Análisis: el triunfo de la polarización y una estrategia para ganar mucho más que una elección

Obligados por una exitosa estrategia de polarización impulsada desde los dos bandos que se disputan la presidencia y por la inoperancia manifiesta del resto del arco político para articular una tercera vía, los argentinos irán este domingo a las urnas en unas elecciones en las que la lógica del mal menor le gana por goleada a la esperanza.

 

El paradigma de la grieta puso a los argentinos a elegir entre el espanto de volver a un pasado que muchos creían enterrado y el terror a quedar empantanados en un presente poco venturoso. Entre un presidente en ejercicio cuya gestión trajo más pobreza, más inflación, más desempleo y más deuda y una expresidente con múltiples procesamientos en causas por corrupción y más de una responsabilidad en el desbarajuste que reina actualmente en la economía nacional. En definitiva, entre dos proyectos que ya demostraron ineficacia para resolver los problemas de fondo del país.

 

Los comandos de campaña hace rato que dejaron de lado cualquier aspiración de reforzar aspectos positivos de sus candidatos y adoptaron el camino de la demonización del rival. Desde las filas de Juntos por el Cambio agitan los fantasmas de una hipotética reacción negativa de los mercados que profundizaría la crisis económica en caso de que Cristina volviera al poder y en un ejercicio sin demasiado rigor técnico, muestran a Venezuela como el resultado al que llegaría Argentina de la mano del kirchnerismo.

 

El negocio para el Frente de Todos es mostrarse como única alternativa posible, aunque no necesariamente una muy buena, al modelo económico de ajuste que la actual gestión nacional lleva adelante a un costo social altísimo para la inmensa mayoría del país. Al igual que en la campaña del macrismo, el acento aquí tampoco está puesto en las propias virtudes sino en los vicios del rival.

 

La campaña de miedo fue eje central de la conferencia de prensa que brindó el jueves en Posadas a modo de cierre de campaña el compañero de fórmula de Mauricio Macri, Miguel Ángel Pichetto. Quien fuera la principal espada legislativa de Cristina hasta el último día de su mandato, ahora no duda en denostar a la expresidente a la que achacó el insalvable defecto de sostener una “debilidad estructural” por Axel Kicillof, de quien dijo sería una suerte de ministro de economía tras bambalinas en un hipotético gobierno de Alberto Fernández.

 

Lejos del discurso político naif característico del duranbarbismo, Pichetto se convirtió rápidamente en la voz más contundente del oficialismo nacional a la hora de hablar de temas con potencial costo político, como la reforma laboral que reclama el FMI y será tema central en un hipotético segundo mandato de Macri. En su paso por Misiones, el rionegrino explicó que buscarán que el trabajador “entre y salga del mercado laboral con rapidez”, lo que no es otra cosa que un eufemismo para anticipar el fin de la estabilidad laboral como valor a defender a través de la legislación.

 

Por el lado del Frente de Todos, el último tramo de campaña antes de las Paso estuvo centrado en recordar los malos resultados que obtuvo la gestión de Macri en prácticamente todos los aspectos de la economía y en sembrar incertidumbre en torno al actual escenario de tranquilidad financiera y de leve repunte de la actividad motorizado casi exclusivamente por el campo.

 

En esa línea, la reciente propuesta de Alberto Fernández de no pagar los intereses de las Leliqs para financiar una supuesta recomposición de los haberes de los jubilados fue más un alarde para intranquilizar a los mercados que una de las tantas promesas de dudoso cumplimiento que se escuchan por estos días en boca de todos los candidatos.

 

Ante semejantes argumentos de campaña no sorprende que la resignación y el desánimo le ganen a la esperanza en los corazones de los votantes y que los pasionales discursos de los candidatos terminen chocando indefectiblemente con el desinterés de la calle.

 

Calculadora en mano

 

Las PASO del domingo no definen nada en concreto pero sí dejarán un panorama claro de las posibilidades de cada presidenciable, algo que puede tener una incidencia importante en lo que queda del primer mandato de Macri.

 

Perder no necesariamente representa un resultado negativo para el oficialismo, siempre y cuando esa derrota no sea por más de tres o cuatro puntos y que el ganador no se acerque demasiado a los 45 puntos que le darían un triunfo en primera vuelta.

 

El escenario se volvería adverso para el Gobierno nacional si el Frente de Todos consiguiera un triunfo por más de cinco puntos y superara cómodamente el 40% del total de votos positivos. En ese caso el riesgo no es solamente electoral, sino en el plano de la gobernabilidad, dado que la posibilidad cierta de un triunfo de Alberto Fernández en primera vuelta traería un componente de incertidumbre que amenazaría la frágil estabilidad económica que tanto le costó conseguir al Gobierno.

 

Más allá de los números que arroje la millonaria encuesta del domingo y de la catarata de especulaciones que harán los analistas del día después, es bueno recordar que para las generales faltan más de dos meses y que dos meses en Argentina puede resultar una eternidad.

 

En los próximos 60 días se podría consolidar el camino de recuperación que iniciaron algunos sectores, dejar atrás la recesión y continuar con la lenta reducción de la inflación o bien el contexto internacional enrarecido por la pelea comercial que libran Estados Unidos y China podría golpear a una economía Argentina más expuesta que nunca a los vaivenes del mundo. De eso también dependerá el resultado de octubre.

 

El valor de la autonomía

 

En Misiones la estrategia del gobierno provincial de presentarse a las nacionales con boleta corta después de haber asegurado su propia elección provincial con un avasallante triunfo dejó la puerta abierta para que otras fuerzas crezcan colgadas de las candidaturas presidenciales.

 

Para ningún político de ningún partido resulta sencillo adoptar una determinada estrategia a sabiendas de que con ello posibilitará mejores condiciones de competencia para las demás fuerzas, pero en algunos casos -cada vez más raros en tiempos de política hiperpragmática- ciertos riesgos electorales resultan aceptables cuando se busca ganar más que una elección.

 

Puntualmente lo que busca ganar la renovación con la estrategia de la boleta corta –aún a riesgo de resignar votos y hasta una banca- es autonomía para llevar a las distintas esferas en las que se debaten los temas nacionales una voz puramente misionera que no responda a ningún mandato de un armado partidario nacional determinado.

 

Es justamente por haber agachado la cabeza frente a mandatos partidarios nacionales –en otros tiempos y con otros gobiernos- que Misiones en algún momento avaló un régimen de coparticipación que le resulta escandalosamente desfavorable y limita severamente sus posibilidades de crecimiento.

 

Para evitar que errores garrafales como ese se repitan en el futuro, el Gobierno provincial busca consolidar una representación legislativa que tenga la independencia necesaria para defender solamente los intereses de la provincia. “De nada nos serviría meter un diputado más si para eso nos tenemos que colgar de algún candidato a presidente. No queremos generar ningún compromiso con ningún frente nacional, solo respondemos a los misioneros”, resumió uno de los armadores de la campaña renovadora.

 

La autonomía cobra especial valor ante el panorama que enfrentará el próximo gobierno nacional, cualquiera sea el nombre de quien lo encabece. A Alberto Fernández o a Mauricio Macri les tocará gobernar en una posición de debilidad, sin mayorías legislativas, salpicados por los procesos judiciales que ya están en curso y por los que seguramente surgirán en el futuro y ante una sociedad dividida. En ese contexto ningún gobierno será viable si no consigue construir consensos relativamente rápido.

 

Lo que para el Gobierno nacional será una debilidad, para las administraciones provinciales que hayan sabido preservar su independencia y su autonomía será una fortaleza enorme. Los legisladores nacionales y los gobernadores que respondan a fuerzas provinciales y que no le deban obediencia a nadie más, tendrán no solamente una posición negociadora muy potente, sino que también la posibilidad de desarticular el modelo centralista con el que históricamente se ejerce el poder en Argentina.

 

La estrategia de la boleta corta fue recibida con los brazos abiertos por los principales representantes de las tres fuerzas que se disputan la presidencia. Ya la habían reconocido como un acierto político tanto Alberto Fernández como el candidato a vice de Lavagna, Juan Urtubey, y el jueves hizo lo propio Pichetto en su paso por Posadas. El compañero de fórmula de Macri reconoció que la boleta corta es “propia de partidos de son de construcción provincial con contenido autonómico en términos de la toma de decisiones”.

 

Más allá de los reconocimientos de índole moral, el beneplácito de los representantes de los frentes nacionales a la boleta corta renovadora es un reconocimiento a que dicha estrategia mejora las condiciones de competencia de sus propios candidatos a diputados nacionales en Misiones.

 

Con la renovación jugando por afuera de la competencia presidencial, los candidatos de los demás partidos apuestan a la tracción que pudieran generar los presidenciables para ganarse un lugar en la Cámara baja, algo que les resultaría poco menos que imposible sin ese empujón.

 

Gestión en marcha

 

En un año en el que podría haber hasta cuatro elecciones, con sus respectivas campañas, tanto desde la conducción de la renovación cuanto desde el Gobierno provincial dejaron en claro a todas las esferas de la administración pública que ninguna elección es excusa para bajar la intensidad en la gestión.

 

El ejemplo lo volvió a dar esta semana el propio gobernador Hugo Passalacqua que sacudió la escena provincial con dos anuncios que trajeron alivio al sector privado y a los asalariados, cascoteados por la crisis económica que afecta a todo el país.

 

El miércoles se lanzó el programa “Ahora Gasoil” que brinda descuentos a transportistas de cargas. El programa está destinado propietarios de camiones, camionetas, furgones, ómnibus, utilitarios y tractores gasoleros quienes tendrán un descuento de entre 1,55 y 2,35 pesos por litro de gasoil cargado mediante el uso de una tarjeta a emitir por la Provincia. Habrá un tope de 1.500 pesos de descuento por vehículo y mes calendario.

 

Passalacqua consideró que “no es una solución de fondo ni perpetua, es una medida que se da ante la emergencia que vive el país, no importan las razones. Nosotros hemos tomado la decisión de hacerles pequeñas, modestas, pero valiosísimas ayudas al pueblo de Misiones y siempre lo hicimos en conjunto”.

 

Faruk Jalaf,  presidente de la cámara que agrupa a los propietarios de estaciones de servicios de la provincia (Cesane) destacó el trabajo permanente que llevan adelante los estacioneros con el Gobierno provincial.  “Somos una de las cámaras más organizadas que hay en el país, intentamos trabajar con inteligencia, junto al Gobierno provincial y somos la única provincia donde se logró el objetivo de que no se cierren estaciones de servicios. En Posadas hay más estaciones que antes, cuando en el país se cerraron más del cincuenta por ciento de estaciones”.

 

Dos días después el mandatario anunció un “Bono Primavera” de 7.500 pesos en total, dividido en tres cuotas iguales y consecutivas de 2.500 pesos que se pagarán el 12 de septiembre, el 12 de octubre y el 12 de noviembre respectivamente a todos los empleados activos, de planta permanente y contratados con relación de dependencia, y pasivos.

 

Precisó que el Estado Provincial busca “dar las soluciones que podemos dar, en un marco de crisis durísima, sin endeudarse, de manera transparente”.

 

“Hemos hecho un esfuerzo muy grande, vimos cómo podíamos hacer algo más para acompañar solidariamente a la gente y decidimos largar este bono. Es dinero que mueve la economía, que se inyecta inmediatamente al circuito económico”, remarcó.

 

“Es una acción que se agrega a otras tantas que impulsamos con el ánimo de acompañar la difícil situación que atraviesa el país. Lo activamos con responsabilidad, juntando cada peso, haciendo lo más que podemos para sostener la economía real y el esfuerzo cotidiano de la familia misionera”, finalizó Passalacqua.

 

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