Cónsul de Paraguay, Rafael Agustín Goiburú: “Voy a proponer otro puente entre Posadas y Encarnación”

El nuevo cónsul de Paraguay en Posadas, apunta a la construcción de otro puente internacional entre Posadas y Encarnación, integrando las economías de ambos países y enganchando a Misiones en el “Corredor Bioceánico” que viene desde Brasil, y pasará por Itapúa hacia el Pacífico.

 

Rafael Agustín Goiburú, a quien todos llaman Agustín, es hijo del médico Agustín Goiburú, fundador del MoPoCo contra la dictadura de Alfredo Stroessner. El cónsul era un niño cuando fue secuestrado con su padre frente a Posadas, luego huyó, pero fue de nuevo secuestrado en Paraná el 9 de febrero de 1977 y continúa desaparecido.

 

El cóndor es un ave magnífica de Los Andes, pero los sangrientos dictadores de América de los ’70 y de los ’80 tomaron su nombre para reprimir, torturar y matar opositores. El sistema represivo coordinado por Argentina, Brasil, Paraguay, Chile y otros países lo llamaron “Operativo Cóndor”.

 

Hasta Posadas llegó su garra cruel y arrancó del Paraná, frente a Posadas, al médico paraguayo y opositor del Movimiento Popular Colorado (MoPoCo) al tirano Alfredo Stroessner. El doctor Agustín Goiburú estaba exiliado en Posadas, donde fue uno de los fundadores del Sanatorio Misiones, y ese domingo 23 de noviembre de 1969, pescaba cerca de la Isla del Medio.

 

En la lancha “Elin” en homenaje a su esposa, lo acompañaban dos amigos albañiles y su hijo Rafael Agustín Goiburú, de 10 años entonces, actual cónsul general de la Diplomacia de Paraguay y flamante titular del Consulado de Paraguay en Posadas. Agustín, como todos lo llaman, consideró que “es un resarcimiento moral” para su familia este cargo para el que lo nombró el presidente Mario Abdo Benítez.

 

Acá vivían con su madre Elba Elisa Benítez, su hermano mayor médico Rogelio y una hermanita recién nacida, Patricia Jazmín, “la niña mimada de la familia”, nacida en Posadas, durante el exilio de sus padres.

 

En su derrotero, los Goiburú pasaron por Santa Ana, donde Agustín cursó sus primeros años de colegio, luego a Candelaria, y finalmente en Posadas donde terminó la primaria e inició la secundaria en la Escuela Normal.

 

En aquel 1969, en la zona argentina del Paraná (con complicidad de la dictadura argentina) los interceptó una lancha de la marina paraguaya al mando del deleznable torturador José Dolores Paiva.

 

Preso de la dictadura “stronissta” a los 10 años, con su papá atado con alambres y tirado como un paquete en una bañera, donde lo torturaron, Agustín pudo volver a los pocos días con su madre. Su papá médico fue conducido a Asunción y encerrado en la Comisaría 7ª, de donde huyo un año después.

 

El opositor a la dictadura halló refugió en la embajada del Chile de Salvador Allende. Hacia Santiago voló. Y, de regreso al exilio argentino, emigraron a Paraná, Entre Ríos, pero el Operativo Cóndor no descansó y secuestró nuevamente al doctor Goiburú, el 9 de febrero de 1977. Desde entonces no se supo nada de él, y la familia busca sus huesos para su último consuelo como deudos, de darle una tumba donde descansen sus restos.

 

Licenciado en Relaciones Exteriores en Asunción, Agustín obtuvo una formación en Biología Marina, que lo enorgullece. La inició en Buenos Aires, pero a los 17 años sufrió otro secuestro, esta vez de los “cóndores” de la dictadura argentina. Enseguida se refugió en EE.UU. y vivió 4 años en California.

 

¿Cómo fue la desaparición de su padre Agustín Goiburú?

 

-Se llamó operación Safari y se planificó a través de un cónsul de la República del Paraguay que se llamaba Ortiz Tellez, en Posadas. La planificación del secuestro de Agustín Goiburú, se hizo en la misma oficina que yo estoy ocupando aquí.

 

¿Qué significó para tu familia este nombramiento en Posadas?

 

-Amén de ser un resarcimiento moral, es la mejor oportunidad de demostrar la calidad de ser humano que uno lleva adentro, haciendo el trabajo con la gente, para la gente, al servicio del pueblo.

 

¿Te esperan muchos connacionales para su documentación?

-El Consulado está al servicio del connacional que necesita resolver los problemas fundamentales de documentación para las personas que están inmigrando, residiendo, indocumentados, en forma irregular viviendo en Misiones. Estamos para ayudar a esa gente a regularizar su situación en todo aspecto.

 

¿Te has propuesto derribar muros y crear puentes entre los dos países?

 

-Nos divide solamente la geografía, los ríos, e históricamente los pueblos están ligados. Posadas fue fundada después de Encarnación. No olvides que la historia primigenia de los nativos era una sola zona. Hoy solo nos dividen las divisiones políticas. Quiero reintegrar a las familias, porque el 90 % del misionero –el que no es de origen inmigrante europeo- es de origen paraguayo, de la zona. Compartimos la sangre y la sangre no se vuelve agua.

¿Cómo quieres que te vean como cónsul?

 

-Quiero que la gente sepa que soy un resiliente. Para quienes nunca escucharon el término, el resiliente es quien aprende de las cosas buenas y de las malas, del infortunio. A mí lo único que me anima es el trabajo por nuestra gente, por la gente que necesita y la alegría de vivir y trabajar por ellos.

 

¿Llevas 24 años en la Cancillería de Paraguay y 14 años como diplomático? ¡Y te ascendieron en Posadas! (risas)

 

-Mi primer destino fue Buenos Aires, luego Chile, pasantías en países asiáticos, volví a Buenos Aires y es un honor hermoso estar en Posadas, en mi tierra. Es un honor estar acá, amo a esta provincia. Quiero mucho a su gente. Papá es un emblema, un ejemplo de lucha a favor de los sin voz, de los trabajadores, de los humildes y sentimos una gran responsabilidad en la familia de resarcir, recordarlo a través de nuestros actos. Y de poder ayudar a la gente, donde nos toque actuar.

 

¿Tu misión es de unir, derribar muros, de la economía, cómo queda Misiones en el corredor bioeoceánico?

 

-Se construye otro puente entre Ciudad del Este y Foz. Por eso tengo la posibilidad de plantear la posibilidad de plantear la construcción de otro puente con la provincia de Misiones. Yo creo que es absolutamente posible. Pensar de acá a 50 y más años. No podemos ser egoístas y pensar aquí nomás, en nosotros hoy. Sino crear las bases para el futuro, para nuestros jóvenes y esta economía que puede. Es injusto que una margen crezca más que otra. Tiene que haber integración económica para que las dos márgenes surjan, las dos regiones.

 

¿Podemos ser socios, amigos y hermanos en el trabajo y la economía?

 

-Somos socios, somos parientes culturalmente y podemos ser socios económicos para salir adelante. Refundar la hermandad, tratar de confraternizar mucho más.

 

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