Por primera vez: una jueza dio en adopción a un bebé antes de su nacimiento

«No quiero tener de nuevo otro bebé a la fuerza». Con esa frase, y ahogada en angustia, una adolescente de 17 años le pidió a una jueza de familia de Paso de los Libres, Corrientes, que hiciera algo con ese embarazo. Era el 27 de marzo último.

La chica llegó con su tía sin cita previa y allí, en el despacho de la jueza, recostada sobre los codos, en el escritorio, vomitó su tragedia: su padrastro la viola desde que tiene 13 años. La golpea si se niega a estar con él y la amenaza para que no cuente. La jueza escuchó el relato. La madre nunca intervino, ni siquiera hace casi tres años, cuando quedó embarazada y tuvo a su primera hija.

Esta vez, cuando se dio cuenta que otra vez estaba embarazada, se fugó a la casa de su tía, que vive en Yaguarí, a 80 kilómetros de Paso de los Libres, para pedir ayuda. Ahora, las dos mujeres le pedían una solución a la jueza.

Así comenzó esta historia que derivó en la decisión de la jueza de familia Marta Legarreta, de iniciar el proceso de adopción de esa beba, antes de que nazca. El fallo se firmó el 12 de julio y la beba nació el sábado 13. Es decir, que sentó jurisprudencia como el primer caso de adopción prenatal, tal como destaca el portal judiciales ElDial.com, figura que no está legislada en el país.

Adopción prenatal

Los proyectos de adopción prenatal, que se impulsaron el año pasado por los sectores contrarios al aborto, en medio del debate por el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, generaron fuerte polémica porque, según se advertía, podían significar la apertura al mercado negro de las adopciones, ya que justamente son muy pocos los bebes que hay en el sistema de adopciones y mayoría las parejas que quieren adoptar menores de un año.

En realidad, la adolescente llegó al juzgado para pedir una autorización legal para interrumpir el embarazo. No quería tenerlo. La jueza escuchó su relato y ordenó que, de forma inmediata, la chica quedara en custodia de su tía, mientras se dio intervención a la justicia penal para denunciar el abuso contra el padrastro, al que se le prohibió tomar contacto con la adolescente.

Además, Legarreta le explicó que no necesitaba un permiso legal, que existía un protocolo a nivel nacional que la autorizaba a interrumpir ese embarazo. (La chica todavía no había ido a un hospital). Pero, como en la provincia algunos hospitales se escudan en un decreto provincial que dejaría sin efecto el protocolo de interrupción legal del embarazo, le extendió un certificado en el hacía constar que la adolescente contaba con ese derecho, que regía a nivel nacional, para interrumpir ese embarazo. Se lo dio para que lo presentara en el hospital San José, de esa localidad, para que no hubiera demoras ni dilaciones. También le explicó que podía arrepentirse hasta último momento. Que era su decisión.

La chica fue al hospital, donde la evaluaron y le dijeron que estaba de 23 o 24 semanas de gestación. Según consta en el expediente, los médicos le explicaron los riesgos de realizar un legrado a esa altura del embarazo, y la adolescente desistió del aborto y volvió al juzgado con la idea de dar en adopción al bebé.

Presiones

Consultada sobre si en el hospital si se la había presionado para redirigir su decisión, la jueza asegura que los informes psicológicos del forense indican que fue la adolescente la que eligió al conocer los riesgos. Y también que se constató que la chica evidenciaba entendimiento de sus decisiones. La tía, que la acompañó en todo el proceso no denunció que hubieran querido manipularla, ni tampoco hacerle perder tiempo para condicionar su decisión.

«En este momento yo quiero dar en adopción a mi bebé, a la familia que se va a hacer cargo de él», le dijo, según consta en el fallo. La jueza, en presencia de la asesora de menores y de la tía le preguntó si estaba segura. La chica lo ratificó. Lo mismo que después, en una entrevista con el psicólogo. «Sí, estoy segura. Y no quiero ver al bebe al momento del nacimiento. Quiero que esté la familia que la va a adoptar para evitar que el bebe quede conmigo», dijo.

La chica estaba conmocionada pero segura, apunta la jueza. Le preguntaron si cuando naciera lo quería amamantar y la chica dijo que no. Después, habló con la tía y le dijo que ella le dijera todo a la jueza. «Quiere que la atiendan bien, y que no le pregunten el por qué de la adopción, ni las enfermeras, ni los médicos del hospital. Que la internen en una pieza privada, donde pueda estar sola así nadie le pregunta nada. Y que nadie sepa quién es ella, ni de su decisión», apuntó la tía, tal como figura en el expediente.

Una y otra vez la adolescente pidió, rogó que no la obliguen a tener otro hijo a la fuerza. Que ya había tenido una hija así y que con dos no iba a poder.

«Nos encontramos en presencia de una joven vulnerable, en conflicto con su maternidad no deseada, que exterioriza nada más ni nada menos que la decisión de dar a un hijo en adopción, inmediatamente al nacimiento. Situación que requiere un tratamiento especial por parte de la juricatura, a modo de proceso judicial preliminar y urgente», dice la jueza en el fallo.

Legislación

La legislación vigente no contempla la adopción prenatal. Una vez que un chico nace, existe un plazo de 45 días, que coinciden con el puerperio, en los que la madre puede arrepentirse de su decisión de darlo en adopción. Además, la búsqueda de padres se realiza entre los inscriptos en el Registro Único de Aspirantes (RUA) a guarda con fines adoptivos, después del nacimiento.

En cambio, en este caso, la jueza Garraga decidió iniciar el proceso de adopción de forma prenatal. Se buscó a los aspirantes que vivieran más cerca y que calificaran para ser padres y se eligió a una pareja de esa ciudad, que no tenía otros hijos. La adolescente los conoció en el juzgado, mientras estaba embarazada.

Les pidió que cuidaran mucho al bebe y les prometió que «no los iba a molestar nunca, quédense tranquilos», les dijo.. La jueza les explicó la situación a todos: había evaluado la posibilidad de declarar la inconstitucionalidad de la espera de los 45 días para otorgarles la guarda preadoptiva. Sin embargo, había resuelto no hacerlo. Una vez que naciera, la pareja recibiría la guarda provisoria y a los 45 días, la preadoptiva, para que unos seis a nueve meses después, si todo iba bien, se les otorgara la adopción plena.

«Después de esos 45 días no vas a poder arrepentirte», le dejó en claro. La adolescente estuvo de acuerdo. Así, su hija se convirtió en la primera beba en recibir el estado de adoptabilidad, antes de nacer.

«Se trata de una medida urgente tendiente a evitar los riesgos que acarrearía la permanencia del niño junto a su madre, contra su voluntad, sumido al peligro de un posible abandono o entrega ilícita a terceros», apunta la jueza.

La beba nació el sábado 13 de julio, un día después de que se firmara el fallo que decretaba su estado de adoptabilidad. Desde ese día, la beba está con la pareja que designó el juzgado. Tiene 18 días y cuando cumpla los 45 días se iniciará la adopción.

Nació por parto natural. La adolescente estuvo sola en una habitación, y se respetó su voluntad de que nadie le preguntara nada. Cuando salieron del hospital, ella y su tía se fueron caminando a la parada para tomar el colectivo y volver a Yaguarí. El padre adoptivo las vio irse y se ofreció a llevarlas esos 80 km hasta su casa.

 

(LaNación)

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