Centenario de Eldorado: Carlos Engwald, mentor del nombre de la ciudad

Antes de la fundación de Eldorado, Carlos Emilio Engwald ya era el administrador del fundador de la ciudad- Adolfo Julio Schwelm. Contaba Nina Raben- esposa de Carlos- que una tarde cuando trabajaban en La Pampa para Schwelm, él les contó que había comprado un remate en Buenos Aires, «para que tenga su Eldorado (nombre basado en la leyenda de la que solían hablar), y usted va a ser el encargado de colonizarla» le dijo a Carlos Engwald. Juntos vinieron a Misiones, y se enamoraron de estas tierras a las que describían como un «tesoro verde» por la riqueza de la tierra y la naturaleza.

 

La ciudad de Eldorado se fundó el 29 de septiembre de 1919, día del cumpleaños del fundador: Adolfo Julio Schwelm, que llegó esa mañana a las costas del puerto viejo para tomar posesión definitiva de sus miles de hectáreas de tierra y desde el barco, inspirado por la belleza natural y los destellos del sol que ingresaban a la selva virgen, pensó en llamarla Eldorado, en alusión a la leyenda del paraíso terrenal, conformado por un territorio lleno de riquezas y tesoros.

 

Una absoluta verdad, según decía el mismo Schwelm, ya que las riquezas estaban ocultas en la tierra roja y la espesura de la selva, y habrían de fructificar con el trabajo constante y sin pausa de hombres y mujeres que soñaban con una ciudad próspera y pujante.

 

La leyenda de Eldorado, es algo de lo que Schwelm solía hablar con su hombre de confianza, su admnistrador Carlos Emilio Engwald, quien fue el mentor del nombre.

 

Por esa razón, la señora Lidia Susana Baker- nieta de don Carlos Engwald y doña Nina Raben- se acercó al municipio para contar por qué Eldorado lleva ese nombre.

 

Susana dijo que los nietos e hijos de don Carlos Emilio Engwald han escuchado la historia muchas veces contada especialmente por la abuela, doña Nina, a la que llamaban cariñosamente Lille Mor (abuelita en danés).

 

La historia que ella relataba era la siguiente: el abuelo don Carlos Engwald, (Lille Far para la familia) había venido escapando de Dinamarca en un buque de carga, cuando tenía 14 años de edad y su primer trabajo, en 1901 fue cavar zanjas en Puerto Segundo, para ganarse el pan.

 

El trabajo era duro y la selva despiadada, pero se enamoró de ella y vio que sería “su Eldorado”. Los Mayas lo tenían en oro y piedras preciosas, pero acá estaba el tesoro en la riqueza de la tierra y la exuberancia de la vegetación. Eldorado fue su “tesoro verde” como le decía.

 

Carlos regresó a Europa y en 1912 vino con su hermano y un amigo a trabajar en una granja gubernamental que recibieron, y pusieron un aserradero.

 

En 1918 cuando trabajaba como administrador de Julio Adolfo Schwelm cortando caldenes para leña en La Pampa que eran llevados por ferrocarril a Buenos Aires.

 

Ellos vivían en un vagón que doña Nina acondicionó como una vivienda y que se trasladaba a medida que avanzaba el trabajo.

 

Nina contaba que una tarde vino don Adolfo Julio Schwelm a festejar el cumpleaños de don Carlos, porque sabía que habría ricas tortas que doña Nina hacía muy bien y le trajo un regalo a Carlos.

 

En esa oportunidad según Nina, Schwelm le dijo: «Don Carlos aquí le traigo un regalo» y sacó unos papeles, «he comprado en un remate en Buenos Aires, 65.000 hectáreas de tierra para que usted tenga su Eldorado, y usted va a ser el encargado de colonizarla» le dijo.

 

Y así sucedió, una vez terminado el contrato en La Pampa, Carlos Engwald continuó trabajando con Schwelm, aunque ya vivían en Buenos. Aires.

 

Poco después viajó con Schwelm a Misiones y empezó a ver la extensión de tierra que había comprado. Era el primer viaje hacia el lugar que después llegaría a llamarse Eldorado.

 

Semanas después volvieron con peones, edificaron un rancho y limpiaron un gran espacio. También había llegado el agrimensor y ya estaba en marcha marcando terrenos y calles de Eldorado.

 

Los primeros pobladores que trajo don Carlos eran daneses marginados en el sur de Buenos Aires, ellos juntos a los demás pioneros, con gran esfuerzo se abrieron paso en la selva y fundaron la pujante Capital del Trabajo, que en pocos días cumplirá 100 años.

La leyenda de Eldorado

 

La leyenda se origina en el siglo XVI cuando los conquistadores espanioles reciben noticias de una ceremonia donde un rey se cubría el cuerpo con polvo de oro y realizaba ofrendas en una laguna sagrada.

 

Hoy en día se sabe que este pueblo era el Muisca y el sitio donde se realizaba la ceremonia habría sido la laguna de Guatavita.

 

La supuesta existencia de un reino dorado motivó numerosas expediciones y se mantuvo vigente hasta el siglo XIX, sin embargo, las grandes riquezas que esperaban hablar, nunca fueron encontradas, ya que solo se trataba de una leyenda.

 

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