El taponamiento en los partidos de la oposición en Misiones, versus la libertad de decidir de la boleta corta y el recambio dirigencial en la Renovación

La “boleta corta” que adoptó la Renovación en Misiones junto a otras provincias, le da al ciudadano una libertad de elección inédita para las elecciones generales, ya que  los candidatos a diputados nacionales que se cuelgan de una fórmula presidencial es lo más cercano a la “lista sábana” que se pueda imaginar.

 

 

“Es el federalismo en estado puro”, dijo esta semana que pasó el gobernador de Salta y precandidato a vice en la fórmula de Consenso Federal que encabeza Roberto Lavagna.  Y el gobernador salteño, en su segunda visita en 15 días, volvió a la tierra de Martín Miguel de Güemes tan admirado como Rogelio Frigerio y Alberto Fernández. A los tres les encantó el productivo orden político de los misioneros.

Es que el resultado electoral del 2 de junio, con 75 % de los votos y medio millón de voluntades apoyando al gobernador electo Oscar Herrera Ahuad no se comprende sin ahondar en su significado. Como dijo Carlos Rovira, el conductor del espacio político, la fórmula Herrera-Carlos Arce fue votada “por el 99 % de los que votarán por Alberto Fernández y Cristina Fernández”, gran parte de quienes prefieren reelegir a Mauricio Macri y todos los que elegirán a Lavagna-Urtubey.

Y la estrategia de la boleta corta permite al elector mantener lo que eligió el 2 de junio, apoyar a los legisladores del misionerismo y votar la candidatura presidencial que más lo represente. Ellos saben que la agenda “misionerista” de sus diputados no hocicará ni claudicará ante estrategias diseñadas desde el centralismo porteño.  Ni del presidente que resulte electo. Se sabe que el presidencialismo y el hiper-presidencialismo, como lo definió el constitucionalista y filósofo Carlos Nino, es una deformación que malea (echa a perder) la decisión popular. ¿Por qué? Porque el presidente asume atribuciones legislativas, cuando se le antoja o cuando lo acorrala la situación, Se ha visto con las partidas de la Ley de Leyes, que es el Presupuesto de la Nación.

Y en ese juego de “frenos y contrapesos”, el votante de un diputado misionerista sabrá que su representante no apoyará nunca una decisión contra Misiones, por más que lo presionen con la “cuestión de estado” u otras excusas semejantes. Lo que otorga la boleta corta, es un empoderamiento ciudadano, es la máxima expresión de dación de poder al soberano para que elija mejor. Se salda una deuda pendiente de la democracia, porque la boleta larga no deja pensar. Y disfraza una sábana.

“Federalismo puro”, reiterando la definición de Urtubey. Y, en el caso de la Renovación en Misiones, pone en la fragua –a probar su consistencia- el misionerismo. El resultado que viene teniendo la estrategia renovadora en las urnas no se refleja solamente en una actividad militante eficaz en lo político electoral, sino que es la respuesta a una justa interpretación social de lo que quieren los misioneros por parte de la conducción del oficialismo.

Medio millón de votos, tres cuartiles del electorado, no son una casualidad. Ese votante de la Renovación –al que se sumaron nuevas generaciones e independientes sin otra bandería política que el bienestar de los misioneros- vieron que Hugo Passalacqua y Herrera Ahuad mantuvieron firme el timón del Gobierno, aun en la peor zozobra desde la crisis del 2001.

Hombres nuevos, acciones pragmáticas, soluciones no ideologizadas, apalancaron la aceptación de los candidatos en la sociedad. Y se valoró otro hecho, que diferencia a la Renovación de otras fuerzas políticas: es el corajudo refresh que tuvo el espacio de gobierno.

Se suele decir la futbolera frase según la cual “equipo que gana, no se cambia”. En la Renovación se produjo –solo en su lista de candidatos a diputados- ese refresco de talento, voluntad e inteligencia que requieren las organizaciones para sobrevivir. Y más aún, prosperar y dar soluciones.

En la Renovación, la incorporación de dirigentes, militantes, candidatos y adherentes, tanto de otros partidos políticos como de los sectores independientes, en especial estos últimos, desnudó el taponamiento generacional de los partidos opositores en Misiones . ¿Hasta cuándo repetirá el Partido Agrario y Social, las gastadas y repetidas imágenes de Martín Sereno, Héctor “Cacho” Bárbaro e Isaac Lenguaza?.

 

O en el caso más paradigmático, el radicalismo, donde los diputados votaron a contrapelo de los intereses populares, por obediencia al “mandato” presidencial. ¿No son representantes del Pueblo de la Nación como dicta la Constitución? Y repiten la misma delantera desde hace una década, como Gustavo González, que terminó tercero en su propio municipio, Bordón, Luis Pastori y Hernán Damiani. Lo grave para las generaciones que buscan un espacio desde abajo, es que no muestran la mínima intención de dar un paso al costado, acaparando todos los cargos y las roscas que se presentan en el partido. Oscuro panorama se le presenta con esta actitud ya que van a una derrota segura, nuevamente.

La sociedad no quiere partidos políticos que funcionen como plantaciones de pino, donde no crezca nada abajo. Los políticos de discurso lejano, que no tienen relación carnal y afectiva con la gente son parte del pasado. “Cerca de la gente”, como repite y cumplen Passalacqua, Herrera Ahuad, Arce y otras figuras nuevas del gobierno son parte de una nueva generación de políticos que tiene el teléfono abierto las 24 horas para atender los requerimientos de la gestión.

Esa actitud fue la que contagió y produjo un afecto imán atrayendo a miles de jóvenes, mujeres, profesionales, comerciantes e independientes a sumarse este año al frente renovador.

En contraposición, los partidos de la oposición se mostraron cada vez más cerrados, alejados de la gente, peleándose por cargos y sin resolver demandas sociales. Se acaba de producir una victoria para Misiones: el pago de regalías de Yacyretá con energía, solicitado en abril de 2018 por los diputados renovadores representantes del “misionerismo”.

El radicalismo se contrapone como el peor ejemplo, porque sus dirigentes, siendo obedientes partícipes del gobierno nacional, no lograron en cuatro años ninguna gestión que represente beneficios para los misioneros. A la luz de los últimos resultados electorales, hoy pagan el precio de esa actitud.

 

 

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