La historia del vendedor de choripanes de Villa Urquiza: “Si no salgo a trabajar un día no como”

José Esquivel tiene 53 años. No recibe ninguna pensión ni plan social. Todas las mañana se lo ve sobre la plazoleta del arroyo Vicario cocinando los chorizos en su biciparrilla con la que después recorre la zona. “Hay mucha necesidad. Hasta el 15 de cada mes la gente compra, después ya cuida su plata”, afirmó

Los que a diario circulan por la avenida López Torres, en Posadas, entre las 7 y las 8 de la mañana se toparon más de una vez con el humo y el olor típico de un jugoso choripán. La escena se repite día a día sobre la plazoleta del arroyo Vicario. El hombre detrás del humo se llama José Esquivel, tiene 53 años y hace tres años decidió innovar con una biciparrila que l le permite, además de cocinar los chorizos, desplazarse hacia otras zonas concurridas de la ciudad para vender su producto. Con frío, calor o lluvia, José siempre se las ingenia para salir.

“Hace tres años estoy con los choripanes. Yo no cobro ningún plan, si no salgo a trabajar un día no tengo para comer”, asegura José, padre de siete hijos de los cuales dos son menores de edad, es decir que necesitan todo su cuidado y atención.

La realidad del biciparrillero no es diferente de la de los demás mortales. El problemas economía nacional le afectan como a todos aunque en su caso se siente más debido a que la gente, hoy en día, cuida su dinero, sobre todo después de la mitad de cada mes. “Ahora vendo cocino seis kilos (de chorizos) por día, tengo que vender todo porque una vez cocidos no se pueden guardar. La gente se acerca, pregunta el precio, compran hasta el 15 de cada mes y después ya no”, lamenta el vendedor quien además vive en la dicotomía de poner un precio real o bajarlo un poco para poder mantener las ventas.

José siempre se dedicó a la venta ambulante de comidas. En el pasado supo recorrer Posadas con un canasto cargado de chipas. Además realizó tareas como albañil, pintor y cuanta changa le pasara cerca. “Siempre me rebusqué. Si me quedo en mi casa no consigo nada, así que salgo”, agrega con una sonrisa.

Sus días comienzan en el arroyo Vicario, cerca de la pensión donde alquila una pieza para vivir. Ahí prende el carbón y cocina los chorizos. Luego se monta a la biciparrilla y comienza a recorrer los lugares donde circulan muchas personas. La avenida Mitre y las inmediaciones de la Placita del Puente son sus lugares predilectos. “Después de vender voy a comprar lo que voy a vender al otro día. Y así sigo”, señala.

Y es que la vida de José se reitera todos los días, con frío, calor o lluvia, monta su biciparrilla y pedalea hacia un futuro con dignidad.

SGF

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