¿Cómo hicieron para convencer que pagar más, sería mejor?

Lo resaltaba CFK en su presentación la semana pasada en la ciudad de Posadas; una pregunta que nos remite obligatoriamente a la teoría económica, puntualmente al análisis del ingreso, del consumo, del ahorro y al papel del Estado como agente económico.

Empezamos por resaltar que una persona cuenta con un margen de ingresos (Y) producto de sus salarios, de intereses o simplemente de transferencias, pero sólo dispone de un porcentaje del mismo que se obtiene luego del pago de sus tributos (impuestos, tasas y contribuciones), a este monto lo llamamos ingresos disponibles (Yd). Ésta es la porción del ingreso que una persona destina al consumo y al ahorro, es decir que:

Yd= Consumo + Ahorro.

El consumo es el dinero que el consumidor destina a cubrir sus necesidades generalmente en el siguiente orden: primero en bienes no durables (por ejemplo, alimentos), segundo en servicios (por ejemplo, luz eléctrica y agua potable) y tercero en bienes no durables (por ejemplo, electrodomésticos). Una vez cubiertas sus necesidades de consumo, el consumidor, recién ahí planifica con el sobrante de su ingreso disponible (en caso que exista), cubrir sus necesidades de ahorro, por ejemplo, a través de depósitos en plazo fijo.

Ahora bien ¿qué pasa cuando una o más de estas variables se alteran? Se produce una caída del consumo, de la producción y del ahorro.

En esta línea, los subsidios que el Estado otorga a los servicios básicos responden a su función primordial de dirigir la actividad económica y por consecuencia se convierte en un insumo para el mejoramiento del ingreso disponible de la ciudadanía (salario indirecto), lo que se traduce en el aumento del poder consumir más bienes y más servicios.

Ahora bien, que él consumo mejore en cantidad y calidad debido al incremento del ingreso disponible, permite mejorar la capacidad de producción de las empresas, quienes son doblemente beneficiadas con los subsidios del Estado. Por un lado, mejoran sus costos, ganan en ventaja competitiva frente a otras economías y, por otro lado, mejoran sus ingresos por el simple hecho de vender más y mejor.

No obstante, también al disminuir los costos del consumo, es decir pagando menos tarifas, implica directamente una mejora en la capacidad de ahorro de la sociedad, se tendrá una mejor proyección del futuro y se podría ayudar al mejoramiento del sistema financiero al contar con más depósitos en los diferentes bancos que componen el sistema en calidad de resguardo (ahorro y/o inversión).

Y si a todo esto le sumamos la función del Estado de garante de los derechos de sus ciudadanos, derechos que permitan garantizar el desarrollo de una vida digna, deberíamos discutir si hoy contar con luz eléctrica y agua potable configuran necesidades indispensables para poder gozar de una digna calidad de vida, porque si así lo fuera, el Estado tendría otro motivo por el cual ocuparse de las tarifas de dichos servicios.

Administrar el Estado, dirigir la Actividad Económica implica necesariamente pensar en la complejidad del sistema, contextualizando el momento histórico, gobernando para el presente, proyectando el futuro, pero siempre teniendo el pasado como marco de referencia de lo bueno y de lo malo. Gobernar no es una tarea fácil; Gobernar no es para cualquiera. –

 

*Domínguez, Jonathan Andrés. Lic. En Educación. Prof. En Ciencias Económicas

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas