“Ella lo dejó porque era violento y tampoco le ayudaba con el chiquito. Lo dejaba que lo viera, pero hasta cierto horario, nunca más de las 22”, contó Natalia, desconsolada.
Micaela, junto con su hermana, llegó a la casa de avenida Alem al 2.300, en el barrio capitalino Álvarez Condarco, para buscar a su hijo después de haberlo esperado toda la noche. Le había permitido al padre del menor, su ex pareja, llevarlo al circo. Al entrar a la vivienda, la madre halló al chico, de un año y seis meses, muerto junto al cuerpo del joven.
Según fuentes judiciales y policiales, Raúl Reynaldo Adre, de unos 21 años, habría asesinado a su pequeño hijo, presuntamente, al ahorcarlo. Luego, se habría quitado la vida de la misma manera. El hecho ocurrió en el fondo de la propiedad.
Personal del servicio 911 se presentó poco después de las 11 en la vivienda, tras recibir un llamado de alerta. Un familiar de Adre había encontrado sin vida a ambos.
“¡Me ha matado a mi hijo! ¡Estaba ahí, colgadito, mi hijo!”, gritó desgarrada, casi sin voz, la madre. Estaba ubicada detrás de una cinta plástica que había colocado la Policía para que los peritos concretaran su trabajo. Los uniformados y los vecinos sólo se limitaban a observar la escena del hecho.
“Ella se cansó de llamarlo por teléfono y él no atendía, así que esta mañana nos vinimos a buscarlo. Entramos y estaban los dos colgados”, relató la tía.
“Él quería volver y ella le puso como condición que hiciera un tratamiento porque siempre tomaba y se perdía, y eso no era bueno para el chiquito”, dijo, con relación a las amenazas.
“Hay diferentes tipos de filicidios. Uno de ellos es el altruista, que se produce cuando el hijo tiene alguna enfermedad terminal o patología que, según la consideración del autor, lo hará sufrir toda la vida. Se trata de provocar la muerte para evitarle ese sufrimiento”, explicó Walter Sigler, director de Salud Mental.
Además, explicó algunas causales. Indicó que los casos se dan en personas que no están en condiciones de ejercer la paternidad o la maternidad, debido a la falta de afecto o por haber sido víctima de violación durante la infancia; en padres jóvenes, con pocos recursos económicos y sociales; y en padres o madres con una personalidad psicopática o sádica.
“En general, se lo usa al menor como objeto para controlar, manipular o agredir a la pareja. En el entorno familiar se tiene que aprender a detectar esos indicadores para evitar cualquier caso. Se aconseja acudir a un CAPS, hospitales o centros de salud mental”, finalizó Sigler.