me pasaba en ese entonces era menor a lo que les pasaba a ellas, que lo mío sería solo hasta cuando yo realmente me cansara, que un día tomaría las riendas de mi vida y haría algo. Incluso, creía que mis hijitos no lo padecían. Pasaron 19 años así, de sufrir violencia de género.

En el 2009 un grupo europeo, COSPE, en coordinación con Jardín de los Niños presenta la oportunidad de capacitar a un grupo de mujeres para trabajar este flagelo, y fue así que reunió a 35 mujeres que luego conformaron lo que hoy es el PROGEN.

Y aunque muchas aun seguían siendo víctimas como yo, igualmente se dedicaban a la tarea de promocionar los derechos de las mujeres. Nos empezamos a organizar, a realizar actividades, desde agasajos, caminatas, tardes de té, clases de apoyo escolar, talleres de huerta , costura, teatros, entre otras estrategias para poder convocar a mujeres y niños que sufrieran violencias.

No podíamos realizar invitaciones abiertas, sino el victimario no les permitiría participar. Nuestras actividades al principio se centraron en los barrios de San Jorge e Itá Vera, en la Chacra 145 de Posadas. Luego nos fuimos expandiendo, cada una fue armando sus redes y donde lograba encontrar la oportunidad, se replicaba lo hecho.

Actualmente, solicitan las charlas varias escuelas, comedores, comisiones vecinales.

 

MOL: ¿Cuál es la realidad sociocultural de los barrios de Posadas donde trabajas? ¿qué pasa en las familias y cómo le haces llegar a esa mujer que sufre violencia de género una alternativa para cambiar su vida?

Los barrios iniciales son de familias numerosas, medianamente de población joven, y la mayoría de escasos recursos, y poco nivel educativo, gente muy sufrida.

Actualmente seguimos aprovechando cualquier oportunidad para reunirnos y promocionar las leyes existentes: Ley Nacional N° 26.485, la Ley Provincial N° 4405, la Ley sobre la Salud Sexual y Reproductiva, y las otras instituciones que se suman a trabajar en la causa como la Línea 102, 137, 911 etcétera.

Es tan interesante poder aclarar desde lo más mínimo, empatizar con la mujer y su circunstancia, con un lenguaje coloquial. A veces ellas dicen: “yo llamé al 102 a las 21 horas y nadie me atendió, es mentira que van a ayudar”. Lo bueno es saber que es tan necesario explicarles esos detalles que, quizás, uno los da por sabido pero esa mujer no lo comprendió.

Decirles: «Sí, la van a ayudar, pero ese número, el 102, es para un horario comercial, pero para esas otras horas hay otro organismo como la Línea 137 o el llamado al 911». Explicarles, que la llamada es gratuita, es decir,  que no necesita tener saldo en el celular, que puede llamar un tercero, o que la denuncia puede ser realizada con la reserva de identidad. Que les van a creer y que es su vida y la de sus hijos o hijas las que están en juego. Que vale la pena animarse, aunque sea para asesorarse y que no estará sola,  que si necesitan estarán los albergues para ellas y sus hijos o hijas.

Es muy necesario también explicarles el funcionamiento del círculo de la violencia, los distintos tipos de violencias, porque muchas creen que solo el golpe de puño es violencia. Muchas son las mujeres que preguntan sobre el tema del abuso sexual en la pareja, la violencia económica, la violencia social, la violencia en el noviazgo, la violencia institucional.

Dónde hacer las denuncias, las diferencias entre hacer denuncias y exposiciones (nunca recomendada), y explicarles que podrán pedir las medidas cautelares, etcétera.

En lo personal, me esmero por armar redes con las instituciones, con los Juzgados, los Hospitales, la Policía, para trabajar en conjunto y poder ayudar realmente a la víctima. Esto es porque yo lo viví, siempre recuerdo la vergüenza que sentía de lo que vivía (una se culpa), o que parecía que todos se cansaban de escucharme (una se cohíbe), que a pesar de todo yo le creía y sentía que me vida no tenía sentido sin él (círculo de la violencia -auto estima baja).

Tenía miedo (falta de recursos), por eso ahora me pongo en el lugar de esa mujer que fui alguna vez y en el lugar de la mujer a la que estoy oyendo, pero que ahora se animó y confió en mí. Muchas veces uno cree que nadie se da cuenta de lo que está ocurriendo,  así que desde decirle que “te creo”, es que comienzo.

A una mujer que sufre situaciones de violencia hay que acompañarla o buscar a alguien idóneo para que la acompañe a hacer la denuncia, hay que darles fuerzas constantemente.

Muchas mujeres dejan de sufrir la violencia familiar para pasar a sufrir violencia institucional, violencia económica, etcétera, porque desde que a veces la policía no le toma la denuncia o no lo hace con todos los detalles necesarios, luego los pasos judiciales tienen sus propios tiempos, que no van acordes a las necesidades urgentes de la víctima.

Estas necesidades son, desde trabajar y no saber qué hacer con sus hijos, ya que no hay guarderías ni escuelas de jornadas completas suficientes. O buscar un lugar dónde vivir. Muchas de ellas dejan sus domicilios porque eran alquileres o de algún familiar del victimario, o el victimario no se retira y hasta que el juez lo ordene,  muchas veces estas mujeres viven muchas peripecias.

Así que no es para nada fácil salir, y cada una de ella, que logró hacerlo, es realmente una guerrera victoriosa. Y vale la pena ser parte de eso.

 

 

Por Patricia Escobar 

 

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