El Principito se tradujo al guaraní y creen que habría escenas inspiradas en Paraguay

Se llama “Principe-í” y es de lectura obligatoria en ese país. Dicen que un cerro cerca de Ypacaraí tiene la forma de la boa.

«El Principito nos recuerda nuestra humanidad. Es un libro que encanta e impacta especialmente en este contexto de un mundo violento. Los chicos son los primeros que rescatan el mensaje del libro y eso es especialmente emocionante», dice María Gloria Pereira, responsable de la traducción de la obra del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry al guaraní, en el marco de un proyecto que se propone rescatar esa lengua que hablan cotidianamente 80 por ciento de los siete millones de paraguayos. Y también ganar lectores de las nuevas generaciones que, así, vuelven a conectar con sus raíces idiomáticas.

El personaje es universal, por supuesto, pero además se lo siente cercano en Paraguay: Saint-Exupéry (1900-1944) conocía la región a la perfección como piloto de la compañía Aeropostale, que conectaba Asunción con Buenos Aires. Incluso, los estudiosos de su obra piensan que pudo haberse inspirado en el paisaje guaraní para escribir parte de sus obras y evocan versiones sobre un romance apasionado que habría vivido el escritor en Paraguay con una francesa que vivía en el continente latinoamericano, Hilda Ingenohl (de hecho, una suite del Hotel del Lago rinde homenaje a esa pasión).

Hasta se cree que el cerro Patiño (cerca de Ypacaraí, en las afueras de Asunción), muy parecido en sus formas a un sombrero, pudo haber sido su fuente de inspiración para la imagen de la boa que se tragó a un elefante y que da comienzo al relato, publicado en 1943: visto desde la playa de San Bernardino o desde el mirador de Altos, el parecido entre el cerro y el dibujo del personaje es llamativo.

En su libro Tierra de Hombres, el autor francés reconocía: “Me atraía, en el Paraguay, esa hierba irónica que muestra la raíz entre el pavimento de la capital y que, de parte de los bosques vírgenes, llega a ver si los hombres mantienen aún la ciudad…”.

El libro se titula Principe-í (Servilibros) y ya casi agota una primera edición de dos mil ejemplares en Paraguay, de donde Pereira es oriunda; en parte, porque la obra fue comprada por instituciones educativas que la recomiendan como lectura obligatoria en las escuelas (donde el guaraní se enseña a la par del español, ambos son idiomas oficiales). Pero también porque a través del sitio web de la editorial fue adquirida por lectores de Francia, España, Rusia, hablantes del idioma o incluso coleccionistas que la buscan como curiosidad a través del sitio de la editorial (www.servilibro.com). En la tapa, el protagonista lleva puesto un típico sombrero paraguayo, una clara muestra de su multicultiralidad.

La nueva versión de la pieza más famosa de Saint Saint-Exupéry, que se concretó con el apoyo de la Embajada de Francia en Paraguay y la Allianza Francesa, se presentará en ese país este jueves y la traductora tiene previsto viajar en 2010 a Francia -donde hará lo propio en presencia del nieto del autor francés- y en la Feria del Libro porteña, donde este año estuvo presentando una versión en guaraní de Mafalda, la emblemática tira de Quino (Joaquín Lavado).

«Como la traducción de Mafalda tuvo tanta aceptación decidimos probar con otros materiales», cuenta Pereira a Clarín desde Paraguay. Para ella, profesora de enseñanza media e integrante de la Guarani Ñe’ ê Rerekuapavê (Academia de la Lengua Guaraní), la obra de Saint-Exupéry es especial, «de una sencillez única, porque lo que nos transmite y a menudo olvidamos es que lo esencial es en la vida lo que nos hace felices, y no todas esas cosas detrás de las que corremos y muchas veces resultan superfluas. Los chicos lo entienden enseguida y hacen unas devoluciones hermosas a partir de esas lecturas».

Consultada sobre las dificultades específicas que pudo haberle presentado este último trabajo dice que «esta traducción es mucho más literaria que la de Mafalda, e incluso me propuse rescatar términos del guaraní ya en desuso, para que los propios nativos conozcan o redescubran palabras que se van perdiendo con el tiempo y vuelvan a enamorarse de esta lengua. También había que preservar el tono de esta novela corta, que es muy bella y que no resistiría un guaraní puramente coloquial: había que ponerse a la altura del trabajo de Saint Exupéry y ese fue mi objetivo», detalla.

En 2005, ya se había publicado una traducción de la obra al guaraní, hecha por otros autores. Pero en el afán de dar más alternativas de lectura universal en guaraní, Servilibro volvió a apostar por el clásico de Saint-Exupéry: El Principito (1943) es el tercer libro más vendido de la historia, después de La Biblia y El Capital. Además, es el cuento moderno que ha sido traducido a un mayor número de idiomas -391 hasta ahora- y cuenta con más de doscientas portadas distintas.

El guaraní, reconocido como lengua oficial por la Constitución de 1992, ha perdurado en el tiempo y su uso se extiende a toda la sociedad paraguaya sin distinción de clase: la leyenda dice que el secreto de su supervivencia tiene su origen en el siglo XVI, cuando el gobernador español del Río de la Plata, Domingo Martínez de Irala, que ejercía desde Asunción, autorizó a sus soldados a convivir con las nativas, mientras él mismo lo hacía con treinta y dos de ellas.

El improvisado laboratorio lingüístico se fortaleció con la labor jesuita de 150 años en los siglos XVII y XVIII. El guaraní no tenía escritura, pero los jesuitas imprimían textos en esa lengua usando caracteres del alfabeto latino. En la actualidad, la Real Academia Española (RAE) ya incorporó más de 200 palabras de origen guaraní al diccionario castellano.

 

(Clarin)

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