Mbarigüí, una sonrisa que cumplió 37 años cómplices con Misiones

Cuánto vale una sonrisa. A cuánto se cotiza en el mercado de nuestra vida. Latre es un valor en ese no mercado inconmensurable de los artistas que enriquecen de sonrisas la vida de todos.

 

Antonio Armando Latreccino maestro, claro que sí. Y además maestro en serio, sin perder la sonrisa, porque es maestro nacional de Dibujo y Pintura, nacido en Francisco Álvarez, en el segundo cordón del Gran Buenos Aires,

 

Quizás su título en Bellas Artes sea una revancha. El logro luego de la frustración por el centavo mensual que le faltó a su madre para estudiar alta costura en Entre Ríos. Ese centavo ausente obligó a la mamá de Latre a trabajar con sus siete hermanos en la chacra familiar.

 

Profesoras como Dora Acasuso de Lanziani o doña Rojas Decut lo acompañaron en sus inicios en Posadas. De pronto pasa un hombre en camioneta. Tendrá unos 45 años pero aún recuerda a su profe de plástica y le grita al pasar “¡El grafismo, el grafismo!”. Es un exalumno de Latre en el Roque que lo hace lagrimear de emoción.

 

Así es Latre, pura emoción, anécdotas, charla amena, sonrisas, talento puro en lo que hace. El fundador de Mbarigüí hace 40 años, más de 500 números atrás, un medio millar simbólico pero potente. La puesta en acto de un humor regional.

 

Su paso por el Nacional de Moreno, en el segundo cordón del Conurbano bonaerense. Una zona que en aquella época era diferente. De otros modales, Así lo pedían los mocasines, el uniforme, saco azul, pantalón gris, camisa blanca y corbata azul. Una escuela pública de jerarquía.

 

Su familia la integraban sus padres, una hermana mayor también docente, que le dio tres sobrinos. De su familia en Posadas, su esposa educadora, Julieta (la del medio) diseñadora gráfica en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y sus otras hijas, Florencia, psicóloga graduada en la UBA, y la menor que vive con ellos en Posadas, se recibió de profesora de Inglés en el Montoya.

 

“Gracias a Dios no me salieron abogados”, bromea y lanza una carcajada. “Es que tengo dos grandes amigos abogados con los que estuve reunido hace poco, como el juez Gruber o Norberto Tesi Wernicke.

 

Gruber lo defendió en uno de los juicios que le cayeron por su revista, de gente ofendida ante un comentario humorístico.

 

¿Recordás algún juicio en especial?

 

El otro juicio que tuvimos fue el del exintendente de Posadas, Eduardo Fragueiro, por calumnia e injurias por una tapa. Fue a raíz de una tapa de Mbarigüí, con la imagen de una película, sobre el que se puso su rostro y el de su secretario de Gobierno, con alusión a la Línea 13 Manuel Belgrano, propiedad de Tim Muniagurria, quien fuera dueño de las lanchas que cruzaban a Paraguay.

 

¿Dónde nació tu amor por el Dibujo? ¿Dónde encontrás tus temas?

 

Mi mamá era muy jodona, mi papá no. Yo, no sé en qué momento de mi vida, dije si quiero entrar a una oficina, quiero entrar a un lugar a una casa, quiero que me recuerden bien. O sea, como una ‘patología’ que me recuerden con una sonrisa. Lo estoy confesando: nunca se lo dije a nadie. Esa cosa de querer tener empatía con la gente. Y eso me sale como una cosa natural, aunque a veces me quejo y soy un amargado.

 

Estábamos en Cataratas, con Maicas, Caloi y Fontanarrosa dándole la espalda a las Cataratas mirando para arriba. Y le dije a Caloi che qué le pasa a este. No, a este no lo mueve nada, lo único que lo emociona es el fútbol.

 

-Y Central.

 

Claro; y un día me dijo Maicas: hay dos verdades para el humorista gráfico, terminar dibujando en la mesa de la cocina –aunque tengamos un estudio bárbaro- y somos unos amargados. Y tenía razón en las dos cosas.

 

Pero con vos se rompió esa regla.

 

Bueno, uno es medio depresivo. Todos, pero todos, los que conocí eran depresivos.

Vas a una exposición de pintura, una pasión oculta.

 

Sí, espero el año que viene hacer una pequeña exposición y mostrar, porque a mí creo que hace 20 años la última vez, con Manolo Goire, alguna vez hice una exposición en el Yaparí hace muchísimo tiempo. En esas muestras colectivas que se hacían antes. Siempre digo lo mismo: con Neumann hablábamos cuando fue a la Alianza Francesa, le dije “Neumann nosotros hacemos los que abogados, maestros, contadores, hacen cuando se jubilan”. A ellos les preguntan ¿qué va a hace doctor? Y… voy a pintar, dicen. Vivimos haciendo esto que es parte de nuestra vida. Por eso me da no sé qué mostrar mi trabajo.

 

Mañana sale el Gurí Guazú en El Territorio.

 

Sí lo tengo a mitad de cocinar en el horno. Ahora vuelvo y le doy la segunda cocción. Gurí Guazú es un chico con poder, sí una cosa como superpoderoso. Cuando empecé lo jugué con eso. Clark Kent era periodista, y el Gurí es un canillita. Es una parodia de lo que es Superman.

 

¿En la pintura dejas de lado al Latreccino caricaturista, sos distinto?.

 

Sí, dibujo y pinto con crayones, sería el crayón para los chicos, y dibujo pinto y me gusta ir pintando, dibujando y con la mano ir tocando, como una carbonilla en colores. Y la carbonilla en sí también.

 

¿Qué temas?

 

Por ejemplo, el dibujo de un cubo. Vas a decir qué pavada, luz y sombra. Son prácticas. Y luego los lleno con colores y hago cosas neofigurativas. (hace un gesto de ‘cómo te puedo explicar’).

 

¿Y harás exposiciones en el interior con la muestra de Mbarigüí?

 

Sí todo lo que sea llevarla y mostrarla en el interior, me pondré en comunicación con quien facilite el lugar. Y ahí llevamos la muestra adonde podamos, porque hacemos lo que podemos, despacito.

 

Me sorprende el esfuerzo que hiciste siempre.

 

Sí creo que estoy vivo hoy acá, porque estoy acá. Si estuviera hoy en Moreno no sé qué hubiera pasado. Me levantaba a las 4,20 de la mañana y me acostaba 11,30 de la noche. Todo el día iba a una fábrica textil, iba a la escuela llegaba a casa, me dormía vestido, todos los días mi mamá me sacaba la ropa. Y al otro día me bañaba y mamá me preparaba dos termos uno con café y otro con comida. Cuando volvía de Bellas Artes, paraba en Paso del Rey iba a una textil y comía en la máquina planchadora que manejaba. Nunca dejé de dibujar. También Hice carteles para inmobiliarias, vidrieras en la Capital, ¿te acordás de los números de oro?. Hice de todo.

 

¿Y el comienzo de Mbarigüí en abril de 1982?

 

La empecé con Emilio Juri, Alejandro Miravet, Neco Barrios, Carlitos Escalada. Especialmente Neco y Escalada un dibujante que dibujó en Pif Paf y varias revistas nacionales. Hizo por ejemplo Juan El Cazador, le encantaba todo lo que era la IIª Guerra Mundial y conocía de uniformes y de armas y las dibujaba tal cual.

 

Viniste a Misiones de tierras lejanas, te veían como “paracaidista”.

 

Ya no la escucho a esa palabra. Soy bonaerense, nací en Francisco Álvarez, en el partido de Moreno, en el oeste, sobre la Ruta Nacional Nº 7 que llega hasta Mendoza. Un lugar muy lindo, hace 43 años atrás.

 

¿Cómo fue cuando les dijiste a tus padres que querías estudiar Dibujo?

 

Mi mamá le pidió a su madre un centavo para pagar el estudio de alta costura en Gualeguay, 80 años atrás. En el pueblo enseñaban alta costura. Y le dice la madre, no tenemos un centavo por mes para gastar en eso. Ella se quedó muy frustrada y cuando le dije ‘quiero ser maestro de Dibujo”, me dijo ‘no te hagás problema, vos vas a ser’. El año que repetís te vas a trabajar y jamás repetí ningún año, por eso tenía su aval.

 

¿Y a tu padre no le gustó?

 

A papá no. Era un hombre grande, me tuvo de grande a mí, tenía 60 años cuando yo nací. Pero muy trabajador, como buen hijo de calabrés. Y cuidó la familia.

 

Venís de una familia de mucho trabajo.

 

Sí, de mucho trabajo. En casa de mi madre se autoabastecían. Eran 8 hermanos y mi abuelo trabajaba en las máquinas Champion que abren las calles, como su entrada fija en Gualeguay. Pero igual tenían vacas, gallinas, maíz, trigo. Y bueno, las verduras.

 

¿Cómo llegaste a Misiones?

 

Yo trabajaba en una agencia de publicidad que cerró. Y un amigo que estaba acá en Posadas me invitó a venir. Me iba a dar un trabajo en el Banco del Iguazú; Macagno se llamaba el gerente. Era el novio de una amiga de al lado de casa. Vine con el título (de maestro de Dibujo y Pintura) y a la semana tenía trabajo. La presidenta del Consejo era la señora Hereter. Y fui a la Escuela 528 de Barrio Belgrano, donde la señora Lanziani (la mamá del chico que es científico nuclear) era la directora y la vicedirectora era Rojas Decut (mamá del chico que está en el IPLyC) cuyo hijo fue mi alumno en el Roque González.

 

Son más de 500 tapas en 37 años, más los años de docencia.

 

Me jubilé hace dos años. Y no sé cuántos alumnos habré tenido, miles. Entre ellos alguno se apasionó por el Dibujo. Sí tengo un alumno del Roque que hoy es profesor de Dibujo en el Montoya. Fue incluso mi compañero en el Roque. También un chico que es músico e hizo el jingle de (Lalo) Stelatto. Se llama Gervasio Malagrida. El me dijo que nunca se olvida cuando les hice escuchar a los Rolling Stone. Y que les dije ‘ahora van a escuchar el verdadero rock’. ‘Y se me abrió la cabeza’, me dijo. Mi idea era que se le abriera la cabeza con el dibujo, no con la música, y ahora es un músico espectacular. Es una satisfacción y un mimo para mi alma. No se olvidan de uno, son gente agradecida. Otro cuando pasa, me grita ‘¡el grafismo!’ y se me caen las lágrimas, por lo que yo enseñaba de líneas, textura. Me emociona hasta las lágrimas. Lo que te dejan los alumnos como gratitud es… además siempre lo hice porque me gustaba.

 

Tus clases habrán sido divertidas.

 

Sí, pero los alumnos decían, mirá con Latre mucha joda, mucha joda, pero si no le cumplís… Te hablo del Roque cuando éramos todos varones y había otro trato, otro feeling y un respeto muy especial. No era hago lo que quiero, tenían que cumplir, porque mi profesora de Dibujo en la secundaria, un año de los tres de la materia, no daba clase porque todos le pasaban por encima, hacían lo que querían. Y me juré que nunca iba a ser así.

 

Los recuerdos cruzan como flechas lanzadas. No hay tregua con Latre, porque su cerebro funciona a mil. Es como escuchar el motor acelerado de una pasión que no tiene fin. Siempre seguirá viva esa pasión mientras haya Latre en el escenario de la plástica.

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