Una visión de contenido Federal para lanzar a Misiones hacia la modernidad

 

El desarrollo económico y social de la Argentina es un desafío que mantiene plena vigencia en un mundo dinámico, con conflictos en transición y un escenario de veloz avance tecnológico que impacta de lleno en los procesos productivos.

 

Mientras el ingreso por habitante en el mundo desarrollado se cuadriplicó entre 1950 y 2015, en la Argentina apenas se duplicó, evidenciando su atraso en términos relativos.

 

La ejecución de una política de desarrollo supone una mirada integral para la resolución de los problemas que arrastra la Argentina. Las soluciones aisladas o los atajos se han demostrado ineficaces para atacar la estructura productiva subdesarrollada que el país debe superar, porque ésta es el origen de flagelos como la inflación, el déficit externo y el desajuste fiscal, así como la insuficiencia de inversión y de creación de empleo. También es la fuente de los desequilibrios entre las distintas regiones del país y el factor limitante de una verdadera organización federal en términos económicos y sociales.

 

Nuestra apuesta al desarrollo incorpora una visión de contenido federal. Esto es, direccionar políticas públicas que impulsen un crecimiento armónico de las distintas regiones de la Argentina, para terminar con el contraste evidente entre un puerto que tiende a concentrar mayor riqueza y un interior postergado, con estructuras productivas endebles y con una conformación del empleo que depende esencialmente del sector público de cada jurisdicción.

 

Es vital entonces poner énfasis en el desarrollo de una infraestructura adecuada para la integración económica de todas las regiones. Infraestructura e integración física, digital, de logística y de organización tributaria para atender las necesidades y especificidades de cada región y provincia y superar los desequilibrios actuales, que son consecuencia directa del subdesarrollo.

 

Nuestro entramado industrial y productivo está preparado para, con los debidos estímulos,  trabajar en las cadenas de valor y apostar a las ventajas competitivas que ofrece cada región del país.

 

Un dato relevante permite advertir la necesidad de un cambio estructural: el 70% de nuestras exportaciones se originan en sólo tres provincias: Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Pero todas las provincias tienen sectores con alto potencial exportador que pueden ganar una adecuada competitividad. Ciertamente, los altos costos de transporte interno, políticas económicas erráticas y estímulos insuficientes y excluidos de un programa integral limitaron por décadas el desarrollo regional.

 

Hay oportunidades en todo el país. En Misiones, hay mucho para aportar:

° El turismo. Con una adecuada gestión, en cinco años será posible duplicar la cantidad de turistas que visitan nuestra provincia. Los fundamentos están: ubicación geopolítica, entrenamiento de sus recursos humanos, patrimonio histórico y cultural y belleza de sus maravillas naturales. Para ello habrá que impulsar inversiones en infraestructura y transporte y alentar la permanencia de visitantes que hoy acreditan estancias muy breves.

 

° El complejo foresto industrial. Misiones comparte con Corrientes la mayor masa forestal implantada del país, pero el grado de industrialización sigue siendo elemental, lo cual nos condena a una estructura productiva primarizada. En este sector, el 73% de la producción lo constituye la primera transformación y el 90% de las exportaciones son tablas y machimbres. La incorporación de valor es indispensable para no perder el tren del desarrollo. Pero ese proceso requiere tecnificación y mayor complementación entre los aserraderos, donde el 80% son micro y pequeñas empresas.

 

° El té y la yerba mate. Son sectores tradicionales pero podemos pensarlos con mayor ambición. Con políticas adecuadas el sector tendrá más previsibilidad para dotar a sus productos de mayor sofisticación, diversificando la oferta y desarrollando innovación en materia de presentación y canales de venta. Podemos pasar de ser el segundo al primer exportador de yerba mate, lugar que hoy ocupa Brasil.

 

° La agricultura familiar. Dada la gran disponibilidad de tierras de nuestra provincia es posible promover una agricultura familiar diversificada e integrada. Será un motor de transformación, pero es necesario que el Estado acompañe a los pequeños productores, prestando asistencia para promover su organización, mejorar sus técnicas y acceder a un financiamiento adecuado para incorporar valor. Un proyecto de ley de mi autoría que ya  fue aprobado en el Senado de la Nación se orienta a ese objetivo.

 

Esta necesaria y posible transformación de nuestro potencial en realidades tangibles requiere la adopción de un paquete de políticas  transversales al conjunto de la economía provincial.

 

Es prioritario contar con abastecimiento de energía abundante y sustentable. Amplias zonas de Misiones sufren a diario cortes que no sólo afectan la calidad de vida de la población sino que desalientan nuevas inversiones y hasta ponen en riesgo la continuidad de las ya existentes. Por ello es ineludible agilizar las inversiones en transmisión y distribución y también reformular el manejo y la estructura de EMSA, para ponerla al servicio de la gente.

 

Acceder a nuevos mercados de manera competitiva demanda mejorar los aspectos logísticos del transporte. Hoy desaprovechamos la Hidrovía Paraná-Paraguay porque -entre otras razones- no están operativos el Puerto de Posadas ni el de Santa Ana. Para transportar 1.600 toneladas se precisa una barcaza; de otro modo son necesarios unos 60 camiones.

 

El Estado local no debe entorpecer la vida de los ciudadanos o desalentar a quienes emprenden un proyecto productivo. Es indispensable la digitalización de los trámites provinciales y municipales, la creación de una ventanilla única para las Pyme y la rápida simplificación de los procesos administrativos.

 

Por otra parte un gobierno abierto electrónico donde los ciudadanos puedan acceder a todos los datos del Estado hace a la transparencia y facilita el control.

 

Finalmente, urge modificar el esquema impositivo provincial. La presión tributaria y el sistema de percepción y retención a través de las aduanas paralelas desincentivan nuevas inversiones y hasta inducen a muchas empresas misioneras a trasladarse a provincias vecinas.

 

El desafío es amplio, pero encararlo es impostergable. Los misioneros sabemos que podemos vivir mejor, con una provincia lanzada a la expansión productiva, la modernidad y la inclusión.

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