Ramón “Beto” Delpiano: el “10” de una época de oro de Guaraní, el club posadeño que cumple 87 años

El Guaraní Antonio Franco que hoy cumple 87 años en el corazón de Villa Sarita tiene una historia de gloria y amor con Posadas y todos los misioneros. Las victorias y la miel del triunfo endulzaron gran parte de la vida futbolera del club. Y cuando no llegaban, sus equipos fueron una mixtura de garra, talento y elegancia para los hinchas de paladar negro que pueblan la tribuna de La Franja.

 

En esa historia de este grande del fútbol de Misiones conocido en toda la Argentina, Ramón Humberto “Beto” Delpiano llenó 10 años dorados, desde 1976 a 1986.

 

Una década de oro con un equipo de leyenda. Participó en los campeonatos nacionales de Primera A de 1971, 1981, 1982 y 1985. En su bastión de Villa Sarita, el estadio inaugurado en 1963, le empató (2-2) al River de Daniel Passarella, Américo Gallego y Mario Kempes.

 

Y aunque fue en un amistoso, humilló 6 a 0 al Boca dirigido por el gran Alfredo Di Stefano, con Gatti, Passucci, Tapia y Enrique Hrabina, expulsado luego de una pelea con Guillermo Villarreal.

 

Y el “Beto” Delpiano, con el “10” en la espalda fue protagonista con su talento, el toque elegante, la pelota bajo la suela y los pases entre líneas. Y así comenzó la historia de este hombre nacido el 1 de junio de 1957, con primaria en el Roque González, secundaria en el Roque hasta 3º año y recibido luego en la Escuela Normal Mixta con especialización en Psicología. Primera promoción del Profesorado de Educación Física del Montoya y hoy docente y siempre apasionado por el fútbol.

 

¿Cómo era la vida de ese alumno de primaria en el Roque?

-En esa época lo único que tenía era la pelota de fútbol. Cuando todavía había campitos y el nuestro era el de Salta y Roque Sáenz Peña. Estaba el Club Magallanes, que ya no existe. Era el barrio. Mi tío y mi papá que jugaron en Racing de Posadas y mi destino como jugador fue racinguista. Racing era famoso entonces por sus torneos de baby fútbol y a los 15 años jugué en primera y a los 16/17 pasé a Guaraní.

 

¿Ya ocupabas el puesto de 10, de armador?

-En inferiores jugué de 9, como el que ahora llaman enganche, tirado atrás para llegar tocando. Pasé a Guaraní como 9, pero mi técnico en Racing, Juan José Chávez, decía que yo era un desperdicio en esa posición. Me acostumbró a jugar con la 10 en la espalda.

 

¿Contaban que no te podían robar la pelota?

– Así dicen…

 

¿Zurdo?

-No, soy derecho.

 

Pero jugabas en la izquierda. ¿Te ayudaba para arrancar hacia el centro?

-Mi salida en la gambeta era para la izquierda o alargar un poco hacia la derecha. Me fui adaptando y desde entonces fue el número 10 de Guaraní. Tácticamente, a veces Nelson Chabay me hacía jugar como un 10 por el lado derecho, adelantado. Jugué en los dos lados.

 

¿Chabay cambió la forma de jugar a Guaraní?

-Sí, sí. Con él conocimos lo que era jugar tácticamente. Todo lo que tenía que ver con las posiciones. Nos hizo un equipo que tenía mucha consistencia defensiva y ofensiva.

 

¿Quién fue el armador en la defensa?

-Nuestro primer 2 con mucha personalidad fue Quique Cardozo, que había venido de Brown. Después tuvimos a Rubén Noguera, al “Beto” Krausemann, al “Pocho” Briñócoli.

 

¿Y los torneos nacionales, hace más de 30 años?

-Hay varios recuerdos. Tuvimos buenos partidos con Racing, con Huracán de Parque Patricios y el famoso 1 a 0 al Independiente, que venía de ser Campeón del Mundo. No vino Bochini, pero sí Trossero, Marangoni, Percudani, Burruchaga, Claussen, Enrique. Era un equipazo fantástico.

¿Cuándo se convirtió en fortín el estadio?

-La llegada de Chabay fue después de haber llegado dos veces a la final Regional y haber quedado. Con Chabay, en la tercera, llegamos y clasificamos. Y de ahí fue una seguidilla de clasificación a todos los nacionales de la época. Se fue el uruguayo, vino Pancho Sá, que siguió la mística del equipo.

 

El profe Delpiano señaló que en esa década, la base de Guaraní se armó mayormente con jugadores de Posadas. Y allí entra a tallar su perfil de docente. Porque piensa que es necesario agudizar la vista.

 

-Hay que buscar el jugador del millón de dólares. El no elige dónde nacer. Puede estar en Posadas, en Candelaria, de donde salió Vidal González, un tremendo jugador en toda Argentina, Paraguay y Uruguay. Hay jugadores del interior que dieron un salto de calidad, como el caso de Cubitas en Boca.

 

– ¿Cuál es el objetivo y qué pasa con la preparación física?

– Hay que seleccionar jugadores para que lleguen a Guaraní y que se realicen en Guaraní. Históricamente hablando, tiene que ver con la parte docente. Me gusta mucho lo que tiene que ver con el alto rendimiento. Los cambios en el mundo, que van llegando a Latinoamérica cada 10 años. En el ’60 hubo grandes descubrimientos de preparación física que llegaron acá recién en los ’80.

 

– ¿Qué pasa en Misiones?

– En esta zona todavía no estamos empapados de esos temas. Entonces eso hace que estemos siempre dos o tres escalones más abajo en la preparación que los equipos de otros lados, como Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba. Una zona que está un poquito más al día. En los cursos a los que fui, se habla de mucha fisiología, de un entrenamiento con una precisión de calidad donde tiene mucho que ver el descanso, el famoso entrenamiento invisible y todo eso hay que hay que manejar en cuentagotas para que el jugador llegue el domingo sin las piernas cargadas y pueda tener un rendimiento extraordinario.

 

– Has mencionado también la neurociencia.

– Hoy se está hablando de la neurociencia. Y como docente, puedo decir que hay toda una batería de juegos que se aplican según la edad. Hoy la neurociencia está haciendo que pueda hablar a chicos entre los 4 a los 8 años de lo que es jugar en equipo. Antes yo decía que era imposible, porque él se maneja según sus instintos. Hoy les enseñan al chico a tener ubicación en la cancha, el espacio, a jugar con el compañero y formar parte del equipo.

 

La enseñanza es tu otra pasión, como profesor de educación física.

Al final de la Escuela Normal nos hicieron un test a los alumnos de 5º  y vieron en mis respuestas condiciones para ser docente. A mí ni se me ocurría. Y les dije: ‘Ni loco’, porque tenía otros planes. Estudié Educación Física y me convencí de que no fue erróneo aquel test. Y lo hago con mucha pasión. Me gusta lo que hago.

 

¿Dónde enseñas?

Trabajo con chicos de 4 años hasta de 5º año. ¿Si se puede trabajar con chicos de 4 años? Es espectacular el ida y vuelta con ellos. Son todo afecto. El profesor nunca es feo, nunca es viejo, siempre es querido, así que ellos te dan abrazos.

 

Como docente de niños pequeños, asegura que es posible mejorar su estado físico. Y en cuanto a la relación con los padres de sus alumnos y el tratamiento de asuntos como la alimentación, lamenta que no se dé muy plano.

 

Con las familias habla sobre la formación del chico, la actividad física. Su experiencia es vasta como egresado en 1979 de la primera promoción de profesores de Educación Física.

 

Enseña en Posadas y también en Virasoro. Fue en 1989 cuando don Adolfo Navajas Artaza, dueño de Las Marías, le propuso trabajar en una escuela de fútbol en el club “Taragüí” de su empresa.

Don “Toco” Navajas le dijo que no habían tenido éxito con un ex jugador de fútbol ni con un profesor de educación física. Pensó en “Beto” porque –dijo- “sos las dos cosas: futbolista y profesor”.

 

Así empezó una relación que duró diez años en Las Marías, donde Delpiano armó la escuela de fútbol. A la vez comenzó a enseñar en la Escuela de Las Marías, donde siguió en la primaria, tras dejar el club.

 

En Posadas enseña en una secundaria, el BOP en Rademacher y Maipú y en un Centro de Educación Física Nº 2, ubicado en la A4.

 

Es un barrio netamente futbolero, donde me siento como en mi barrio. Me identifico con la mayoría de los chicos. ¿Si hay jugadores buenos? Hay tremendos jugadores y se debe trabajar en la disciplina. El jugador la necesita, tiene que ordenar su vida y es lo que falta. Talento se ve en ese barrio de la A4.

 

Ese barrio de la zona sur de Posadas, contó el profesor, “hay jugadores de esos que se adueñan de la pelota y no te la quieren prestar”. Y ahí entra la labor del técnico, agrega, para que jueguen en equipo.

 

También comentó lo complicado que es tratar la cuestión de la buena alimentación. Lo consideró un tema “complejo”.

 

Por ejemplo en el Nacional A (el jugador) tiene un nivel de capacidad de interpretar y anticipar la jugada, que muchos chicos no logran ver. Vos estás jugando sin la pelota, anticipando el juego. Hay algunos que miran la pelota y saben dónde va a caer. Esas cosas tienen que ver. Si en cierta etapa de la niñez no recibió el alimento adecuado, puede ser que pierda cierta capacidad. Eso se ve en la competencia nada más.

 

El profesor Delpiano señaló que esos problemas que afectan a un niño para toda la vida, son observados en Educación Física. Pero estimó que se requiere un aparato de apoyo detrás del profesor, capaz de mejorar o solucionar esos problemas. En los centros de educación física funcionan como una escuela no formal. Los profes salen al barrio, a la canchita donde juegan los chicos y convocan para que niños y adolescentes practiquen.

 

Terminada la hora de capacitación a cargo del docente, no se produce un seguimiento que pueda ayudar en casos críticos. “Beto”, por su cuenta, recomienda a algunos chicos para las inferiores donde cuenta con amigos y conocidos.

 

¿Qué desafíos se avecinan en tu área de enseñanza?

Siento un desafío personal, cerca de jubilarme como docente. La experiencia personal es intransferible. Uno sí puede aportar cosas. Tenemos que mejorar deportivamente, en general, no únicamente en el fútbol. Mi idea es ver qué puedo hacer como una persona que sigue en algo que me gusta mucho que es el deporte.

 

El “10” de Guaraní nunca se desprendió de su número. Es un armador en la vida, como lo fue en la docencia. Dando pases, abriendo caminos y frotando la lámpara eterna de los buenos jugadores hacia el arco contrario. Por eso “Beto” Delpiano está listo para recibir, cuidad y devolver redondas las pelotas que la vida nos tira cuadradas.

 

Necesitamos mucho conocimiento para ese salto de calidad que lleve de vuelta al primer nivel, no solo a Guaraní en fútbol, también a los equipos de básquet, vóley, nuestro atletismo. De A4 con las ganas de los profes, tenemos un campeón argentino de atletismo en velocidad y otro chico campeón en lanzamiento de bala en los Torneos Evita. Es lograble, con mucha pasión y esfuerzo.

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