Caso Emiliano Sala: se conocieron nuevos detalles de cómo fueron los minutos finales antes del accidente sobre el Canal de la Mancha

Pasaron siete meses desde la muerte de Emiliano Sala, el futbolista argentino de 28 años que falleció en un accidente aéreo cuando volaba sobre el Canal de la Mancha rumbo a la ciudad Cardiff, capital de Gales, para sumarse como flamante refuerzo del club local. Desde entonces, la Oficina de Accidentes Aéreos del Reino Unido dio inicio a una investigación para determinar qué fue lo que sucedió durante el vuelo, en el que también murió el piloto, David Ibbotson, cuyo cuerpo jamás fue recuperado. 

 

La Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil de Argentina se sumó a la investigación, con su directora, Pamela Suárez, a la cabeza. De acuerdo al último reporte emitido en conjunto, se pudo saber que el cuerpo de Emiliano tenía restos de monóxido de carbono, con un nivel de saturación del 58 por ciento. «La cabina no está separada del resto del avión (en el modelo N264DB en el que viajaba el futbolista) y se considera probable que el piloto también se haya visto afectado en cierta medida por la exposición al CO», precisó el reporte.

 

“Los resultados de la prueba de toxicología en la sangre del pasajero mostraron una carboxihemoglobina (COHb), con un nivel de saturación del 58 por ciento. El COHb es el producto combinado de monóxido de carbono (CO) con hemoglobina, la molécula de proteína transportadora de oxígeno contenida en los glóbulos rojos.

Si bien en un principio se especuló con la posibilidad de que el accidente se haya tratado de un error humano por parte del piloto, el reporte de la autopsia de Sala modificó la línea de investigación. Si el piloto también estuvo expuesto al monóxido de carbono, «eso explicaría los ascensos y descensos bruscos del piloto antes de impactar contra el mar», precisó Suárez, en diálogo con el diario La Nación.

El despegue y el último mensaje que Emiliano Sala mandó antes del accidente

Después de firmar su contrato con el Cardiff City, Sala pidió regresar a la ciudad de Nantes para poder despedirse de sus compañeros y ultimar los detalles de la mudanza. Lo hizo el lunes 21 de enero y, por la noche, un avión privado lo esperaba en el Aeropuerto de Nantes Atlantique. Eran las 19.15 horas e iba a viajar solo. De acuerdo al Departamento Meteorológico de Jersey, esa noche hizo mucho frío y llovía. Las recomendaciones de los especialistas que hablaron tras el accidente fueron claras: lo mejor hubiese sido posponer el vuelo y esperar a que mejorara el clima. La visibilidad era mayor a 10 kilómetros y la nave estaba equipada con un sistema de protección de hielo que le permitía hacer el viaje.

Durante el viaje, Sala se comunicó con su grupo de amigos. Les mandó un extenso audio de WhatsApp en el que advertía que el vuelo no era bueno y hasta bromeó con la posibilidad de que la aeronave se estrellara en el fondo del mar.

Emiliano Sala, desde el avión: «Papá, qué miedo tengo»

  • Hola hermanitos, ¿cómo andan loquitos locos? Hermano, estoy muerto. Estuve acá en Nantes, haciendo cosas, cosas, cosas y cosas; y no termina más; no termina más. Así que nada, muchachos. Estoy acá, arriba del avión, que parece que se está por caer a pedazos.

Estoy arriba del avión y parece que se está por caer a pedazos»

  • Me estoy yendo para Cardiff loco. Mañana ya arrancamos. A la tarde arrancamos a entrenar muchachos, en el nuevo equipo, a ver qué pasa. Si es una hora y media no tienen novedades mías, no sé si van a mandar a alguien a buscarme porque no me van a encontrar. Pero, ya lo saben. Papá, qué miedo tengo. 

La última frase del piloto antes del accidente

Esa fue la última comunicación de Emiliano. Había pasado casi una hora de vuelo cuando a las 20:02 el piloto solicitó a la torre bajar a 1500 metros la altura. Volaban sobre el Canal de la Mancha: estaban al oeste de Jersey y al sur de Guernsey. El pedido fue autorizado. Pero, cuando desde el control le preguntaron a Ibbotson si quería más descenso, el piloto se mostró confiado: «Negativo, acabo de evitar una celda (zona de corrientes ascendentes) ahí, pero he de nuevo con rumbo cinco mil pies». Esa fue la última comunicación antes de que el avión desapareciera de los radares.

De acuerdo a la información que se obtuvo de la «nube» del piloto, quien utilizó una aplicación de navegación y planificación de vuelo instalada en su tablet, el avión comenzó a descender. Estaba a 700 metros cuando desapareció de los radares. Primero giró hacia la izquierda. Volvió a descender. Luego ascendió y volvió a descender, para luego ascender una vez más. A las 20:15, sólo 13 minutos después de comunicarse con el controlador, hizo un giro hacia la izquierda. Un minuto después, realizó otra maniobra de 180 grados, pero para la derecha. Luego, sólo descenso.

De acuerdo al reporte de la Oficina, el grado de intoxicación al que había sido sometido el piloto -como Sala- puede provocar convulsiones, pérdida de conocimiento y hasta un ataque cardíaco. «Hay dispositivos que pueden alertar a los pilotos, ya sean visuales o por audio, pero no son obligatorios en aeronaves bajo supervisión de la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea», advierten en el reporte. Es decir: hay grandes posibilidades de que, al momento del impacto contra el mar, ni Sala, ni el piloto estuvieran conscientes.

(BigbangNews)

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