¿Elegimos realmente a nuestras representantes?

 

De acuerdo al artículo 22 de la Constitución Nacional, “el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes”, y es así que cada dos años elegimos (¿?) a quienes nos van a representar (¿?) en el Congreso de la Nación y/o en nuestra legislatura provincial que se denomina precisamente Cámara de Representantes.

 

Coincidentemente el sábado 22 vence el plazo para la presentación de las listas de candidatos a diputados nacionales elaboradas por los partidos y frentes electorales con quienes los representarán en las elecciones generales y más tarde, de resultar electos, en el Congreso de la Nación.

 

Pero hete aquí que tanto a los diputados provinciales por quienes ya votamos (no elegimos, aunque para el idioma votar y elegir sean sinónimos), y los nacionales por quienes votaremos en octubre, los han elegido quienes armaron las listas en cada partido y/o frente electoral.

 

De allí que cuando ingresamos al cuarto oscuro para cumplir con nuestro derecho a elegir y ser elegido nos encontramos con una larga lista de nombres que aspiran a ser nuestros representantes en los cuerpos legislativos y realmente no conocemos a nadie, solamente a quien encabeza esa lista que generalmente es una figura conocida y tal vez quienes la siguen en segundo y tercer lugar, el resto son ilustres desconocidos.

 

Es probable que uno llegue al momento votar con la decisión tomada de a quien (persona) votar o por qué frente (partido) hacerlo, sin importar los nombres de quienes integran la lista. En el primero de los casos la decisión paso por el nombre de quien encabeza la lista, pero no por quienes lo siguen en la misma, pero se vota por lista completa así que dobla el voto, lo pone en el sobre y de allí en la urna.

 

En ninguno de los dos casos descriptos se puede decir que se eligió, puesto que en el primero se optó por quien ocupaba el primer lugar, no así por quienes completaban la lista, en el segundo se optó por un frente y no por quien será a posterior mi representante en el cuerpo deliberativo lo que es similar al primer caso, me representará alguien a quien no elegí.

 

Si bien es cierto que hay quienes se han eternizado en una banca y la renuevan permanentemente y por ello muchos proponen renovar los planteles políticos con “caras nuevas”, con lo cual estamos de acuerdo, lo que se esboza aquí es que las “caras nuevas” planteen claramente cuales son sus planes de llegar a ocupar una banca en representación de quien lo elija y por supuesto comprometerse a cumplirlos al pié de la letra.

 

Esta descripción de cómo elegimos a nuestros representantes que luego no nos representan, al menos al momento de votar en el Congreso ciertas iniciativas que nos parecen delesnables, no es a modo de queja ni decepción con el sistema, porque aunque hayamos elegido en forma uninominal (una utopía por el momento) puede suceder como ya ocurrió en infinidad de casos que ése legislador que ocupa la banca por el partido A (a quien votamos) por esas cosas del destino se pasa al partido B (que no votamos y está en las antípodas ideológicas de nuestra inclinación política) y adiós tu representación.

 

Se supone que cuando se plantea lo que podría considerarse un problema, se debe proponer una solución, pero en este caso no sería pertinente dado que como todos saben la política es muy dinámica y lo que hoy es así mañana puede ser asá. Por ejemplo, para reemplazar a las antiguas “internas partidarias” están las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que hoy por hoy nadie las utiliza para decidir candidaturas, puesto que las candidaturas a cargos electivos y listas de legisladores se arman por “consenso”, “arreglo”, “rosca”, “acuerdo”, “dedazo” o como más le guste a cada quien.

 

También está en Misiones la denominada Ley de Lemas, que permite que dentro de un partido o frente, denominado para la ocasión Lema, participen varios Sub Lemas, es decir varias ofertas dentro de un mismo espacio político. Hasta ahí todo bien, pero resulta que si un Lema tiene tres Sub Lemas, A-B-C y yo voto por B, pero resulta que entre los tres el que saca más votos dentro del Lema es A, los votos de B y C van a sumar para A, por lo tanto los votantes de B y C terminan votando por A, a quien no habían elegido.

 

Estas descripciones vienen a cuento porque es muy probable que las PASO sean una especie en peligro de extinción y tiendan a desaparecer mientras que la Ley de Lemas, muy cuestionada, puede ser modificada en cualquier momento, como ya lo fue cuando de abarcar todas las categorías provinciales se la suscribió solamente al ámbito municipal.

 

No hay dudas que estamos en un momento de cambio de época como tantos otros que hemos vivido y es de esperar que entre tantos cambios y adaptaciones a los tiempos que corren se estudie un sistema que garantice la legítima representatividad de quienes nos representen y logremos superar tantos años de decepciones acumuladas.

 

Emilio Juri – Periodista MOL

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