El mensaje del Santo Padre Francisco por la III Jornada Mundial de los pobres

En un año de elecciones presidenciales en varios países de América, entiendo oportuno resaltar algunas consideraciones del papa Francisco en su mensaje. Anteriores lemas de dicha jornada, “No amemos de palabra sino con obras”, y “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó” han sido el preludio de la próxima del mes de Noviembre: “La esperanza de los pobres nunca se frustrará”.

 

Diversas tierras en el mundo, pueden estar siendo atacadas por ideologías que disgregan sociedades. A pesar de ello, existe un sólo color que nos cobija y hermana por encima de las fronteras, un color celestial que genera vida, esperanza y alegría; color que nuestros próceres del continente adoptaron en los símbolos patrios. Color que induce a mirar al otro, no tanto a uno mismo, y flexibiliza nuestros rígidos cuerpos hasta poder observar realidades desde abajo; que nos hace pensar en un “nosotros” que aligere la carga de la pobreza. Los pueblos que no tienen memoria, magro futuro les depara.

 

Coincido con el papa acerca de ayudar a los políticos a “ser honestos, no hacer campaña con banderas deshonestas, calumnias, difamaciones, escándalos y muchas veces sembrar odio y miedo”, pues deben liderar teniendo el pasado y futuro presentes; y defender  ideales, no intereses.

 

Los ciudadanos nos son números, aún más en particular los pobres que están padeciendo la pérdida de esperanza por causa de la injusticia, el sufrimiento y la precariedad de la vida. Francisco habló acerca de un “ensañamiento social” y la utilización con fines políticos de los más necesitados, desfavorecidos, excluidos y vulnerables de la sociedad. “La esperanza de los pobres nunca se frustrará” (Sal 9,19).

 

Este salmo se compuso en un momento de gran desarrollo económico que, como suele suceder, también produjo fuertes desequilibrios sociales con inequidad entre cantidades de indigentes y pocos privilegiados.

 

El obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (Cepas), monseñor Lugones SJ, en su disertación en la Semana Social de Mar del Plata habló de “relaciones egoístas”, las cuales son generadas por un sistema económico-cultural que despersonaliza, descarta y mata primero a los pobres. Sistema que también está poniendo en peligro la vida misma en el planeta, tal lo denunciado en la encíclica Laudato Si.

 

En su mensaje, el papa hace hincapié a la actualidad mundial de crisis económica, la arrogancia de algunos y la afectación a las dignidades humanas a través de las numerosas formas de nuevas esclavitudes a las que están sometidos millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños. Pobres que se han vuelto transparentes y son parte de un vertedero humano al ser tratados como desperdicios, sin que exista ningún sentimiento de culpa por parte de aquellos que son cómplices de este escándalo.

Asimismo resaltó a “las personas sin seguridad en sus trabajos que se ven obligados a trabajar horas interminables bajo el sol abrasador para cosechar los frutos de la estación, y que son recompensados con una paga irrisoria”. El crudo realismo la actitud de los ricos que despojan a los pobres: “Están al acecho del pobre para robarle, arrastrándolo a sus redes” (cf. Sal 10,9); tal una jornada de caza, en la que los pobres son acorralados, capturados y hechos esclavos. La condición de marginación en la que se ven inmersas millones de personas no podrá durar mucho tiempo.

 

“Bienaventurados los pobres” dijo Jesús según  (Lc 6,20), Él nos genera la responsabilidad de dar esperanza a los pobres y restaurar la confianza con cada testimonio. «La opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha» (ibíd., 195) es una opción prioritaria que los discípulos de Cristo están llamados a realizar para no traicionar la credibilidad de la Iglesia y dar esperanza efectiva a tantas personas indefensas.

 

“No es fácil ser testigos de la esperanza cristiana en el contexto de una cultura consumista y de descarte, orientada a acrecentar el bienestar superficial y efímero. Es necesario un cambio de mentalidad para redescubrir lo esencial y darle cuerpo y efectividad al anuncio del Reino de Dios”.

 

Francisco en sus palabras nos exhorta a descubrir en cada pobre lo que él realmente necesita; a no deteneros ante la primera necesidad material, sino a ir más allá para descubrir la bondad escondida en sus corazones, prestando atención a su cultura y a sus maneras de expresarse, y así poder entablar un verdadero diálogo fraterno. Dejar de lado las divisiones que provienen de visiones ideológicas o políticas, fijar la mirada en lo esencial, que no requiere muchas palabras sino una mirada de amor y una mano tendida. “La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual” (ibíd., 200).

 

Se pueden alzar muchos muros y bloquear las puertas de entrada con la ilusión de sentirse seguros con las propias riquezas en detrimento de los que se quedan afuera. No será así para siempre. El “día del Señor”, tal como es descrito por los profetas (cf. Am5,18; Is 2-5; Jl 1-3), destruirá las barreras construidas entre los países y sustituirá la arrogancia de unos pocos por la solidaridad de muchos. : «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40). Huir de esta identificación equivale a falsificar el Evangelio y atenuar la revelación.

 

Los pobres necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros corazones para sentir de nuevo el calor del afecto, nuestra presencia para superar la soledad. Sencillamente, ellos necesitan amor.

 

“Dios se vale de muchos caminos y de instrumentos infinitos para llegar al corazón de las personas”, está en nosotros llegar a ser el cambio que queremos ver.

 

“La esperanza de los pobres nunca se frustrará” (Sal 9,19).

 

Por: Gabriel Alsó, ex alumno salesiano

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