22 de mayo: Día Internacional de la Biodiversidad

 

El 22 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Biodiversidad Biológica 2019, una fecha en la que se quiere subrayar la envergadura del problema de la rápida desaparición de especies en el mundo a causa del hombre.

 

Cerca de un millón de especies de animales y plantas están ahora en peligro de extinción y muchas podrían desaparecer en tan solo décadas, y más del 90 % de las poblaciones de peces marinos están sobreexplotadas o menguando; según se desprende del reciente informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES) patrocinado por varias agencias de la ONU.

 

Este año el lema es “Nuestra biodiversidad, nuestra alimentación, nuestra salud”, y recalca la repercusión de la propia biodiversidad en todo el planeta, en especial en la alimentación de los seres humanos y del resto de los seres vivos; y, por supuesto, en la salud de todos.

 

Todos los aspectos del bienestar humano dependen del ecosistema. Los bienes y servicios, también dependen de la biodiversidad. La pérdida de biodiversidad puede desestabilizar ecosistemas, promover brotes infecciosos, enfermedades, seguridad alimentaria y desproteger de los desastres naturales a los ecosistemas. La salud humana no es inmune a esta amenaza.

 

La salud de las personas está en juego. Pero, ¿qué se entiende como salud? La salud según la definición de la Organización Mundial para la Salud es «es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad».

 

A escala planetaria, los ecosistemas y la biodiversidad juegan un papel crítico en la determinación del estado del sistema terrestre, regulando sus flujos materiales y energéticos y su respuesta al cambio abrupto y gradual, como se puede apreciar en el siguiente informe Connecting Global Priorities: Biodiversity and Human Health.

 

En una escala más pequeña, más íntimo, sería como la microbiota humana. Las comunidades microbianas simbióticas presentes en nuestro intestino, piel, vías respiratorias y urino-genitales. Regulan nuestro sistema inmunológico, y previenen infecciones.

 

Además de beneficiarnos todos los seres vivos mediante el alimento proveniente de la biodiversidad, esta es necesaria para mantener un buen estado del agua que bebemos y del aire que respiramos. Necesitamos una agricultura diversificada con alimentos autóctonos que mejoran la calidad de las tierras, del agua y del aire, basada en una producción ecológica, biodinámica o regenerativa que no dañe más al ecosistema; y lo ayude para el gran desafío del calentamiento global y de los fenómenos meteorológicos adversos.

 

Lo mismo ocurre con la biodiversidad de los mares y océanos, está sobre explotada, y muchas especies ya han desaparecido o se encuentran en peligro de extinción. No podemos seguir por este camino, porque ni las otras especies que se alimentan de animales marinos van a poder sobrevivir si nosotros no empezamos a llevar a cabo una pesca sostenible.

 

Las 17 principales zonas de pesca del mundo están siendo sometidas a un gran abuso hasta sus límites sostenibles. La variedad local de los sistemas de producción de alimentos también corre el riesgo de desaparecer, incluidos los conocimientos de los pueblos indígenas o las comunidades locales que llevan consigo.

 

 

 

Fuente: Conciencia Eco

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